lunes, 29 de octubre de 2018

El Milpies


29/10 ESTAMPA FORÁNEA.
EL MILPIES.

 Aquí, en El Campello, no hay monos. Bueno, bueno, gente mona, un montón, indios y forasteros, y niños, ni te cuento. Pero, no, no me refiero al personal humano, me estoy refiriendo a nuestros "vecinos", según el decir de la teoría evolucionista, me estoy refiriendo a los primates, vamos, a los monos o simios, como quieras. Si hubiera por el enramado de la foresta del lugar monos, estarían de enhorabuena porque tendrían a su disposición los MILPIES que a miles salen desde todos los lugares donde se pudren hojas de las que se alimentan, y ¿sabes por qué? pues porque de ellos se sirven para desparasitarse y para espantar a los molestos mosquitos porque emplean las secreciones que producen y segregan los MILPIES en unas glándulas que tienen en lo alto de su caparazón. ¡Hay mucha simbiosis repartida por la naturaleza!
- Dicen los que de esto saben un montón, que se han catalogado más de diez mil especies. Siguen diciendo que es el primer ser vivo que, surgiendo de las aguas, vino a pisar terreno firme y que lo hicieron respirando, como tú y como yo, ellos sabrán por qué. Yo, no.  La especie de los MILPIES que corretea por El Campello, los he visto en los cuatro puntos cardinales del pueblo, eclosionan en vida ahora. Menos mal que son miles y miles y así pueden propagar la especie porque, la verdad, da pena ver cómo las aceras de las calles, principalmente las que tienen plantas cerca, al lado, están alfombradas por los caparazones de muchísimos de ellos, aplastados por las suelas de los zapatos del ser humano.
- Me entretuve ayer, vaya diversión, en interrumpir el paso de uno de ellos a punto de llegar a la gran riera y ya ves lo que hizo. En su instinto daría en pensar que había peligro y se enroscó, como ves, para poner a salvo sus patitas, tiene dos pares por segmento, y su vientre que es parte blanda. No aprecié  en su caparazón el veneno maloliente que dicen los científicos del tema que echan fuera de sí mismos, generado por unas glándulas en la parte superior de su cuerpecito cilíndrico con las que hacen "rotos" en las defensas de los atacantes y, también les hacen pupa en los ojos, vamos, que les dejan ciegos. Solo las mofetas se las arreglan para zampárselos antes de que pongan a trabajar las glándulas produciendo el veneno de sus secreciones. Como el acoso no pasó a más el anélido abandonó su defensa en rueda y siguió su camino.
- De estos bichos tuve noticia científica, porque conocimiento directo ya lo tenía yo por mis observaciones en el pueblo, en el colegio de San Servando (San Sevando es un castillo levantado en la margen izquierda del río Tajo frente a Toledo al que el tiempo y la incuria humana dejó venirse abajo y que, en tiempos del proscrito, por ley, general Franco (¿Con qué van a llenar el paréntesis de 40 años?), fue reconstruído y convertido en un edificio para la formación y cultura de las nuevas generaciones de españoles. Como  colegio  echó a andar en septiembre de 1958. Yo tuve la oportunidad de ser un alumno de aquel arranque del flamante colegio perfectísimamente dotado. Cursé tercero de bachiller. Mis padres tuvieron que pagar la friolera de 1.000 Pts. más gastos extras por mes, todavía conservo las facturas, cuando el maestro de mi pueblo cobraba solamente 450 pts. No fue barato, no.). Digo que tuve conocimiento científico porque, en Ciencias de la naturaleza, un profesor, militar con rango de comandante de la vecina academia militar, vestido impecablemente con el uniforme con estrellas, nos explicaba el tema de los REPTILES: ANÉLIDOS, OFIDIOS, QUELONIOS Y COCODRILIANOS, todos ellos metidos juntos en un  capítulo de aquel libro contemplado en la Ley de Enseñanza de 1947 (entonces sí que duraban los planes y leyes de enseñanza).

- Sin medio de locomoción como el de los anélidos de MILPIES, sale a tu encuentro mi saludo, mis
          ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
29.10.2018. Lunes. P. Alfonso Herrera, O. C.

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