ESTAMPA CAUDETANA.
EL ALMA EN LOS PIES.
En la tarde de ayer, en mi paseo, bajé por la calle que la Real Vílla de Caudete tiene dedicada a uno de sus pintores afamados, Pedro Torres Cotarelo. Una calle, muy cortita, que, naciendo en la Avenida dedicada al atleta caudetano Antonio Amorós, va a concluir en lo que está llamado a ser la gran plaza dedicada a los pro-hombres de la villa.
Y allí, al final, en el lado destinado a los números pares de la calle, al día de hoy inconclusa, se encontraban los vestigios de lo que estaba llamado a ser un maravilloso monumento natural, LOS MUÑONES de lo que fuera un hermoso ejemplar de olmo pumila. Manifestación estentoria de un arboricidio cometido tiempo atrás. Y SE ME VINO EL ALMA A LOS PIES.
Pienso que los encargados de la poda no pretenderían, en mingún momento, acabar con él, sino, sólo, cohartar su marcha, su crecimiento. Y, por lo tanto, jamás pensarían que el efecto colateral que la dura poda pudiera tener, como resultado, un efecto tan letal.
Contemplándolo me vino a la memoria un WhatsApp que recibí hace mucho tiempo. Era un vídeo que reproducía el ajusticiamiento de un hombre joven en el centro de un estadio de un país árabe donde las ejecuciones son públicas, con gran afluencia de gente, por fuerza, muy morbosa.
A un lado yacían varias cabezas de hombres diseminadas no lejos del lugar de la ejecución y, al lado contrario, varios cuerpos humanos decapitados apilados. Colocaron al hombre con la cabeza colgando sobre un tronco basto y el ¡zas! del alfanje bajando velozmente seccionando la cabeza que, rodando, fue a parar junto a las otras.
Ese mal recuerdo me vino mientras contemplaba aquel árbol del que di en pensar que habían descabezado como a aquel hombre joven, en medio de un estadio lleno de un gentio que asistía, no voy a decir con alborozo, al cumplimiento de sentencias judiciales.
Pero, ¡Oh, milagro! Porque mientras aquel ajusticiado se pudriría en el muladar junto a los restos mortales de los compañeros de pena, el árbol, el OLMO PUMILA se está aupando, desde sus raíces, como hiciera aquel ave mítica, el Fénix, que se echó a volar surgiendo desde sus cenizas. Y es que, contra la NATURALEZA no hay quien pueda.
Los efectos, sobre los que no se pensó al podarle, se llevaron por delante a un árbol, a uno solo. Pero se están levantando con fuerza, desde sus raíces, multitud de nuevos ejemplares, que, de no intervenir los agentes de parques y jardines, se van a convertir en un bosque.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
21.5.2025.Miércoles. (C. 2.238).
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
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