martes, 10 de junio de 2025

No tiene vértigo.

ESTAMPA CAUDETANA.

NO TIENE VÉRTIGO. 

"Todas las mañanas se encuentra, ahí subido, ese gato", decía una viandante, mientras yo sacaba unas instantáneas del animal subido en la barandilla de uno de los balcones del segundo piso de una de las casas de la calle Dos de Mayo de esta Real Villa de Caudete. 

Pues la verdad sea dicha, yo he pasado multitud de veces por debajo de él antes de que dieran las monjas Carmelitas de clausura el último toque con su campanica apercibiendo el personal de que la misa va a comenzar, así que pasen cinco minutos, y nunca, nunca, me he dado cuenta de que el gato muy dueño de sí mismo y muy seguro, se encontraba allí subidito. mantenía equilibrio sola y exclusivamente subido en el estrecho pasamanos del balcón al que accede por una serie de repisas donde los dueños del gato puede que sitúen tiestos. Así, sin más, SIN VÉRTIGO ALGUNO, se encontraba ayer por la mañanica, el gato.

Hoy, ya no,  porque los barcos están provistos con radares y otros elementos electrónicos que avisan a un telegrafista muy cómodo en la sala de comunicaciones del buque de cualquier incidencia que aparezca en el rumbo que lleva la nave. Pero, tiempo hubo, en que esa función se hacía a ojo y la llevaba efecto un marinerito que subía a todo lo alto del palo mayor, donde se encontraba sujeto un carajo en el que se introducía para otear el horizonte y descubrir posibles peligros ya fuera de objetos interpuestos en el camino que llevaba la embarcación, ya fueran encrespaduras del mar que no auguraran nada bueno.

 También para gritar a los que se encuentran en cubierta del apercibimiento de tierra en lontananza.

Esa era la imagen, la de un grumete, que yo me imaginaba dentro del cestillo conocido con el nombre de "carajo", sujeto al palo mayor de una carabela cuando contemplé, ayer por la mañana, la escena gatuna en la que aparecía un hermoso gato acomodado en la barandilla del balcón de una vivienda situada en un segundo piso de la calle Dos de Mayo.

El felino dominaba la escena. Se sentía dueño y señor del medio y los que pasábamos por debajo le importábamos nada y menos, "un carajo", que dice el vulgo. Yo creo que hasta me miraba con displicencia cuando le requería que fijara en mí su atención para sacarle unas instantáneas.

Además, como esos felinos tienen siete vidas y, caigan como caigan, no importa la altura, siempre lo harán a lo derecho,  poniendo sus patas primero para amortiguar el golpe, pues, por eso, estaba tan tranquilo el minino.

Ciertamente, esa ESTAMPA callejera de esta Villa, llamaba la atención de aquellos que, como yo, pasábamos por debajo, de un lado a otro de la calle.

El gatito equilibrista te lleva hoy mi saludo, mis


¡¡¡BUENOS DÍAS!!!

10.6.2025. Martes. (C. 2.257). 

P. Alfonso Herrera. Carmelita.

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