ESTAMPA CAUDETANA.
Desde el paseo de la Virgen.
Desde donde la Avda. de la Libertad se une a la de Las Jornetas.
Como ves, suelo caminar por el lugar cuando se me adjudica el culto en la parroquia de Santa Catalina.
- Me calzo las zapatillas de deporte y me dejo caer calle El Molino abajo hasta cualquiera de las trasversales y enfilo por la que toque ese día, para llegarme hasta la Glorieta de la Cruz y, tras saludar a la virgen de Gracia que me es recordada por la imagen de piedra del monumento, sigo adelante hasta que la Avda. de la Libertad me lleva hasta la Avda. de Las Jornetas y, por ella, toda en cuesta, me llego hasta la calle Sacramento en cuyo número 2 se me abren de par en par, las puertas de la parroquia.
- Durante el tiempo en que el sol no tiene prisas por meterse en el Atlántico para tender un camino de plata sobre la superficie del mar igualada por la noche, da gusto andar por ese trayecto, salvo cuando el verano, verano, cuadetano planta sus reales porque, entonces... ni las chicharras están agusto frotando los hélitros requebrando a las hembras del entorno. Y, ahora, ya lo ves noche cerrada que nos abre camino en la gran bóveda celeste para que podamos llegarnos hasta donde los astros, se mueven a su aire e, incluso, hasta se permiten jugar al pilla, pilla.
- De esa guisa pesqué estos días de atrás a Júpiter y a la luna.
- Yo pienso que Júpiter estaba un poco incomodado por la irrupción en su ámbito de la luna presumida que solo asomaba un poquito como si estuviera estirando el arco que formaba una especie de «d» para dispararle los dardos de luz al buenazo de Júpiter y, éste, educado y muy atento con la presumida y díscola niñata que es la luna, ponía terreno galáctico por medio y se reía de ella mientras la hacía pedorretas pero, eso sí, dejándola bien a las claras que no quería juntarse con ella y que de jugar a Robin Jood, nada de nada. Y, como de su natural es brillar nítidamente en medio de la noche para ayudar en sus travesías a los marineros y a los navegantes y, sobre todo, en estos días, a unos señores muy señores que venían de camino desde muy lejos, desde el oriente, para encontrarse con un Rey recién nacido en un lugarcito a medio camino entre su tierra y el Finis Terrae, que está en la Galicia de España, no podía entretenerse con jueguecitos de fuego. Así que «puso pies en polvorosa» y, dejando a la luna con sus cuernos a «su colega de Valencia», se retiraba pausada, pero firmemente, para poder cumplir con su encomienda.
- No, la noche del otro día, Júpiter, no estaba para jueguecitos con la remolona que había llegado a molestar un tanto.
- De todo ello fui testigo, de todo. Aquel día entré en el paseo de la Virgen muy arriba, frente a la puerta falsa del monasterio de las MM. CARMELITAS DE CLAUSURA Y, desde la tapia de la huerta de las monjas hasta la Glorieta de la Cruz, ya venía yo viendo cómo molestaba la luna al guapito de Júpiter y, cómo éste, muy comprensivo, mantenía las distancias con la envidiosa que había llegado a hacer añicos la paz y la tranquilidad que venía teniendo el planeta vecino, estos días de atrás, como ya te daba a entender, no hace mucho, en otros «buenos días».
- Sí, cuando llegué al final de la Avenida de la Libertad, la luna daba la sensación de que estuviera inflada, eufórica, porque había metido en un brete al bueno de Júpiter.
Anoche las cosas estaban más claras, vamos, más en su sitio, porque cada uno andaba por su lado. La luna estaba posada casi, casi en la vertical del Santuario de la Virgen de Gracia
Como ves, suelo caminar por el lugar cuando se me adjudica el culto en la parroquia de Santa Catalina.
- Me calzo las zapatillas de deporte y me dejo caer calle El Molino abajo hasta cualquiera de las trasversales y enfilo por la que toque ese día, para llegarme hasta la Glorieta de la Cruz y, tras saludar a la virgen de Gracia que me es recordada por la imagen de piedra del monumento, sigo adelante hasta que la Avda. de la Libertad me lleva hasta la Avda. de Las Jornetas y, por ella, toda en cuesta, me llego hasta la calle Sacramento en cuyo número 2 se me abren de par en par, las puertas de la parroquia.
- Durante el tiempo en que el sol no tiene prisas por meterse en el Atlántico para tender un camino de plata sobre la superficie del mar igualada por la noche, da gusto andar por ese trayecto, salvo cuando el verano, verano, cuadetano planta sus reales porque, entonces... ni las chicharras están agusto frotando los hélitros requebrando a las hembras del entorno. Y, ahora, ya lo ves noche cerrada que nos abre camino en la gran bóveda celeste para que podamos llegarnos hasta donde los astros, se mueven a su aire e, incluso, hasta se permiten jugar al pilla, pilla.
- De esa guisa pesqué estos días de atrás a Júpiter y a la luna.
- Yo pienso que Júpiter estaba un poco incomodado por la irrupción en su ámbito de la luna presumida que solo asomaba un poquito como si estuviera estirando el arco que formaba una especie de «d» para dispararle los dardos de luz al buenazo de Júpiter y, éste, educado y muy atento con la presumida y díscola niñata que es la luna, ponía terreno galáctico por medio y se reía de ella mientras la hacía pedorretas pero, eso sí, dejándola bien a las claras que no quería juntarse con ella y que de jugar a Robin Jood, nada de nada. Y, como de su natural es brillar nítidamente en medio de la noche para ayudar en sus travesías a los marineros y a los navegantes y, sobre todo, en estos días, a unos señores muy señores que venían de camino desde muy lejos, desde el oriente, para encontrarse con un Rey recién nacido en un lugarcito a medio camino entre su tierra y el Finis Terrae, que está en la Galicia de España, no podía entretenerse con jueguecitos de fuego. Así que «puso pies en polvorosa» y, dejando a la luna con sus cuernos a «su colega de Valencia», se retiraba pausada, pero firmemente, para poder cumplir con su encomienda.
- No, la noche del otro día, Júpiter, no estaba para jueguecitos con la remolona que había llegado a molestar un tanto.
- De todo ello fui testigo, de todo. Aquel día entré en el paseo de la Virgen muy arriba, frente a la puerta falsa del monasterio de las MM. CARMELITAS DE CLAUSURA Y, desde la tapia de la huerta de las monjas hasta la Glorieta de la Cruz, ya venía yo viendo cómo molestaba la luna al guapito de Júpiter y, cómo éste, muy comprensivo, mantenía las distancias con la envidiosa que había llegado a hacer añicos la paz y la tranquilidad que venía teniendo el planeta vecino, estos días de atrás, como ya te daba a entender, no hace mucho, en otros «buenos días».
- Sí, cuando llegué al final de la Avenida de la Libertad, la luna daba la sensación de que estuviera inflada, eufórica, porque había metido en un brete al bueno de Júpiter.
Anoche las cosas estaban más claras, vamos, más en su sitio, porque cada uno andaba por su lado. La luna estaba posada casi, casi en la vertical del Santuario de la Virgen de Gracia
Daba la impresión de que estuviera buscándole las vueltas al bueno de San Blas
metidico en la hornacina del tímpano de la fachada oeste del templo, porque,
como se encuentra provisto de su báculo de obispo..., no se las quiere ver con
él de frente. Por su parte, Júpiter, andaba por la Alázara haciendo lo que
siempre hace, echar una mano para que nadie se pierda. Hoy lo hace a los Reyes
Magos.
en su vuelta a sus lugares de origen porque, como nos relata
el Evangelio de Mateo, recibieron un aviso del Ángel del Señor para que no
volvieran por el camino que trajeron para que no se encontraran con Herodes que
andaba haciendo planes, no para adorarle, ¡quiá!, sino para degollarle. Pues no
entraba en su cabeza el que un judío recién nacido estuviera llamado a
disputarle el puesto de Rey de los Judíos, según le habían dado a conocer los
visitantes extranjeros, cuando les concedió audiencia en el viaje de venida. Un
hombre que «se había llevado por delante» a su esposa y a su hijo primogénito
porque dio en pensar que andaban en planes para arrebatarle la corona, ¿iba a
consentir que un infante judío le moviera su sillón de rey?
¡Impensable!
Así que, ahí los tienes, en lugar de irse por la sierra de La Oliva que fue por donde accedieron al valle de la Real Villa caudetana, por lo que se fueron por el camino de la Sierra de la Alácera que les alumbraba Júpiter.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
8.1.2020. Miércoles.
¡Impensable!
Así que, ahí los tienes, en lugar de irse por la sierra de La Oliva que fue por donde accedieron al valle de la Real Villa caudetana, por lo que se fueron por el camino de la Sierra de la Alácera que les alumbraba Júpiter.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
8.1.2020. Miércoles.
P. Alfonso Herrera Serrano, Carmelita.
Vayaaaaa unas reflexiones galácticas, artísticas,repletas de bello simbolismo en el silencio nocturno.
ResponderEliminarGracias,Padre.
Gracias por ese rico paseo nocturno en el silencio nocturno espléndido.
ResponderEliminarLas fotos maravillosas. ...es un cielo transparente que he disfrutado mucho.
ResponderEliminarLas fotos preciosas.
ResponderEliminarBuenos días,ya terminadas las navidades,un paseo muy apropiado para quitarnos esas grasas acumuladas estos dias de comidas y dulces,feliz miercoles
ResponderEliminarMuy buenos días, P. Alfonso, es muy bonito el relato del día de hoy, como juega a enlazar la luna y júpiter para enseñarnos cada cual su posición, me ha gustado que de sus paseo saque tanto provecho y nos los pueda transmitir. Que tenga un buen día.
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