ESTAMPA CAUDETANA.
LA LUNA Y LOS COHETES.
LA LUNA Y LOS COHETES.
Sí, sí, ese que ves es el cielo que se puso por montera la Real Villa de
Caudete en la tarde del día de San Blas. Ya te hablé de ello el otro día.
¿Te acuerdas?
La calle Pintada estaba de brazos caídos. Ni un solo vehículo circulaba a aquella hora por ella. Sólo un chavalico, venido de más allá del estrecho español de Gibraltar, y yo rompíamos su monotonía. El chico, volviendo a su casa y yo, encaminando mis pasos para llegar a la parroquia del Barrio, parroquia y Barrio que se dan mutuamente el nombre, San Francisco.
Cuando salí de casa en busca de la calle Pintada todo estaba quieto, sin jaleo nadie diría que era LA FIESTA DEL COPATRÓN DE LA VILLA, SAN BLAS. Por no tener, no teníamos, a ras de asfalto, ni gota de aire y la temperatura bajándose, despacito, de los 20°. ¡Quién lo iba a decir en Caudete en mitad del invierno! Pues así era, ¡de lujo!
Los albañiles que andan levantando una casa se habían dado vacación quizá porque tengan tajo en otro sitio por aquello que dice el refrán que yo tengo oído mucho en mi pueblo de Oropesa:« Al ratón que solo tiene un agujero... pronto se le come el gato» o porque querían honrar al Patrón o por ambas cosas, vete tú a saber. Allí estaban las vigas que aguantarán el tejado. Eran, vistas, desde abajo, como líneas trazadas en el cielo, eso sí apoyadas en los tabicones o paredes de carga que separan la casa de las colindantes.
¿Te acuerdas?
La calle Pintada estaba de brazos caídos. Ni un solo vehículo circulaba a aquella hora por ella. Sólo un chavalico, venido de más allá del estrecho español de Gibraltar, y yo rompíamos su monotonía. El chico, volviendo a su casa y yo, encaminando mis pasos para llegar a la parroquia del Barrio, parroquia y Barrio que se dan mutuamente el nombre, San Francisco.
Cuando salí de casa en busca de la calle Pintada todo estaba quieto, sin jaleo nadie diría que era LA FIESTA DEL COPATRÓN DE LA VILLA, SAN BLAS. Por no tener, no teníamos, a ras de asfalto, ni gota de aire y la temperatura bajándose, despacito, de los 20°. ¡Quién lo iba a decir en Caudete en mitad del invierno! Pues así era, ¡de lujo!
Los albañiles que andan levantando una casa se habían dado vacación quizá porque tengan tajo en otro sitio por aquello que dice el refrán que yo tengo oído mucho en mi pueblo de Oropesa:« Al ratón que solo tiene un agujero... pronto se le come el gato» o porque querían honrar al Patrón o por ambas cosas, vete tú a saber. Allí estaban las vigas que aguantarán el tejado. Eran, vistas, desde abajo, como líneas trazadas en el cielo, eso sí apoyadas en los tabicones o paredes de carga que separan la casa de las colindantes.
La cosa se animó cuando dejé atrás la carretera de Villena porque desde la
explanada de más abajo de la Guardia Civil, que Dios nos guarde, un cohetero
estaba poniendo manchones de humo blanco en el cielo para lo que se servía de
cohetes con carcasa que llegando allí arribota estallaba.
Yo, tocado por la curiosidad, cuando oía el ruido que hace un cohete subiendo, me paraba y miraba hacia arriba esperando el estallido y el ¡Fum! de humo que ponía sucio al cielo.
Yo, tocado por la curiosidad, cuando oía el ruido que hace un cohete subiendo, me paraba y miraba hacia arriba esperando el estallido y el ¡Fum! de humo que ponía sucio al cielo.
En esas estaba cuando me di cuenta de que la luna, que anda ahora, la pobre, en
cuarto creciente y, por lo tanto, hecha una adolescente, razón por la
cual di en pensar que, llenita de miedo, estaba poniendo los pies en polvorosa
con presteza y así, por el camino de La Encina, puso terreno de por medio entre
ella y los cohetes.
Pero no, el cohetero ni tenía animadversión contra la jovencita que había salido a dar un paseo por todo lo alto de un cielo limpio, diáfano,
aprovechado que el sol estaba ausente, ni nada que se lo parezca. El cohetero solamente estaba diciéndoles a los villanos de la Villa de Caudete que ese día, aunque no tuvieran programado concurso alguno de gachamigas, ajoaceites ni paellas, carreras de sacos, ni subidas a por el jamón a lo alto de la cucaña, era SAN BLAS, la fiesta litúrgica de SAN BLAS en la que el Párroco P. Luis Torres Pérez, iba a bendecir con las velas cruzadas del Santo a todo fiel que se diera cita en Santa Catalina a las19,30 horas de aquél día invocando la protección para las gargantas pues es bien sabido que SAN BLAS, PATRONO DEL LUGAR, es especial benefactor y se le invoca con unción en cualquier mal que afecte a la garganta.
Fueron muchos los que hicieron caso al aviso del cohetero porque el párroco me diría cenando que acudió gente, bastante gente. Claro que por mucha que asistiera, no serían tantos y el bueno del PATRÓN diría para sus adentros: «estos caudetanos, estos caudetanos, estos caudetanos...»).
El airecillo, que no lo hacía abajo, soplaba suavemente allí por donde explotaban los cohetes y, sin violencia alguna, barrían las manchas de humo que dejaban las carcasas transportadas por los cohetes impulsores hasta mucho más alto que el más alto de los tejados de los edificios del entorno.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
6.2.2020. Jueves.
Pero no, el cohetero ni tenía animadversión contra la jovencita que había salido a dar un paseo por todo lo alto de un cielo limpio, diáfano,
aprovechado que el sol estaba ausente, ni nada que se lo parezca. El cohetero solamente estaba diciéndoles a los villanos de la Villa de Caudete que ese día, aunque no tuvieran programado concurso alguno de gachamigas, ajoaceites ni paellas, carreras de sacos, ni subidas a por el jamón a lo alto de la cucaña, era SAN BLAS, la fiesta litúrgica de SAN BLAS en la que el Párroco P. Luis Torres Pérez, iba a bendecir con las velas cruzadas del Santo a todo fiel que se diera cita en Santa Catalina a las19,30 horas de aquél día invocando la protección para las gargantas pues es bien sabido que SAN BLAS, PATRONO DEL LUGAR, es especial benefactor y se le invoca con unción en cualquier mal que afecte a la garganta.
Fueron muchos los que hicieron caso al aviso del cohetero porque el párroco me diría cenando que acudió gente, bastante gente. Claro que por mucha que asistiera, no serían tantos y el bueno del PATRÓN diría para sus adentros: «estos caudetanos, estos caudetanos, estos caudetanos...»).
El airecillo, que no lo hacía abajo, soplaba suavemente allí por donde explotaban los cohetes y, sin violencia alguna, barrían las manchas de humo que dejaban las carcasas transportadas por los cohetes impulsores hasta mucho más alto que el más alto de los tejados de los edificios del entorno.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
6.2.2020. Jueves.
P. Alfonso Herrera Serrano, Carmelita.
Buenos días, P, bonita foto la de la luna con el humo del cohete,no se le pierde ningun detalle ni en lo mas alto del cielo,feliz dia,,
ResponderEliminarMuy buenos días, P. Alfonso, buen paseo el que usted hizo el otro día y como buen observador no se escapó el de talle del humo del cohete para captarlo con la imagen de la luna. Que tengo un bonito día.
ResponderEliminarOtro día más, leyendo su comentario y pensando cómo cómo siempre la capacidad de "observancia" que tiene usted.De unos cohetes de nada,nos hace un relato.Graciaa por ello y que tenga un buen día P.Alfonso.
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