ESTAMPA CAUDETANA.
MÁRTIRES ESPAÑOLES DEL SIGLO XX.
Delante del altar de la parroquia de Santa Catalina aparecían en el día de ayer las fotografías enmarcadas de aquellos que padecieron el martirio en esta Real Villa de Caudete porque, la liturgia de la Iglesia Católica, celebraba la fiesta de los mártires españoles del siglo XX, más concretamente, la de aquellos que padecieron el martirio en el primero de los tercios del siglo promovido por una ley inigua emanada del gobierno de entonces con la que se precendía erradicar del pueblo, la fe en Dios, principalmente desde la vivencia del cristianismo.
Entre todos ellos destaco en mis "BUENOS DÍAS DE HOY" a aquellos mártires que pasaron de este mundo nuestro a los Cielos y Mundos Nuevos donde todo es bondad y justicia, de los que nos da noticia, asistido por la iluminación del Espíritu Santo, el apóstol San Pedro en su segunda carta (3,13-16), desde esta villa nuestra de Caudete. Al frente de los cuales se encuentra el párroco de la misma, don Miguel Senén Abdón Díaz, hombre totalmente comprometido con el trabajador de aquellos tiempos y que fue martirizado en los ámbitos de Almansa; el fraile carmelita el Padre Alberto Marco Alemán, de la familia de "los Monjo", que lo fue en Madrid donde se encontraba ejerciendo el servicio de superior en el convento carmelita de la calle Ayala. Llevado a la checa el comisario de la misma le acusó de hablar en sus sermones contra la República. A lo que él contestó mire usted yo, en mis sermones, solo hablo de Cristo.
Comprenderá usted, le dijo el comisario inquisidor, que no le puedo soltar por lo que le mando a la cárcel. De allí saldría el 24 de noviembre de hace 88 años para ser martirizado en Paracuellos del Jarama donde reposan sus restos, mezclados con los de miles de otros que también fueron allí ajusticiados, casi 300 de ellos, niños de doce a dieciséis años. También recordamos, festejándola, a Florencia Caerols, mujer comprometida con la parroquia en la enseñanza de la catequesis a los más pequeños y en las fábricas como paladín en defensa de los derechos de la mujer, allí, donde, ella misma, era una obrera. También padecieron el martirio todos los frailes de la comunidad agustiniana que tenía como residencia lo que se conoce como el Palacio, convento enfermería de aquellos frailes venidos de el extremo Oriente, de Filipinas, donde habían pasado largos años de misión. Mucho bien hicieron estos frailes por las gentes menesterosas de la villa en aquellos tiempos de hambruna. Sabido es que sacaban la gran pota de comida a la puerta del convento para repartir entre los que no tenían nada que llevarse la boca y luego, si sobraba algo, comían ellos, ayunando las más de las veces.
Un año más, en la Real Villa de Caudete, celebrabamos ayer la memoria de NUESTROS MÁRTIRES. A mí me tocó hacerlo en el monasterio de las Madres Carmelitas de clausura en el que, por cierto, la superiora pertenece a la misma familia que perteneciera el padre carmelita, vilmente martirizado en Paracuellos de Jarama, Alberto Marco Alemán.
Cada año así lo hacemos. Aunque yo, por mi parte, los tengo presentes siempre en cada una de las eucaristías allí donde el canon recuerda a la Virgen Santísima, a San José, a los mártires, entre los que se encuentran ellos, y a los confesores, entre los que se encuentran tantos santos de andar por casa y que no son venerados en peana alguna, muchos de ellos unidos a nosotros por lazos de amor de vecindad, compañerismo... A los que celebrábamos festivamente, el pasado día uno, DÍA DE TODOS LOS SANTOS.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
7.11.2024. Jueves. (C. 2.055)
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
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