ESTAMPA CAUDETANA.
LA TRISTEZA.
Con lo bien que nos las prometíamos antes de ayer, pensando en que el invierno se estaba portando y se desmelenaba preparando la entrada de la primavera, como hace un cadi celoso limpiando de toda brizna de suciedad el camino por el que discurre la bola que ha lanzado el golfista, al que sirve, para que entre en el agujero y haga gua.
Pero mira por dónde, la noche que ha precedido al día de hoy no se ha portado como tenía pergeñado el invierno y se ha traído, no sé de donde, unas nubes que han estado dejando caer agua sobre el predio caudetano, también sobre la Villa.
Todo eso trajo como consecuencia el que provisto de un paraguas hiciera el camino que nos separa del monasterio de las monjas Carmelitas de clausura y como en este pueblo resulta que las canales vierten a las aceras puedes suponerte cómo llegué al monasterio y cómo lo hice luego, de vuelta, a casa: con los pies empapados hasta los tobillos.
Podrás decirme: ¿por qué no te serviste de la máquina, del coche? A lo que te contesto diciendo que, a esa hora me es totalmente imposible, me está vedado, porque un río no precisamente de agua sino de joven humanidad, como si fuera una rambla, baja Avenido de la Virgen abajo y, ya sabes, que a lo más lindo con lo que cuenta la villa, que son los niños hay que respetarlos y favorecerlos siempre y en todo lugar, también en el camino que les conduce hacia las aulas de los colegios sitos más abajo, el de Serrano y Alcázar el de el Amor de Dios y el IES Rafael Requena.
Aparte de eso, la lluvia que a, todo el mundo sienta bien, aunque haya gente que diga lo contrario, por aquello del dicho popular: "Nunca llueve a gusto de todos", ha envuelto a toda la villa con un manto de tristeza, cosa que es de todo punto comprensible, porque el que pone la alegría y la chispa en el día, el sol, resulta que hoy no ha corrido las cortinas. Y eso lleva consigo una especie de tristeza que encierra a todo el mundo en sí mismo. Como nos da a entender la bandera cuyo mástil se encuentra anclado en el caballete de una de las casas de la calle Dos de Mayo de la que te he hablado en alguna otra ocasión.
Ahí la tienes, como máximo exponente de lo que te digo. Gran metáfora que explica a las mil maravillas, el cómo es el día de hoy:
tristorro, cabizbajo, monótono
Mírala envuelta sobre sí misma, agarradica a su mástil, como si no quisiera dar con su luminoso lienzo en un suelo emponzoñado por la suciedad anbiental, ella que está llamada a brillar con el brillo de la Nación Española a la que representa desde el siglo XVII, salvo en un pequeño lapso de tiempo en que se la metió en un baúl para colocar, en su lugar, otra que trajo malos presagios, no tan lejos de este nuestro tiempo. Porque 100 años ¿qué son en el correr de los siglos? Pues, eso, nada.
Ciertamente, esta mañanica, la Bandera de España, era todo un poema de TRISTEZA. No es que yo te lo diga. Es que era así y, si no, anda, mírala y dime tú.
Pero ahí donde la ves tristecica, por dentro, está chorreando felicidad al ver cómo se están portando las nubes con las secas tierras del entorno.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
17.3.2025. Lunes. (2.177).
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
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