ESTAMPA CAUDETANA.
NO QUISO SACAR A LA HIJA DE SU LUGAR.
En nuestra programación pastoral, en la cadencia que lleva consigo el reparto de la liturgia semanal en los distintos lugares de culto, no me había tocado a mí, hasta el día de hoy, el subir hasta la parroquia de Santa Catalina para, en la unión de un montón de fieles, celebrar la Eucaristía.
Al entrar en el templo parroquial me llamó poderosamente la atención que la Sagrada Imagen de la Virgen de Gracia, Patrona de la Real Villa de Caudete, no ocupara el lugar de honor y preeminente dentro del templo y, que no es otro, que el que ocupa la hija, la Virgen mártir Santa Catalina.
Tal hecho me dio que pensar y, en mis elucubraciones, me vino a la cabeza si se debería atribuir a la falta de consideración habida por parte de los organizadores de esta visita de la talla de la Virgen María de Gracia a sus hijos muy amados de la villa con motivo de celebrarse las bodas de diamante de la misma que vino a suplir, después del conflicto habido entre hermanos en el primer tercio del siglo pasado, a la imagencica que fuera incinerada el 22 de julio de 1936. Cosa que sería, para mí, incomprensible porque a Ella debe dársele, siempre, y en toda ocasión, el mejor de los lugares. Pues como viene ocurriendo cuando, por fiestas, sube desde su ermita-santuario a estar con sus hijos durante las Fiestas Patronales de Moros y Cristianos en su honor, cada septiembre.
Pero ¡cá! Yo creo que Ella le sugeriría a los ya mencionados organizadores, que nada de privilegios, que Ella era la Madre, que su puesto estaba junto a su marido, el buenísimo de San José, cuya imagen se encuentra, justo, a su lado en la calle de la derecha del retablo, como puedes apreciar al contemplar la fotografía que ilustra estas letricas.
En definitiva, que quería tener puesto el mandil para servir a sus hijos como hiciera en aquella ocasión en que invitada a una boda de algún familiar en el cercano pueblo de Caná de Galilea donde aprovechó la ocasión para "presentarlo en sociedad", es decir, en dar a conocer quién era su Hijo, al mandarle que solucionara la papeleta que se les estaba presentando aquellos dos jóvenes enamorados a causa de que los invitados a su enlace matrimonial habían "empinado demasiado el codo" y se habían quedado sin provisión de vino. Y, Ella, que estaba al tanto de todo, como la que sirve, fue a buscar a su Hijo Jesús para darle a conocer lo que pasaba y le dijo más o menos: "échales una mano porque, si no, esta fiesta se les viene abajo, se les agua".
Y su Hijo no tuvo más remedio que obedecer a la Madre, como buen Hijo que era. Y, así, por el poder que tenía, su Madre bien lo sabía, regaló a aquellos novios 600 litros de un vino que, según el decir del maestro de la sala: "este vino es de una calidad tal que jamás había probado cosa igual y así se lo espetó a los novios: "todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando la gente está "piripi", sacan el malo. Vosotros lo habéis dispuesto al revés" Seguro que los novios tampoco salieron del asombro. Y, es que, así es la Virgen María, la que está al quite de la necesidad de sus hijos y trata por todos los medios de solucionarles la papeleta. Así concluía yo mi elucubración mental:
"Ha sido Ella, y no los organizadores, quien ha elegido ese lugar para estar cerquita de sus hijos caudetanos que, en gran número, se acercan cada tarde a saludarla con el rezo del Santo Rosario, al tiempo que se benefician, como se beneficiaron aquellos novios, del don de Jesús que, para ellos fue el vino que alegra los corazones y, para nosotros, en la Eucaristía.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
7.5.2025. Miércoles. (C. 2.225).
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
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