jueves, 15 de marzo de 2018

ESTAMPA CONVENTUAL. Se nos fue el Gallo



ESTAMPA CONVENTUAL.
SE NOS FUE EL GALLO.

No, no le cortamos las alas, no. Podía haberse escapado del corralón. Tenía dotes más que suficientes para dar un vuelo y desde lo alto de la tapia poder saltar, planeando con sus alas abiertas, hasta la calle Mercado y ¡Hala! a corretear por el pueblo. Pero no lo hizo. A lo máximo que llegó fue a subirse a lo más alto de uno de los gratecos, siempre se acomodaba en el mismo lugar, en la misma rama. Allí encasquillaba una pata, encogía la otra debajo del plumón escondía su cabeza en la horquilla de las alas y ponía las plumas de su pechuga como frontón para los aires fríos de la noche caudetana. Así, inmóvil, permanecía hasta las tres y media de la madrugada en que sacaba su cabeza de los calores que le proporcionaba su plumón y, por lo bajinis, peroreaba algunas cosillas a sus gallinas que, más acomodaticias, se quedaban siempre en el triste suelo o en el respaldo de un banco de cemento (no quieren ni por esas...guarecerse en la habitación pertrechada para gallinero). Presumo que se interesaría por cómo se encontraban a esas alturas de la noche. Ellas le respondían con un reclocleo susurrante que  debería ir cargado de buen mensaje  porque el bueno del gallo volvía a colocar su cabeza hundida en el plumón hasta que las huestes adelantadas del sol anunciaban la amanecida que llegaba de la mano de su señor, el jefe de las hordas celestes.

Llevaba unos días «muy cariñoso». Siempre nos ha reñido, no es que se lanzara contra nosotros con pico en ristre y espolones visibles, pero, sí, sí que nos amenazaba, quizá porque nos veía como contrincantes y ya sabemos que en un gallinero solo un gallo y ni uno más. Pero los últimos días nos miraba como pidiéndonos árnica fíjate que hasta con el P. Luis estaba a partir un piñón, se pegaba a sus piernas como si fuera un gato, y se restregaba contra sus pantalones.

Era la mejoría de la muerte. Antes de ayer ya no se subió a su rama del grateco para pasar la noche para vigilar desde las alturas a sus aldoncitas. Emulando al protagonista de «Juan Salvador Gaviota» levantó el vuelo y rompió la barrera de la altura y voló en libertad por los cielos donde no hay paredes que acoten corralones como el del CONVENTO DE SAN JOSÉ.

Se fue contento, el bueno del gallo, no le habíamos puesto nombre, no hizo falta, porque al no hacerle la competencia ningún otro espécimen de su especie, no era necesario.
Y digo que hizo el tránsito contento porque llegó a decirle adiós el guapísimo Narciso, el único, como él, en el corralón. Le vi haciendo arrumacos al Narciso, (no pude cazar la instantánea porque las prisas me la jugaron) digo yo que para disfrutar del finísimo aroma que desprendía la flor porque, como ves, la respetó. No la picoteó, cosa que tampoco hicieron las gallinas. Solo alcancé a lograr su imagen cuando se venía hacia mi, pienso que para decirme adiós.
A las 18 horas, debajo de un algarrobo, se tumbaba y, desde la quietud encerrada en sus plumas, saltó al más allá de los gallineros.
Si aquí fue felizote ¡Cómo lo será ahora, libre de toda traba, en el cielo de las gallináceas!
No sé si las gallinas le picaban para que se pusiera en pie o porque querían acicalarle el traje para que entrara guapetón en la gran fiesta que nunca tendrá fin.
Descanse en paz el GALLO del corralón del CONVENTO DE SAN JOSÉ.
Triste y cabizbajo te va hoy mi saludo, mis

          ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
14.3.2 018. Miércoles. Tal día como hoy de1970 nevaba, a base de bien, en Salamanca. El párroco y un servidor, también otros compañeros, recibíamos EL ORDEN SACERDOTAL. ¡48 Años ya! Alabado sea el Señor. P. Alfonso Herrera. O. C.

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