ESTAMPA CAUDETANA.
- EL JARDINCICO DEL BARRIO SAN FRANCISCO.
- EL JARDINCICO DEL BARRIO SAN FRANCISCO.
Ayer fue un día desapacible. Alcancé a oír a una mujer que le decía a otra: «está tonto el día, está desapacible. Pero ¿cuándo se va a asentar el tiempo?»
Por la tarde, a las 18,00 horas, pasé por allí. Tenía como objetivo llegarme hasta la parroquia de San Francisco para celebrar la Eucaristía junto a los fieles que, cada tarde, se reúnen conmigo en torno al altar. Acababa de dejar nuestro viejo coche en el taller con el fin de que le echen un vistazo, le cambien el aceite, le sustituyan los filtros, le miren los niveles, vamos para prepararle con vistas a este verano para que el calor no le ahogue a las primeras de cambio, porque, me han dicho dos personas mayores con perfecto conocimiento, tanto o más que los chicos que aparecen en la tele hablándonos del tiempo, el conocimiento que les da la experiencia, que a partir de la semana que viene nos vamos a enterar de lo que es el calor aquí en esta zona, en este pueblo. Y, así, revisado y puesto al día, no le agobie el calor a nuestro viejo coche (20 años cumplió en febrero pero, aún siendo tan viejecito, pasa la ITV como un jovenzuelo, a la primera y sin deficiencias).
Atravesé la antigua carretera de Valencia con su hilera de altas palmeras y, enseguida, me di de bruces con ese rinconcito verde con su artilugio con aspecto de juguete grande para que, pasen el rato y se diviertan los pequeñicos bajo la atenta mirada de sus mamás.
Tiene un pino grandote que da un montón de sombra y, también crece en la zona verde un estupendo y frondoso ejemplar de árbol del pan que, con el pino, casi sombrean del todo el jardincico metido en una plazuela que tiene forma de fondo de saco. Crecen también unos arbustos que defienden el centro y le dan intimidad y, al fondo, unas palmeritas, una yuca alta, muy alta que nos habla, como sus compañeros de la foresta, de lo lejos que están ya los orígenes del lugar, y un pruno que levanta una de sus ramas en busca de un sol que, esta tarde, a esa hora, se adivinaba en un disquito que quería ser luminoso y que estaba totalmente envuelto entre nubes que le tenían acogotadito, el pobre.
Allí se quedó en silencio porque, al ser una tarde desapacible, no pululan por el parquecito los niños con sus juegos, gritos y risas. La isleta verde en medio del barrio de San Francisco, a espaldas de la calle de San Jaime, se quedaba sola y triste. Y yo me marchaba hacia la parroquia con unas interrogantes: No veía por ningún sitio el nombre del parquecito, solo supe que una tapia le separa de lo que fuera una parada militar donde se cuidaban, con esmero y mimo, unos excelentes garañones, no sabía cuándo se proyectó ni cuándo se concluyeron las obras, no sabía si fue promovida la obra por la Corporación Municipal o se llevó a efecto por iniciativa popular.
Tras finalizar la Eucaristía bajé al Santuario de la Virgen de Gracia y, al salir coincidí con una vecina del Barrio de San Francisco con la que entablo conversación y, mira por dónde, algunas de mis interrogantes se me desvelan (tal como me lo dijo, te lo cuento):
1.- El tiempo en que se proyectó y su construcción: mediado el siglo pasado cuando se segregó la parroquia de San Francisco de la de Santa Catalina y fue encomendada a un sacerdote que se llamaba Auspicio.
2.- Se lleva a efecto a iniciativa del Párroco Don Auspicio y lo construye Don José Marcos, apodado «El Villenero».
Pletórico de oxígeno marcha, a encontrarse contigo, mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
7.6.2018. Jueves. P. Alfonso Herrera, O. C.
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