jueves, 26 de julio de 2018

La Malva Real del Corralón


ESTAMPA CONVENTUAL.
LA MALVA REAL DEL CORRALÓN.

Ocurrió. Mira que todos los días ando de un lado a otro  del CORRALÓN y no se me había encendido el chispazo. Fue ayer por la mañana. Había regado ya los cerezos, la joven higuera, que algún pájaro había sembrado en un bote de conserva en el que estaba muy a gusto una mata de fresa en   mi bosquecillo madrileño y que, cómo no, se vino conmigo cuando me dieron destino aquí en La Mancha Baja y que, desde que abrió su primera yema, ya trasplantado a tierra, anda escalando para  alcanzar tres veces su altura inicial. También había regado un par de rosales, unos albaricoqueros que han salido porque sí, y no por industria humana, un  llorón chiquitín, unos margaritones altos que originariamente habían crecido en el jardín de Frau Helga Pinto, una coleguilla que dio clases en el colegio alemán de Madrid, un lirio que hace flores amarillas y que, de un parterre de la calle Ángel de Diego Roldán, había pasado a lucirse en un gran tiesto en mi bosquecillo de allá, también disfrutaban con el agua fresca, que les había suministrado, las jardineras de las ventanas que miran al este desde donde otean el horizonte para descubrir al disco flamígero cuando sale del Mediterráneo.
- Fue entonces. Iba a regar las matas de fresas colgadas en los barrotes de una ventana de la fachada lateral y, al pasar por delante, se me encendió la bombilla. El níspero, que alimentó a un montón de volátiles no hace mucho tiempo, recogía en su regazo, a la esbelta malva real que, la verdad sea dicha, solo llega a ser principito, porque el terreno no da para más aunque la aboné con palomina, que se zamparon las gallinas, ¡como te lo  digo! Las gallinas que tenemos son de un limpio...
- La malva real, un milagro que se eleva del secarral del corralón partía por mitad el collage uniforme, en tono verde, del níspero que se está poniendo guapete a la vez que se repone para florecer en mitad del invierno. Y ahí tienes a la MALVA REAL luciéndose sobre el fondo verde del níspero.  Era una bonita estampa que me llamó la atención, me gustó. Así que dejé en el suelo las dos garrafas de agua que llevaba y saqué del bolsillo el telefonillo y dejé quieta, inmóvil en la cámara oscura del aparato, la estampa. Recoge esta estampa, la simbiosis existente entre dos especies que viven en  CORRALÓN DEL CONVENTO DE SAN JOSÉ, entre un níspero, que rompía su verde uniformidad sirviéndose de una MALVA REAL florecida y de ésta que consigue grandiosidad con tan estupendo y bonito telón de fondo verde que le ofrece el níspero.

- Con esta preciosa combinación sale pitando en tu busca, mi saludo, mis
          ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!! P. Alfonso Herrera, O. C.  alfonsoherr@gmail.com
26.7.2018. Jueves. Hoy es la fiesta de los abuelos ¡¡¡FELICIDADES ABUELOS!!!

Hoy celebramos a San Joaquín y Santa Ana, los padres de la Virgen, los abuelos de Jesús. Allá en los Picos de Europa, en el valle de Peñarrubia, hay un pueblo, ROZA, que celebra hoy su fiesta grande. En mis tiempos de párroco (1975-1979) sólo tenía seis vecinos, (17 personas en total). Este pueblo tiene tres barrios: EL CUETU, EL LUGAR Y LA COLINA. Pero con ser tan poca gente la fiesta que montaban era de primera y con sabor. Todo el personal del valle se daba cita en el puebluco. Todos encontraban las puertas abiertas. Las cocinas echaban humo mientras cocían o asaban las piezas de los mejores animales. Recuerdo que yo comí en casa de Lorenzo y Josefina (q.e.d.) algo que no se puede olvidar. «chivo capón de cinco años criado a su aire entre los riscos más altos de aquellas crestas desde las que, dicen, se ve la tersa superficie del Cantábrico». Los cazaban a tiros y, Lorenzo, el amo de casa, que despellejaba y preparaba el cabrito, no comía de él por respeto al animal al que había quitado la vida. Su comida de fiesta, siempre, era un plato de patatas viudas. ¡Qué hombre! Seguro que estará en las gradas más altas del cielo. Luego tomábamos unas copucas del mejor. Coincidiendo con una de aquellas fiestas amenizadas por gaiteros venidos de Asturias, inauguramos la restauración de la ermita dedicada a Santa Ana que amenazaba ruina porque sus gruesas paredes pisaron el terreno por la humedad y se estaban abriendo como si fuera un libro. Aquel día me acompañó mi hermano mayor, Ángel, con su familia. Así vio dónde fue a parar la ayuda  económica que nos había dado. orujo de Liébana.

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