ESTAMPA FORÁNEA.
LAS AZUCENAS DE CIUDAD LINEAL. MADRID.
LAS AZUCENAS DE CIUDAD LINEAL. MADRID.
Un asunto de familia me llevó, en viaje relámpago, a Madrid. A la vuelta, por
tener que hacer una diligencia cerca de donde crecen, no pude por menos que
parar para verlas.
Son mías, es decir, no, no son mías, lo que pasa es que yo di a las dueñas de ese patio boscoso de esa casa, más que chalet, unas cebollas y las hundieron en el lugar más indicado, libres de follaje y con un limonero de fondo para que resalten aún más.
Fíjate en ellas en ese momento de la mañana madrileña en que el sol las está adornando, envolviéndolas, con sus rayitos que se colaban entre el ramaje de un laurel, de una palmera y del limonero que le guarda las espaldas.
Son la atracción del barrio. No te digo que se monten visitas guiadas para contemplarlas y darse el gustazo, pero casi. Siempre hay gente a este lado de la verja mirándolas y cuchicheando comentarios que han de ser de encomio y admiración. ¿No crees?
- "Muchas personas nos han pedido alguna cebolla para plantar en un tiesto en su balcón", me han dicho alguna vez las dueñas.
Pero, hasta la fecha, no han accedido.
Estas azucenas son así. No conocen a las plantas, sus madres, que las estuvieron gestando desde septiembre a julio en que fenecieron. Primero se pusieron sus hojas amarillas como el oro y luego dejaron de ser, se secaron, se fueron. Dejaron el lugar como un desierto, todo pelado. Pero, amigo, fue entrar en escena agosto y empezar a asomar con fuerza los pedúnculos Con su capullo de "pico de pato" del que saldrán las flores.
¡Ahí las tienes! Unas abiertas de par en par, otras en el proceso de merecer y algunas otras pugnando por abrir el capullo donde se encuentran en plena faena de elección de vestido para lucirle al sol de Madrid.
- Estas azucenas no son "gatitas", no son de Madrid. Los padres de estas que ves vinieron de mi pueblo, del jardín del colegio de las Hermanas Carmelitas Misioneras que tenían en La Corchuela, anejo que es de Oropesa. Eso sí, se aclimataron maravillosamente en las jardineras de mi bosquecillo madrileño del que emigraron para establecerse en parterres y jardines del entorno y, fíjate, viajaron hasta allí "en los tiempos en que gobernaba Franco" donde comienza la calle de Arturo Soria que por no haber sido militar, sigue dando nombre a esa avenida que correteaba, en sus inicios, todo el este madrileño.
- A Caudete también se vinieron conmigo algunas pero, hasta la fecha, no me han dicho "esta flor es mía"
- Sigo a la espera.
En medio de esa clase de azucenas, tan bellísimas, te va cómodo mi saludo, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
24.8.2018. Viernes. P. Alfonso Herrera, O. C.
Son mías, es decir, no, no son mías, lo que pasa es que yo di a las dueñas de ese patio boscoso de esa casa, más que chalet, unas cebollas y las hundieron en el lugar más indicado, libres de follaje y con un limonero de fondo para que resalten aún más.
Fíjate en ellas en ese momento de la mañana madrileña en que el sol las está adornando, envolviéndolas, con sus rayitos que se colaban entre el ramaje de un laurel, de una palmera y del limonero que le guarda las espaldas.
Son la atracción del barrio. No te digo que se monten visitas guiadas para contemplarlas y darse el gustazo, pero casi. Siempre hay gente a este lado de la verja mirándolas y cuchicheando comentarios que han de ser de encomio y admiración. ¿No crees?
- "Muchas personas nos han pedido alguna cebolla para plantar en un tiesto en su balcón", me han dicho alguna vez las dueñas.
Pero, hasta la fecha, no han accedido.
Estas azucenas son así. No conocen a las plantas, sus madres, que las estuvieron gestando desde septiembre a julio en que fenecieron. Primero se pusieron sus hojas amarillas como el oro y luego dejaron de ser, se secaron, se fueron. Dejaron el lugar como un desierto, todo pelado. Pero, amigo, fue entrar en escena agosto y empezar a asomar con fuerza los pedúnculos Con su capullo de "pico de pato" del que saldrán las flores.
¡Ahí las tienes! Unas abiertas de par en par, otras en el proceso de merecer y algunas otras pugnando por abrir el capullo donde se encuentran en plena faena de elección de vestido para lucirle al sol de Madrid.
- Estas azucenas no son "gatitas", no son de Madrid. Los padres de estas que ves vinieron de mi pueblo, del jardín del colegio de las Hermanas Carmelitas Misioneras que tenían en La Corchuela, anejo que es de Oropesa. Eso sí, se aclimataron maravillosamente en las jardineras de mi bosquecillo madrileño del que emigraron para establecerse en parterres y jardines del entorno y, fíjate, viajaron hasta allí "en los tiempos en que gobernaba Franco" donde comienza la calle de Arturo Soria que por no haber sido militar, sigue dando nombre a esa avenida que correteaba, en sus inicios, todo el este madrileño.
- A Caudete también se vinieron conmigo algunas pero, hasta la fecha, no me han dicho "esta flor es mía"
- Sigo a la espera.
En medio de esa clase de azucenas, tan bellísimas, te va cómodo mi saludo, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
24.8.2018. Viernes. P. Alfonso Herrera, O. C.
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