ESTAMPA CAUDETANA.
EL ROCÍO.
EL ROCÍO.
San Agustín nos dice que el primer libro que DIOS escribió y desde el que nos
habla es la naturaleza, la creación. Y el evangelista Lucas recoge una
queja de Jesús cuando dijo: «si veis una nube por poniente decís, chubasco
tenemos y si sopla viento sur decís, va a hacer calor y, sin embargo, no sabéis
descubrir la importancia de los nuevos tiempos » (Lc.12, 54-55).
Me llamó la atención. Acababa yo de celebrar la Eucaristía en el Monasterio de las Madres Carmelitas cuando, al dejar el paseo de la Virgen de Gracia y meterme por el pueblo, me fijé en los tejados. Allí estaba. La noche nos había dejado su regalo. Nos estaba apercibiendo: ¡se acerca el otoño! Había depositado por doquier el rocío y sí era signo de que el otoño no anda lejos.
Y eso dicen por el pueblo, «pasadas las fiestas ya estamos en otoño». Hoy he visto que la sabiduría popular es ilustrativa y siempre tiene razón. Hoy, por primera vez, he visto este año el rocío en los tejados del pueblo. Me he alegrado porque eso indica que los calores tan agobiantes que «se disfrutan» en estos lares han preparado las maletas porque, y que se marchan de vacaciones al hemisferio sur siguiendo los pasos del sol con el que se identifican al 100 por 100.
Cuando esto ocurre en los valles de los Picos de Europa, y más concretamente en aquellos de los que tengo conocimiento directo, los de Lamasón y Peñarrubia, el trabajo se les acumula a los que, todavía andan «atropando» (segando y recogiendo) hierba para el invierno. Allí lo llaman «rosao». Si en el día, el sol no secó la hierba segada tienen que hacer pequeños montoncitos (¡Qué arte se dan!) que allí llaman «borucos». Lo primero que tienen que hacer al día siguiente es deshacer los borucos y extender la hierba para que a medio día puedan hacer los «coloños» (grandes montones) para cargar en los moticultores o, en su caso, en los carros tirados por vacas que habrán de «higuar» (introducir) por el ventanuco en la parte alta, en el pajar (en los invernales) donde servirá de pasto para las vacas que se recogerán en ellos en tiempos de muy bajas temperaturas y con mucha nieve.
Me llamó la atención. Acababa yo de celebrar la Eucaristía en el Monasterio de las Madres Carmelitas cuando, al dejar el paseo de la Virgen de Gracia y meterme por el pueblo, me fijé en los tejados. Allí estaba. La noche nos había dejado su regalo. Nos estaba apercibiendo: ¡se acerca el otoño! Había depositado por doquier el rocío y sí era signo de que el otoño no anda lejos.
Y eso dicen por el pueblo, «pasadas las fiestas ya estamos en otoño». Hoy he visto que la sabiduría popular es ilustrativa y siempre tiene razón. Hoy, por primera vez, he visto este año el rocío en los tejados del pueblo. Me he alegrado porque eso indica que los calores tan agobiantes que «se disfrutan» en estos lares han preparado las maletas porque, y que se marchan de vacaciones al hemisferio sur siguiendo los pasos del sol con el que se identifican al 100 por 100.
Cuando esto ocurre en los valles de los Picos de Europa, y más concretamente en aquellos de los que tengo conocimiento directo, los de Lamasón y Peñarrubia, el trabajo se les acumula a los que, todavía andan «atropando» (segando y recogiendo) hierba para el invierno. Allí lo llaman «rosao». Si en el día, el sol no secó la hierba segada tienen que hacer pequeños montoncitos (¡Qué arte se dan!) que allí llaman «borucos». Lo primero que tienen que hacer al día siguiente es deshacer los borucos y extender la hierba para que a medio día puedan hacer los «coloños» (grandes montones) para cargar en los moticultores o, en su caso, en los carros tirados por vacas que habrán de «higuar» (introducir) por el ventanuco en la parte alta, en el pajar (en los invernales) donde servirá de pasto para las vacas que se recogerán en ellos en tiempos de muy bajas temperaturas y con mucha nieve.
Ligero de ropa, todavía, te va corriendo mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
14.9.2018. Viernes. Fiesta de LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ. P. Alfonso Herrera, O. C.
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