ESTAMPA CAUDETANA.
EL BURRO DE PICÓ.
EL BURRO DE PICÓ.
El viaje lo inició antes de que se cortara la cinta de salida, de que la
Iglesia Católica comenzara un nuevo año litúrgico con el primer domingo del
Adviento y ya Picó tenía metido en el escaparate de su local comercial,
que abre sus puertas a la calle Mercado, a un burro, un burro de esparto, lleno
de productos navideños. Una buena carta de presentación para todo caudetano o
advenedizo, como yo, que pase delante del comercio.
Es chulo, gracioso el animalito de esparto y más gracioso, por lo apetitoso que se muestra y ofrece. No se le ven los ojos, pero yo creo que de ellos muy bien podría decirse lo que dijera Juan Ramón Jiménez de su Platero: "ojos de azabache". Y como el burrico de Juan Ramón, el de Picó es pequeño. Peludo, peludo, no lo es porque el esparto es bastante basto y no lleva albarda de piel. Tampoco coincide con Platero en los interiores porque, éste, en lugar de algodón, alberga toda clase de dulces hasta dejárselo de sobra. Eso sí, coinciden los dos asnos en que no tienen huesos porque huesos, huesos, no los tiene ninguno de los dos, ni el de la novela del Premio Nobel (1956), ni el del escaparate de los Picó, a no ser que, en el burro de Picó hayan puesto en el serón del burrico, que es él mismo, un sucedáneo, unos carbones dulces para que se provean de ellos los Reyes Magos y puedan ponérselos a los niños que se han portado mal a lo largo del año anterior.
Yo no sé si los de Picó han puesto el borriquillo en el escaparate de su negocio como anuncio publicitario o si lo han puesto para hacer una rifa del burro QUE VIENE A SER COMO UNA CESTA DE NAVIDAD CON LA ATRACTIVA FORMA DE ESE ANIMAL al que no le falta ni el faldón, faldón consistente en un décimo de lotería para el sorteo, llamado de navidad, del próximo día 22, que, también es, a la postre, mera y pura publicidad de los productos navideños que se fabrican en sus cocinas y hornos.
Muy endulzado sale desde Caudete para encontrarte, mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
13.12.2018. Jueves. P. Alfonso Herrera, O. C.
Es chulo, gracioso el animalito de esparto y más gracioso, por lo apetitoso que se muestra y ofrece. No se le ven los ojos, pero yo creo que de ellos muy bien podría decirse lo que dijera Juan Ramón Jiménez de su Platero: "ojos de azabache". Y como el burrico de Juan Ramón, el de Picó es pequeño. Peludo, peludo, no lo es porque el esparto es bastante basto y no lleva albarda de piel. Tampoco coincide con Platero en los interiores porque, éste, en lugar de algodón, alberga toda clase de dulces hasta dejárselo de sobra. Eso sí, coinciden los dos asnos en que no tienen huesos porque huesos, huesos, no los tiene ninguno de los dos, ni el de la novela del Premio Nobel (1956), ni el del escaparate de los Picó, a no ser que, en el burro de Picó hayan puesto en el serón del burrico, que es él mismo, un sucedáneo, unos carbones dulces para que se provean de ellos los Reyes Magos y puedan ponérselos a los niños que se han portado mal a lo largo del año anterior.
Yo no sé si los de Picó han puesto el borriquillo en el escaparate de su negocio como anuncio publicitario o si lo han puesto para hacer una rifa del burro QUE VIENE A SER COMO UNA CESTA DE NAVIDAD CON LA ATRACTIVA FORMA DE ESE ANIMAL al que no le falta ni el faldón, faldón consistente en un décimo de lotería para el sorteo, llamado de navidad, del próximo día 22, que, también es, a la postre, mera y pura publicidad de los productos navideños que se fabrican en sus cocinas y hornos.
Muy endulzado sale desde Caudete para encontrarte, mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
13.12.2018. Jueves. P. Alfonso Herrera, O. C.
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