ESTAMPA CONVENTUAL.
LA PIRA DE SAN BLAS.
- A lo acontecido ayer en el corralón del CONVENTO DE SAN
JOSÉ (EL CARMEN), podíamos aplicar aquel final de los entrañables relatos de la
infancia, que tan suspendidos nos tenían de la lectura que nos hacían nuestras
madres (yo ahora veo a mi madre con el mandil ceñido y el sacudidor de polvo,
prendido en el cordón del mandil, a un costado; con el libro de letras grandes
cogido con su mano izquierda, el pulgar por la mitad del libro, en sus adentros
y, por fuera, sujetándole, los otros cuatro dedos, el índice, el corazón, el
anular y el meñique y los dedos pulgar e índice de su otra mano, humedecidos
con la saliva, preparados para pasar de hoja sin interrumpir la lectura, de
modo que no se rompiera, lo más mínimo, el encanto en que nos tenía metidos la
escucha de la lectura:
- "Y, colorín colorado, este cuento se ha acabado".
- Sí, aquella pira que habíamos preparado en el corralón del CONVENTO DE SAN JOSÉ (EL CARMEN) para que iluminara la noche de San Blas, COPATRONO DE LA VILLA CON LA VIRGEN DE GRACIA y que no pudo inmolarse, en luz y calor, porque no podía entablar una lucha desigual contra los elementos como aquel viento fuerte y molesto que todo lo revolvía llevándolo de un lado a otro y que nos hubiera puesto en un brete, de haberla pegado fuego, vino ayer, día pintiparado porque, además de soleado, no se movía ni una brizna de airea, a quedarse en nada ("sit transit gloria mundi", le recuerdan al papa cuando le eligen para ejercer de SIERVO DE LOS SIERVOS DE DIOS), pues así pasó la gloria del montón de ramas resultantes de la poda a que sometió la diestra mano del Nieto de Bienvenido a los arbolicos que crecen en el corralón del CONVENTO, cuando las heladas de la noche encerraron su sabia en las raíces, se vinieron abajo, se convirtieron en unas brasas. Sólo en unas brasas que pugnaban contra las llamas por no convertirse en ceniza, en nada.
- Pobres ramas, manifestaban su dolor con cada estallido de sí mismas convertidas en pequeñas estrellitas que "salían pitando de la quema", llevando un lindo esplendor, hasta allí donde, ya sin fuerza, se dejaban caer, un poco lejos de la hoguera.
- Las pobres áscuas, las pobres brasas lloraban a chispita viva porque, el calor que desprendían, no era empleado para freír unos ajos morados en con que dar sabor a un aceite del lugar con que tostar, luego, una medida remecida de harina y con ella y el agua que requiriera, hacer una GACHAMIGA por mano experta, como lo es, también, la del mismo podador.
- De pena lloraban las brasas que quedaban de la pira de San Blas, que por San Blas no se prendiera.
- ¡Qué pena!, ¡Qué pena!
- Y el P. Luis, indolente..., seguía "echando leña al fuego".
- "Y, colorín colorado, este cuento se ha acabado".
- Sí, aquella pira que habíamos preparado en el corralón del CONVENTO DE SAN JOSÉ (EL CARMEN) para que iluminara la noche de San Blas, COPATRONO DE LA VILLA CON LA VIRGEN DE GRACIA y que no pudo inmolarse, en luz y calor, porque no podía entablar una lucha desigual contra los elementos como aquel viento fuerte y molesto que todo lo revolvía llevándolo de un lado a otro y que nos hubiera puesto en un brete, de haberla pegado fuego, vino ayer, día pintiparado porque, además de soleado, no se movía ni una brizna de airea, a quedarse en nada ("sit transit gloria mundi", le recuerdan al papa cuando le eligen para ejercer de SIERVO DE LOS SIERVOS DE DIOS), pues así pasó la gloria del montón de ramas resultantes de la poda a que sometió la diestra mano del Nieto de Bienvenido a los arbolicos que crecen en el corralón del CONVENTO, cuando las heladas de la noche encerraron su sabia en las raíces, se vinieron abajo, se convirtieron en unas brasas. Sólo en unas brasas que pugnaban contra las llamas por no convertirse en ceniza, en nada.
- Pobres ramas, manifestaban su dolor con cada estallido de sí mismas convertidas en pequeñas estrellitas que "salían pitando de la quema", llevando un lindo esplendor, hasta allí donde, ya sin fuerza, se dejaban caer, un poco lejos de la hoguera.
- Las pobres áscuas, las pobres brasas lloraban a chispita viva porque, el calor que desprendían, no era empleado para freír unos ajos morados en con que dar sabor a un aceite del lugar con que tostar, luego, una medida remecida de harina y con ella y el agua que requiriera, hacer una GACHAMIGA por mano experta, como lo es, también, la del mismo podador.
- De pena lloraban las brasas que quedaban de la pira de San Blas, que por San Blas no se prendiera.
- ¡Qué pena!, ¡Qué pena!
- Y el P. Luis, indolente..., seguía "echando leña al fuego".
- Aprovechando las corrientes de aire ascendentes hacia el cielo, generadas en las cercanías de la lumbre viaja, marcha hasta ti, mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
- 28.2.2019. Jueves. Y, con hoy, ya se despide Febrero. ¡Ni un día más nos dio de cortesía! 28 y "vamos que ardemos", como la PIRA DE SAN BLAS. P. Alfonso Herrera, O. C.
Entrañable recuerdo para tu madre....Nunca jamás escuché hablar con tanta magia de una simple hoguera para quemar leña resultante de la poda de árboles. Genial redacción. ..encantadora. Gracias y buenos días, Padre.
ResponderEliminarBuenos, días, P,Alfonso , un comentario muy bonito del recuerdo de su madre ,,febrero ya se a ido y con el la hoguera,feliz jueves
ResponderEliminarMuy buenos días, P. Alfonso, sí senos fue febrerico el corto, y hasta el último día a esperado la hoguera del convento de San José, para darle tributo a San Blas muy buen recuerdo el que le tributa a su madre, esos recuerdos de cuando somos pequeños nunca se olvidan.Que tenga un buen día.
ResponderEliminarLas madres y sus recuerdos, cualquier hoguera,por pequeña que sea,es una buena excusa para,evocar esos momentos vividos con ellas,así son las madres!!!Como todo ,la hoguera,tambien tubo su final,a otra vamos!!!Muy buenos días ,para usted también.P.Alfonso!!
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