La Burra de José María

ESTAMPA CAUDETANA.
LA BURRA DE JOSÉ MARÍA, EL COJICO.

 Quien ves en la fotografía no es LA BURRA. A la vista está. Quien aparece es José María.
José María es un muchachico  muy agradable que a mí me identifica como "fraile o cura, que tanto da, muy grande". Muy bien podía decir de mí, que soy de los suyos porque, aunque se puso a andorrear por este mundo nueve años antes que yo, no se me queda muy atrás en el movimiento y el ascensor tiraba de más de doscientos kilos cuando nos subía a casa siendo él, también yo, el que pasaba de los cien kilos.
José María Marcos Conejero es un hombre que vale para todo menos para darle esquinazo a Josefa, su señora, porque ésta le conoce por los cuatro costados y si tuviera cueva, también le conocería por la cueva. Y es que ¿por qué te crees que José María es un señor hecho y derecho? pues ni más, ni menos, porque al lado va ella o quizá, medio paso por delante de él, que todo hay que decirlo. Con José María no tiene razón aquel refrán que dice muy seguro:"detrás de un hombre grande, siempre hay una mujer". Pues, no. Yo creo que van al paso, del bracete si no, como te decía antes, ella es la que va medio paso por delante para, eso sí, limpiarle el caminico con el fin de que, el hombre, brille. Y es que, chico, cuando brilla el marido es porque la mujer le ha prendido la lámpara, vamos que por mucha yesca que sea el hombre... si no hay pedernal que ponga la chispa... Ese es José María, conocido por el apodo de su padre, EL COJICO, pues ese defecto tuvo su progenitor. Claro que, también atiende por CASPORRO porque Casporra llamaban a Manuela, su madre, y por Casporra era conocida Joaquina, su abuela.
José María se había enterado de que en el corralón del CONVENTO DE SAN JOSÉ (EL CARMEN) crecen dos hermosos algarrobos y es sabido, yo se lo dije, que a los equinos les vuelven locos las algarrobas, como a los cerdos, según se nos narra en la parábola del HIJO PRÓDIGO (Lucas 15,11-32). Vino una vez por casa y se llevó para probar y la experiencia es un grado pues se convenció por sí mismo de aquello que yo le había dicho.
- La BURRA de José María dejó a un lado el forraje y se lanzó con sus belfos en ristre a zamparse la prueba. Así que el domingo pasado después de la misa de 19,30, siempre se acerca a celebrar la PASCUA DEL SEÑOR DOMINICAL a esa hora, me dijo que iba a volver a las andadas y le contesté que el CONVENTO DE SAN JOSÉ (EL CARMEN) siempre estaba abierto para él.
- Y aquí se nos presentó. El P. Ángel le dejó la vara con la que echa él los higos abajo y, con ella, manejándola con una destreza de quien sabe hacer las cosas, ¡cuántas aceitunas habrán echado abajo esas manos con un palo en las manos! se puso a quitarles las algarrobas, ya maduras, a los dos algarrobos del corralón del CONVENTO. Ahí le tienes en plena faena.
Esos árboles no se dan en la zona caudetana. Son de tierras más templadas, de las cercanías del mediterráneo. Sólo en nuestro corralón crecen debido a que se encuentran recogidicos y el afilado cuchillo de unos aires fríos, con el frío del hielo, no les hiere. Los plantones fueron traídos hasta aquí desde nuestro convento de Villarreal de los Infantes (Castellón).
¡Qué cosas! También trajeron los frailes carmelitas hasta aquí, desde nuestro convento de Valencia, de La Eliana, la obra teatral que se suele representar en Navidades por actores no profesionales de aquí del pueblo. Y, mira por dónde, en la BURRA DE JOSÉ MARÍA, la burra que todo caudetano conoce, porque ¿quién no la ha visto aparecer en el escenario durante la representación teatral "Pastores y demonios"? confluyen ambas actuaciones de los frailes carmelitas.
¿Por qué?
Pues porque la tranquila y pacífica burra viene a adquirir mucho protagonismo porque se mueve por el escenario con menos nervios que muchos de los actores durante la representación teatral traída por los carmelitas y ella es la que se come las algarrobas de los  algarrobos que, también,  trajeron los carmelitas a este pueblo.

LA BURRA es tan cariñosa que parece un perro faldero, me dice José María, va detrás de él o de sus hijos sin ningún estímulo como, por ejemplo, el subir por las escaleras del escenario. Pero esa actitud y comportamiento no fue siempre así. Cuenta José María que para hacerla entrar en "razón" uno de sus hijos le enseño el palo pero él le dijo que no se le ocurriera pegarla. Bastó que José María le diera unas palmadas en el pescuezo y le tapara la cabeza para que el animal reculara y se dejara poner los arreos y la collera. Y no hubo necesidad de más hasta el día de hoy.
Una preocupación deja salir de sí mismo el bueno de José María: la BURRA no ha tenido descendencia. Sola se encuentra en un corral de 250 mts. aledaño a la Almazara de los Agulló. Le han "presentado", en distintas ocasiones, a un apuesto garañón con numerosas pruebas de paternidad y ha pasado olímpicamente de él. Pero no pierde la esperanza José María, pues me dice que cuando vuelva a estar de subida la BURRA, insistirán de nuevo.
¡Que haya suerte!, José María.
Mientras, la cena de la BURRA son las algarrobas cosechadas en el corralón del CONVENTO DE SAN JOSÉ (EL CARMEN) por el bueno de José María  que cuando termine marzo, en su último día, estará de cumpleaños. Juntará 82 añicos.
¡Le felicitaremos!
Se me olvidaba decirte que en la recogida de algarrobas contó con la ayuda inestimable de su gran e inseparable amigo, Paco el Molinero.

Aprovechando el vuelo de las algarrobas hasta lo alto del pueblo, vuela, también, a buscarte mi saludo, mis

          ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
5.3.2019. Martes. P. Alfonso Herrera, O. Carm.