ESTAMPA CAUDETANA.
EL REGISTRO.
EL REGISTRO.
Antes de ayer, al terminar la Eucaristía en la parroquia de San Francisco
amenazaba lluvia. Correteaban por el cielo unas nubes con mala cara y muy
empanzadas que me metían dentro aquel ,«¿y si llueve?». No me concedí ni la más
leve prevención y decidí dar un paseo por el camino que, partiendo de la ermita
de San Antón, te conduce hasta el polígono industrial del pueblo: LOS VILLARES.
Y pian, pian, pian por allí me fui.
Paré en la ermita para sacar unas fotos y un bólido de carne peluda se me echó encima. Era un perrazo de aquí te espero escopeta. De nada servía que tratara de echármele de encima ni que su dueño le requiriera con órdenes autoritarias. No había manera. Me ponía sus patas en los hombros y sus belfos, no precisamente limpios, me sacudían en las barbas.
El inmenso animal resulta que era un cachorro de poco más de un año, me diría el dueño cuando el bicho se tranquilizó, y comprendí que estaba, todavía, en su etapa cachorrera. Así que me tomó como un elemento más, eso sí, a su medida, mejor que el liliputiense perrico con el que correteaba por el parquecico municipal aledaño a la ermita, mordisqueandose mutuamente, para eso, para dar rienda suelta a su vida cachorrera, vamos para pasarlo bien.
¡Qué bicho! Menos mal que pudo hacerse con ella, porque era perra, su dueño y ya derivó su atención a su amiguico que, de un bocado, muy bien se le podía haber tragado. Pero, no. Se querían demasiado y ni un ladridico dio el chiquitín con las caricias que le propinaba el gigante y eso que solo tenía un año y poco más. Salí del espacio acotado, cerré la puerta para prevenir otra sesión de juegos y puse los pies en polvorosa. Allí se quedó el lugareño con los dos canes, gigante, el uno, y una minucia, el otro.
- Al llegar a la altura del restaurante Vilmar en el que finalizaba el camino, empezó a jarrear. Se dejaban caer desde las nubes unos goterones que enseguida pusieron humedad empapando toda la zona. Me vi obligado a guarecerme, un poco a regoviento, de la cellisca en el mismo restaurante hasta que dejó de llover de aquel modo para dar paso a una lluvia suave, como una especie de orbajo, que dicen por Cantabria.
- Al atravesar el puente me detuve a contemplar un molino o, más bien, lo que fuera el molino de San Antón, creo que en él nació Bienvenido, el abuelo de Paco, el Molinero.
- Al traspasar el puente sobre el río Vinalopó, que más parece una seca torrentera, camino del pueblo, le vi. Me llamó poderosamente la atención aquel REGISTRO O TARJEA O BOCA DE ALCANTARILLA A LA QUE LE FALTABA LA TAPA DE HIERRO FUNDIDO.
- En seguida se agolparon y a dar vuelta por mi cabeza, presentizándolos, los recuerdos de aquel terrible suceso de Totalán, que mantuvo en vilo a la población española y la de allende las fronteras, durante muchos días. Ocurrió, como sabes, allí, en la provincia de Málaga, aquel accidente que terminó con la vida de Julen, un niñico de tres añitos, que murió al caerse a un pozo de 70 metros que, en el momento infausto no contaba con los elementos de protección pertinentes. Y di en pensar que «¿y si los niños de aquí, en sus juegos se llegan hasta el polígono «Los Villares» y gateando, gateando, llegaran arriba y, al perder el equilibrio, se cayeran al fondo de la alcantarilla?»
- Estoy seguro de que ese pozo, al finalizar su construcción, estuvo tapado con una tapa de hierro fundido, como dicen que quedó el de Totalán, pues, como cualquier otro pozo del pueblo, pero, antes de ayer por la tarde, ya lo ves en la foto, no lo estaba.
- Y no me lo explicaba y ¿sabes por que? Pues porque el Sr. Alcalde, en uso de sus facultades, publicó un bando en el que urgía a aquellos lugareños que dispusieran de pozos semejantes, en sus campos, al de Totalán, el del triste suceso, a que pusieran especial cuidado para que permanecieran convenientemente sellados para prevenir un suceso semejante. Y, no obstante, en un sitio público y al alcance de cualquier rapaz, tenemos «la boca del lobo bien abierta».
Paré en la ermita para sacar unas fotos y un bólido de carne peluda se me echó encima. Era un perrazo de aquí te espero escopeta. De nada servía que tratara de echármele de encima ni que su dueño le requiriera con órdenes autoritarias. No había manera. Me ponía sus patas en los hombros y sus belfos, no precisamente limpios, me sacudían en las barbas.
El inmenso animal resulta que era un cachorro de poco más de un año, me diría el dueño cuando el bicho se tranquilizó, y comprendí que estaba, todavía, en su etapa cachorrera. Así que me tomó como un elemento más, eso sí, a su medida, mejor que el liliputiense perrico con el que correteaba por el parquecico municipal aledaño a la ermita, mordisqueandose mutuamente, para eso, para dar rienda suelta a su vida cachorrera, vamos para pasarlo bien.
¡Qué bicho! Menos mal que pudo hacerse con ella, porque era perra, su dueño y ya derivó su atención a su amiguico que, de un bocado, muy bien se le podía haber tragado. Pero, no. Se querían demasiado y ni un ladridico dio el chiquitín con las caricias que le propinaba el gigante y eso que solo tenía un año y poco más. Salí del espacio acotado, cerré la puerta para prevenir otra sesión de juegos y puse los pies en polvorosa. Allí se quedó el lugareño con los dos canes, gigante, el uno, y una minucia, el otro.
- Al llegar a la altura del restaurante Vilmar en el que finalizaba el camino, empezó a jarrear. Se dejaban caer desde las nubes unos goterones que enseguida pusieron humedad empapando toda la zona. Me vi obligado a guarecerme, un poco a regoviento, de la cellisca en el mismo restaurante hasta que dejó de llover de aquel modo para dar paso a una lluvia suave, como una especie de orbajo, que dicen por Cantabria.
- Al atravesar el puente me detuve a contemplar un molino o, más bien, lo que fuera el molino de San Antón, creo que en él nació Bienvenido, el abuelo de Paco, el Molinero.
- Al traspasar el puente sobre el río Vinalopó, que más parece una seca torrentera, camino del pueblo, le vi. Me llamó poderosamente la atención aquel REGISTRO O TARJEA O BOCA DE ALCANTARILLA A LA QUE LE FALTABA LA TAPA DE HIERRO FUNDIDO.
- En seguida se agolparon y a dar vuelta por mi cabeza, presentizándolos, los recuerdos de aquel terrible suceso de Totalán, que mantuvo en vilo a la población española y la de allende las fronteras, durante muchos días. Ocurrió, como sabes, allí, en la provincia de Málaga, aquel accidente que terminó con la vida de Julen, un niñico de tres añitos, que murió al caerse a un pozo de 70 metros que, en el momento infausto no contaba con los elementos de protección pertinentes. Y di en pensar que «¿y si los niños de aquí, en sus juegos se llegan hasta el polígono «Los Villares» y gateando, gateando, llegaran arriba y, al perder el equilibrio, se cayeran al fondo de la alcantarilla?»
- Estoy seguro de que ese pozo, al finalizar su construcción, estuvo tapado con una tapa de hierro fundido, como dicen que quedó el de Totalán, pues, como cualquier otro pozo del pueblo, pero, antes de ayer por la tarde, ya lo ves en la foto, no lo estaba.
- Y no me lo explicaba y ¿sabes por que? Pues porque el Sr. Alcalde, en uso de sus facultades, publicó un bando en el que urgía a aquellos lugareños que dispusieran de pozos semejantes, en sus campos, al de Totalán, el del triste suceso, a que pusieran especial cuidado para que permanecieran convenientemente sellados para prevenir un suceso semejante. Y, no obstante, en un sitio público y al alcance de cualquier rapaz, tenemos «la boca del lobo bien abierta».
Desde aquí me permito avisar a quien corresponda,
posiblemente: a la Concejalía de Seguridad o, en su caso, de Obras del Ilmo.
Ayuntamiento para que sea repuesta la tapa al registro de la alcantarilla
situada junto a la carretera, en el polígono industrial de LOS VILLARES, con el
fin de prevenir un suceso luctuoso con el consiguiente disgusto social.
Espero que no caiga en la alcantarilla y pueda llegarte indemne, mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
4.4.2019. Jueves. P. Alfonso Herrera, O. C.
Espero que no caiga en la alcantarilla y pueda llegarte indemne, mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
4.4.2019. Jueves. P. Alfonso Herrera, O. C.
Muy buenos días P. Alfonso, muy buen paseo se dio usted la otra tarde, la semana pasada en nuestras andaduras mañaneras camino de la Toconera mis amigas Carmen y Fina y yo también nos encontramos con un pozo en esas mismas condiciones .Como mi amiga Fina también hace como usted , teléfono en mano y foto que hace, enseguida se la mando al señor alcalde, esperemos que se vaya solucionando ese tema antes que tengamos que lamentar algo de sagradable.Que pase un buen día.
ResponderEliminarBuen paseo de dio usted la otra tarde.Parece que llegó allover un poco,no soy buena con la predicción del tiempo,pues como recordara,le dije ,cuando me saludó con mis vecinos,que marchara tranquilo que ya no llovería esa tarde.Me retiro de "agüera"y zapatero a tus zapatos,que se dice por aquí.Que tenga un buen día de jueves P.Alfonso.
ResponderEliminarBuen dia P,Alfonso,con ese peludo quese encontro por el camino por muy cachorros que sean hay que tener cuidado nunca se sabe lo que pueden hacer son animales yo les tengo miedo y siban sueltos aun mas feliz dia
ResponderEliminarBuenas tardes....hoy internet me la ha jugado....enfin....ahora lo voy a disfrutar.Espero mañana no sufrir averias.Buenas noches,Padre.
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