ESTAMPA CAUDETANA.
EL MILAGRO DE BELÉN.
EL HIJO DE DIOS NACE HOMBRE.
EL MILAGRO DE BELÉN.
EL HIJO DE DIOS NACE HOMBRE.
Evangelio de San Lucas 2,6-16
PÉREZGIL puso luz con sus pinceles en aquella cueva de Belén en la que se guareció aquella pareja que había llegado desde Nazaret para inscribirse en el censo del romano. Los descendientes del rey David, en aquel entonces, debían ser muchos porque los buenos de José y de María no encontraron ni un huequecillo en los corralones de las posadas para recostarse y descansar de un viaje de 120 kilómetros, estando, como estaba ELLA, en avanzado estado de gestación.
Cuando llegó allí el bueno del pintor caudetano leyendo la noticia en el Evangelio de Lucas, a la cueva de la NAVIDAD el NIÑO ya estaba fajado y reposaba sobre un colchoncito de pajas que no habían rumiado los animales.
San Francisco de Asís al recrear el momento inventando el «presepio» doce siglos después, hizo testigos del HECHO GRANDIOSO a un pastorcico, a una vaca y a una mula que, al tiempo, ponían calorcico en el ambiente de aquella noche feliz y así lo refleja nuestro pintor PÉREZGIL en el lienzo que refleja el HECHO en la pared del santuario de la VIRGEN DE GRACIA.
¡Qué bien resalta PÉREZGIL EL MOMENTO y cómo centra, con esas pinceladas de luz, a los personajes protagonistas: el RECIÉN NACIDO Y SU MADRE, NUESTRA VIRGEN DE GRACIA. De ese CRISOL en el que, el HIJO DEL ALTÍSIMO, SE CONVIERTE EN JOYA HUMANA, el artista va sacando la luz que da vida al resto de los personajes, que asisten ensimismados al milagro.
De entre ellos, me fijo en el buenazo de San José, que ha sido el protagonista del largo viaje cuidando de que María sufriera lo menos posible durante e incómodo viaje, y que, ahora, ya ves dónde está situado, en un segundo plano, en penumbra, levemente señalado y es que, la verdad, PÉREZGIL se leyó el evangelio y de él le sacó, sacó al personaje, le sacó tal cual aparece en la Palabra Revelada, en un segundo plano, humilde y, no obstante, en su humildad, radica su grandiosidad. Él entronca al HIJO DE DIOS HECHO HOMBRE con la progenie del rey David, le hace miembro de su familia y le prepara para ser hombre y lo hace de tal manera que, gracias a él, Jesús, conecta, a las maravillas, con los hombres a los que viene a traer la noticia de un Dios, Padre-Madre cercano. Será él quien le enseñará a JESÚS, al HIJO DE DIOS, a hablar y a saber estar y a tratar con la gente. Él, que será la estrella rutilante en el hogar a cuya luz aprenderá, EL HIJO ENCARNADO, a ser un hombre hecho y derecho, cabal, él, el HIJO ÚNICO DEL PADRE. A él que, según mi parecer, le tomará como ejemplo cuando Jesús hable a las gentes de un DIOS PADRE, de un DIOS PASTOR, de un DIOS DUEÑO DE UNA VIÑA, de un DIOS QUE INVITA A LA BODA DE SU HIJO, de un DIOS COMPASIVO, de un DIOS TRABAJADOR de un DIOS MISERICORDIOSO, de un DIOS CERCANO. Así veo yo a José y así lo vio el autor de la Carta a los Hebreos cuando afirmó que Jesús «sufriendo aprendió a obedecer» (Hebreo 5,6-8).
Ese es JOSÉ, ese es el personaje que nuestro pintor PEREZGIL retrató en un segundo plano, levemente iluminado por el MISTERIO al plasmar en la pared del santuario de la VIRGEN DE GRACIA el Grandioso acontecimiento de la NAVIDAD DE DIOS EN NUESTRA CARNE.
¡Qué grandes hizo Dios a MARÍA y a JOSÉ!
La labor de ambos, sigue dando resultado veintiún siglos después.
PÉREZGIL puso luz con sus pinceles en aquella cueva de Belén en la que se guareció aquella pareja que había llegado desde Nazaret para inscribirse en el censo del romano. Los descendientes del rey David, en aquel entonces, debían ser muchos porque los buenos de José y de María no encontraron ni un huequecillo en los corralones de las posadas para recostarse y descansar de un viaje de 120 kilómetros, estando, como estaba ELLA, en avanzado estado de gestación.
Cuando llegó allí el bueno del pintor caudetano leyendo la noticia en el Evangelio de Lucas, a la cueva de la NAVIDAD el NIÑO ya estaba fajado y reposaba sobre un colchoncito de pajas que no habían rumiado los animales.
San Francisco de Asís al recrear el momento inventando el «presepio» doce siglos después, hizo testigos del HECHO GRANDIOSO a un pastorcico, a una vaca y a una mula que, al tiempo, ponían calorcico en el ambiente de aquella noche feliz y así lo refleja nuestro pintor PÉREZGIL en el lienzo que refleja el HECHO en la pared del santuario de la VIRGEN DE GRACIA.
¡Qué bien resalta PÉREZGIL EL MOMENTO y cómo centra, con esas pinceladas de luz, a los personajes protagonistas: el RECIÉN NACIDO Y SU MADRE, NUESTRA VIRGEN DE GRACIA. De ese CRISOL en el que, el HIJO DEL ALTÍSIMO, SE CONVIERTE EN JOYA HUMANA, el artista va sacando la luz que da vida al resto de los personajes, que asisten ensimismados al milagro.
De entre ellos, me fijo en el buenazo de San José, que ha sido el protagonista del largo viaje cuidando de que María sufriera lo menos posible durante e incómodo viaje, y que, ahora, ya ves dónde está situado, en un segundo plano, en penumbra, levemente señalado y es que, la verdad, PÉREZGIL se leyó el evangelio y de él le sacó, sacó al personaje, le sacó tal cual aparece en la Palabra Revelada, en un segundo plano, humilde y, no obstante, en su humildad, radica su grandiosidad. Él entronca al HIJO DE DIOS HECHO HOMBRE con la progenie del rey David, le hace miembro de su familia y le prepara para ser hombre y lo hace de tal manera que, gracias a él, Jesús, conecta, a las maravillas, con los hombres a los que viene a traer la noticia de un Dios, Padre-Madre cercano. Será él quien le enseñará a JESÚS, al HIJO DE DIOS, a hablar y a saber estar y a tratar con la gente. Él, que será la estrella rutilante en el hogar a cuya luz aprenderá, EL HIJO ENCARNADO, a ser un hombre hecho y derecho, cabal, él, el HIJO ÚNICO DEL PADRE. A él que, según mi parecer, le tomará como ejemplo cuando Jesús hable a las gentes de un DIOS PADRE, de un DIOS PASTOR, de un DIOS DUEÑO DE UNA VIÑA, de un DIOS QUE INVITA A LA BODA DE SU HIJO, de un DIOS COMPASIVO, de un DIOS TRABAJADOR de un DIOS MISERICORDIOSO, de un DIOS CERCANO. Así veo yo a José y así lo vio el autor de la Carta a los Hebreos cuando afirmó que Jesús «sufriendo aprendió a obedecer» (Hebreo 5,6-8).
Ese es JOSÉ, ese es el personaje que nuestro pintor PEREZGIL retrató en un segundo plano, levemente iluminado por el MISTERIO al plasmar en la pared del santuario de la VIRGEN DE GRACIA el Grandioso acontecimiento de la NAVIDAD DE DIOS EN NUESTRA CARNE.
¡Qué grandes hizo Dios a MARÍA y a JOSÉ!
La labor de ambos, sigue dando resultado veintiún siglos después.
Con el gozo de sabernos queridos por Dios, sale pimpante para ir a ti, mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
6.5.2019. Lunes. P. Alfonso Herrera, O. Carm.
Magnífico comentario sobre el misterio entrañable de Dios hecho niño.
ResponderEliminarDios PadreMadre.... metido en el género humano nos anima instante a instante a caminar acompañados por su Amor infinito.
Ten un estupendo lunes,Padre.
Muy buenos días P. Alfonso, un día más , sigo aprendiendo de usted como el pintor Perezgil con sus pinceladas, nos refleja el misterio del Nacimiento de Jesús pues con la explotación suya me doy cuenta que estoy en un museo , con nuestro guía aprendiendo , muchas gracias por enseñar día el reflejo de estas pinturas. Que tenga un buen día.
ResponderEliminar( explicación) perdón
ResponderEliminarBuenos días, P. Alfonso,gracias por todas las explicaciones que nos da todos los días hoy sibre el nacimiento del Niño Jesus ,que refleja nuestro caudetano sobre sus liezos en el Santuario de la Vrgen de Gracia, buen dia tenga usted y nos acompañe todos los días,
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