ESTAMPA CAUDETANA.
EL MIRLO DESNORTADO.
Llevan un par de días
fuera del nido andorreando, de teja en teja, por el tejado de la iglesia del
CONVENTO DE SAN JOSÉ (EL CARMEN). Son dos estorninos que se conocen con el
nombre de tordos.
- Parece ser que el calor de estos días ha metido muchos
grados en el pequeño hueco bajo teja donde vinieron a vivir y, la inmediata, no
era otra que la de salir fuera. Y allí están de un lado a otro del tejado, a
este lado del caballete para evitar que el aire que viene de poniente no les
juegue una mala pasada.
- Y, claro, la
inconsciencia de la «niñez», les está poniendo las plumas de punta a los padres
que se desmelenan yendo y viniendo al extrarradio a por langostos e insectos de
toda especie para satisfacer el ánsia que sienten por llenar sus buches.
- Los padres se dan un arte en eso del volar que da gusto
verlos. Para no caer exhaustos por el esfuerzo, pegan un brinco desde el tejado
y luego se dejan llevar por la corriente de aire que sopla por encima del tejado.
- Los pollos, viéndoles subir y, sobre todo, viéndoles bajar
con el pico repleto de bichos arman un concierto de trinos específicos para
decirle al padre o madre que llega que a él el primero, el primero y al otro
«que le parta un rayo». Pero, no, la madre o padre que llega con las
provisiones no consienten la glotonería de los peques y van de uno a otro
dejando en su «golguero» una porción del suministro.
- Están lejos pero aún así, creo que los agraciados
progenitores estarían con el plumaje totalmente empapado por la paliza que les
supone el ir, cazar y volver para satisfacer la ingente apetencia de condumio
que reclama su prole. Menos mal que son dos que si hubieran empollado a cinco,
como es natural...
- Pero yo no pretendía contarte nada acerca de un par de
churumbeles emplumados de la familia de los estorninos, sino de un inocentón
pariente lejano, de una cría de MIRLO, miruello lo llaman en los Picos de
Europa.
- Pues mira, me encontraba yo anoche sentado a la mesa. El
ordenador ya había callado pues había dejado de autoventilarse hacía un buen
rato y me encontraba recogiendo los flecos del día que ya se fue 75 minutos
antes y, a punto de rezar las completas
para «cerrar el sobre»- «ir pa Yanes», que dicen en Cantabria, es decir, para
meterme en la cama... cuando un golpe seco y mudo en el cristal de la ventana
de mi cuarto. Algo se había estrellado contra la ventana. Algún pájaro, pensé.
No lo di mayor importancia y seguí a lo mío. Durante un buen rato todo
permaneció en un silencio claustral profundo. Pero los ruidos volvieron, esta
vez producidos por un intento constante de un aletear queriendo entrar en mi
cuarto. Pero no podía.
- La luz proyectada desde mi cuarto a la oscuridad
silenciosa del claustro del CONVENTO DE SAN JOSÉ (EL CARMEN), le descubrí. Abrí
la ventana y enseguida se coló dentro.
- El miedo a lo desconocido, su instinto de defensa y la
solicitud de ayuda a sus progenitores produjo un guirigay que, con toda
seguridad, sacaría del plácido sueño al fraile de la habitación contígua. Más
que piar, chillaba, el emplumado con su trajecito nuevecico. No paró hasta que
le puse en mi pecho, aledaño al corazón, y con las caricias que le prodigaba en
cabeza y pechuga. Se portó bien pues ni me ensució la camisa. Llegó un momento,
perdido el miedo y la prevención en que, de espaldas sobre la palma abierta de
mi mano, permaneció un largo rato sin hacer el más mínimo movimiento por
escaparse. Me miraba sin miedo, quiero pensar, que con agradecimiento.
- ¡Qué cosas tiene la naturaleza! ¡Ya éramos amigos!
- Tranquilico, le coloqué en un cubito y en él pasó el resto
de la noche. Cuando el despertador nos puso en pie y en patas, respectivamente,
le cogí con mi mano y le solté. Voló hasta el cercano ciprés, que le quita el sol crudo del verano
a mi cuarto, y posado en él, me dió la impresión de que me agradecía la
hospitalidad. Luego se puso a piar con un trino, totálmente distinto al
nocturno, llamando a los padres para que dispusieran la mesa para su desayuno.
El aprendiz de pájaro mirlo no tenía claro la distinción
entre la luz que pone a beneficio de todo ser viviente, cada mañana, el astro
sol cuando, vestido de luz, sale a
lucirse por la pasarela del cielo, que no la de Cibeles, y aquella luz que se
ha sacado el hombre de su magín para ayudarse cuando el modelo celeste se mete
en su camerino, cada tarde, para pasar la noche.
Alegre por haberle dado la libertad al joven mirlo y triste
por la marcha de un amiguito vuela a buscarte mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS
DÍAS!!!!!!
8.6.2019. Sábado. P. Alfonso Herrera, O. Carm.
Hoy llega hasta la Villa de Caudete, y la inunda, LA MAREA.
Sí, LA MAREA ROSA QUE GENERA CADA AÑO ACALUCA (Asociación caudetana de lucha
contra el cáncer) en perfecta sintonía con todo ese movimiento profundo de la
corriente «del mar humano español».
Explícita ternura.... acogida... generosidad con el pajarico.....muestra evidente de esa ternura.... extendida a lo que te rodea.
ResponderEliminarMás significativo no puede ser....un excelente sábado para ti,Padre.
Explícita ternura.... acogida... generosidad con el pajarico.....muestra evidente de esa ternura.... extendida a lo que te rodea.
ResponderEliminarMás significativo no puede ser....un excelente sábado para ti,Padre.
Muy buenos días P .Alfonso, muy bonita y tierna la historia que hoy nos ha contado, el mirlo supongo que no tiene memoria sino siempre estaría agradecido a usted , en éste momento estoy disfrutando de repicar de las campanas de Santa Catalina, por la víspera de Pentecostés. Que tenga un feliz sábado.
ResponderEliminarQue listo el pajarito savia donde acudir para pasar la noche bien cuidado y calentito . Llego a su ventana y no podía haber elegido mejor lugar que ese. Buen sábado y esta tarde Marea Rosa solidaria yo apuntada para ayudar .
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