ESTAMPA CAUDETANA.
KAKI EN CRECIMIENTO.
KAKI EN CRECIMIENTO.
Se salvó de la criba esa hermosura de kaki infantito que ves en la fotografía.
Y digo que se salvó de la criba porque no vino a darse el golpetazo contra el
duro suelo del corralón del CONVENTO DE SAN JOSÉ (EL CARMEN).
El año pasado, viendo la gran cantidad de frutos sembrando el suelo le pregunté a Joaquinico:
Oye, Joaquinico, ¿es que acaso está enfermo el Kaki? porque veo que hay muchísimas fruticas por los suelos. Y, él, me contestó:
-«No, no está enfermo, porque el único árbol que selecciona los frutos que puede sacar adelante, es el kaki, a los demás árboles hay que clarearlos para que engorde el resto».
El paso del tiempo y muy metido el otoño en el corralón y en Caudete entero, comprendí el decir de Joaquinico. El kaki estaba lleno de grandes y hermosos frutos. De haber mantenido todos los que florecieron y comenzaron a ser, los frutos serían una birria y el árbol un destrozo porque el peso que alcanzan al crecer las frutas hubieran desgajado todas las ramas del árbol. Y, contemplando al árbol cuajado, todo él de kakis y, él bien guapo, pensé en voz alta:
-«Pero qué sabia es la NATURALEZA»
También marché en volandas hasta mi niñez y recordé lo lista que era una gata que tenía mi abuela Amalia para limpiar de roedores su corral. Aquel animal era muy listo, listísimo, con decirte que era capaz de levantar la tapa de los pucheros mientras se cocía el «gabi»(*) y sacar de ellos con sus uñas, la carne, te lo estoy diciendo todo. Cuando paría, y las cosas no pintaban bien, se comía su propia camada de gatitos. No dejaba que mi abuela se los retirara.
Ya vieja, como mi abuela, le salieron unos bultos en la barriga que no aventuraban cosa buena. Así que se decidió llevarla lejos del pueblo porque nadie era capaz de acabar con ella, tanto afecto se la tenía, y, entonces, los veterinarios no estaban para esas cosas. Recuerdo que la metió mi padre en un saco y se la llevó a su trabajo, a unos treinta kilómetros de casa, a Calera y Chozas, por si te suena, y allí la soltó a su libre albedrío.
Cuando volvió mi padre a los siete días para pasar el fin de semana en casa, ya estaba la gata de vuelta en casa de la abuela. No nos lo explicábamos, pero ella supo volver a casa. Ya la dejaron limpiando el corral de roedores pero a nosotros se nos prohibió tajantemente tocarla y acariciarla. Fue un golpe duro porque aquel animal era uno más con los nietos de la abuela Amalia.
Cuando murió mi abuela, tiempo después, el animal desapareció con ella sin dejar rastro.
Sí, ¡la NATURALEZA ES MUY, PERO QUE MUY SABIA!
La historia se repite y lo que me sorprendiera el año pasado y el anterior, que fue mi primer año de estancia en Caudete, vuelve a repetirse:
Y ahí lo ves, el suelo bajo el árbol lleno de frutos que se asomaron a la vida pero que su misma madre les cerró el grifo de supervivencia y, sequitos, se vinieron abajo por su propio peso.
- Con los vaivenes de la economía y con la faena que han preparado estos politicastros de Europa, con el consentimiento de los nuestros (los productores de cítricos de la región levantina se quejaron ante el Consejo Europeo por permitir tal alevosía y afrenta a los «de casa», pues la producción se encontraba caída en los bancales, la respuesta recibida fue:
- «el proyecto de acuerdo con Suráfrica llevaba dos años, lo prescrito por la ordenanza, encima de la mesa de los gobiernos de España, primero con el presidido por un tal Rajoy y después por el que salió de una moción de censura planteada por el quidan Pedro Sánchez y ninguno de ellos presentó alegaciones y como «el que calla otorga...»), permitiendo introducir los cítricos de Suráfrica de una calidad ínfima y a precios irrisorios, se han cargado la explotación española y, por ende, la europea.
- A resultas de ello, no son pocos los agricultores que han decidido arrancar naranjos y limoneros y sustituirlos por los KAKIS PERSIMÓN en las zonas de levante y , también por las cercanías caudetanas, como en el valle de los Alhorines, que, en épocas pasadas, perteneciera al predio de Caudete.
El año pasado, viendo la gran cantidad de frutos sembrando el suelo le pregunté a Joaquinico:
Oye, Joaquinico, ¿es que acaso está enfermo el Kaki? porque veo que hay muchísimas fruticas por los suelos. Y, él, me contestó:
-«No, no está enfermo, porque el único árbol que selecciona los frutos que puede sacar adelante, es el kaki, a los demás árboles hay que clarearlos para que engorde el resto».
El paso del tiempo y muy metido el otoño en el corralón y en Caudete entero, comprendí el decir de Joaquinico. El kaki estaba lleno de grandes y hermosos frutos. De haber mantenido todos los que florecieron y comenzaron a ser, los frutos serían una birria y el árbol un destrozo porque el peso que alcanzan al crecer las frutas hubieran desgajado todas las ramas del árbol. Y, contemplando al árbol cuajado, todo él de kakis y, él bien guapo, pensé en voz alta:
-«Pero qué sabia es la NATURALEZA»
También marché en volandas hasta mi niñez y recordé lo lista que era una gata que tenía mi abuela Amalia para limpiar de roedores su corral. Aquel animal era muy listo, listísimo, con decirte que era capaz de levantar la tapa de los pucheros mientras se cocía el «gabi»(*) y sacar de ellos con sus uñas, la carne, te lo estoy diciendo todo. Cuando paría, y las cosas no pintaban bien, se comía su propia camada de gatitos. No dejaba que mi abuela se los retirara.
Ya vieja, como mi abuela, le salieron unos bultos en la barriga que no aventuraban cosa buena. Así que se decidió llevarla lejos del pueblo porque nadie era capaz de acabar con ella, tanto afecto se la tenía, y, entonces, los veterinarios no estaban para esas cosas. Recuerdo que la metió mi padre en un saco y se la llevó a su trabajo, a unos treinta kilómetros de casa, a Calera y Chozas, por si te suena, y allí la soltó a su libre albedrío.
Cuando volvió mi padre a los siete días para pasar el fin de semana en casa, ya estaba la gata de vuelta en casa de la abuela. No nos lo explicábamos, pero ella supo volver a casa. Ya la dejaron limpiando el corral de roedores pero a nosotros se nos prohibió tajantemente tocarla y acariciarla. Fue un golpe duro porque aquel animal era uno más con los nietos de la abuela Amalia.
Cuando murió mi abuela, tiempo después, el animal desapareció con ella sin dejar rastro.
Sí, ¡la NATURALEZA ES MUY, PERO QUE MUY SABIA!
La historia se repite y lo que me sorprendiera el año pasado y el anterior, que fue mi primer año de estancia en Caudete, vuelve a repetirse:
Y ahí lo ves, el suelo bajo el árbol lleno de frutos que se asomaron a la vida pero que su misma madre les cerró el grifo de supervivencia y, sequitos, se vinieron abajo por su propio peso.
- Con los vaivenes de la economía y con la faena que han preparado estos politicastros de Europa, con el consentimiento de los nuestros (los productores de cítricos de la región levantina se quejaron ante el Consejo Europeo por permitir tal alevosía y afrenta a los «de casa», pues la producción se encontraba caída en los bancales, la respuesta recibida fue:
- «el proyecto de acuerdo con Suráfrica llevaba dos años, lo prescrito por la ordenanza, encima de la mesa de los gobiernos de España, primero con el presidido por un tal Rajoy y después por el que salió de una moción de censura planteada por el quidan Pedro Sánchez y ninguno de ellos presentó alegaciones y como «el que calla otorga...»), permitiendo introducir los cítricos de Suráfrica de una calidad ínfima y a precios irrisorios, se han cargado la explotación española y, por ende, la europea.
- A resultas de ello, no son pocos los agricultores que han decidido arrancar naranjos y limoneros y sustituirlos por los KAKIS PERSIMÓN en las zonas de levante y , también por las cercanías caudetanas, como en el valle de los Alhorines, que, en épocas pasadas, perteneciera al predio de Caudete.
Con tristeza por ver el suelo sembrado de fruticas que no
llegaron a cuajar, pero alentado por su sacrificio que redundará en pingüe
cosecha, sale a encontrarse contigo, mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
14.6.2019. Viernes. P. Alfonso Herrera, O. Carmelita
(*) Gabi. Así llamaba mi padre al cocido tan rico que se compartía en casa.
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
14.6.2019. Viernes. P. Alfonso Herrera, O. Carmelita
(*) Gabi. Así llamaba mi padre al cocido tan rico que se compartía en casa.
No tienen desperdicio tus buenos días,entrañables evocaciones de tu infancia,la experiencia de que la naturaleza se defiende enérgicamente contra los avatares que afectan a sus frutos.
ResponderEliminarDe los políticos..poco cuidar los bienes comunes,a nuestro campo.
Muchas gracias por la traducción de las palabras.
Un magnífico viernes para tí, Padre.
Muy buenos días, P. Alfonso, sí, la naturaleza es muy sabía y el corralón del Carmen también responde a todo lo que allí le plantan con el cuido que le dan y los consejos de Joaquinico ,le veo en el mercadillo de los viernes vendiendo sus frutas, me alegro que le vaya también sus plantaciones. Que tenga un buen día.
ResponderEliminarQue tierna la historia de su gato como quiso volver a casa y terminar allí con ustedes sus dias . Son muy listos los animalicos. Y esos kakis que con tanto mimo cuida seguro que si llegan a poder comerse alguno .pero que estén bien maduritos si no imposible comerlos. Que tenga un buen día P. Alfonso
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