martes, 20 de agosto de 2019

Villa Isabel


ESTAMPA CAUDETANA.
VILLA ISABEL
  - Así estaba Villa Isabel ayer por la mañana. El sol se estaba levantando y acariciaba los altos de esta preciosa casa venida a menos mientras contemplaba el paso de 113 años o, como quieras, el tiempo le ha dado solera a esta casa durante los 113 años que lleva en pie. Todo ese montón de años viendo pasar a quienes salían por la Puerta de la Villa con los aperos de labranza a trabajar las tierras de labrantío existentes entre la Puerta de la Villa y el Santuario de la Virgen de Gracia que dejara plasmada en sus cuadros impresionistas el pintor autóctono Pedro Torres Cotarelo y, últimamente, a la gente que va y viene paseando moviendo las piernas y el corazón caminando a paso ligero por el paseo de la Virgen hasta su santuario y vuelta. También pasan por delante de ella las Comparsas en los días de la Novena en honor de la Patrona, la Virgen de Gracia recibiendo en su interior las notas musicales de las bandas que, colándose por puertas y ventanas desvencijadas y rebotando de pared en pared sin respetar, para nada, los bellos frescos que dejara imprimadas al fresco el muralista Agustín Espí aquel que pintó la fachada del Santuario de la Virgen y, también alguna que otra casa de la época, como en la que fue derribada, este tiempo de atrás, por peligro de hundimiento, en la Plaza del Carmen a principios del siglo XX vivía en Caudete un canónigo que tenía su canongía en la concatedral de Alicante este canónigo, Miguel María Gil Hernández, natural de esta Villa, diseño la casa, su VILLA ISABEL que quedó construida en el año 1906 y al año siguiente fue decorado su vestíbulo, con preciosas pinturas al fresco. Desde éste  se accede a las distintas salas y a la capilla, también pintada por el antes dicho muralista Agustín Espí.
- En las paredes laterales de la capilla pintadas en tono rojo con flores de lis, dos láminas. A la derecha Ntra. Sra. de Los Remedios. Y, a la izquierda, San Nicolás de Bari, obispo de Mira. En el centro, tras un expositor la imagen pintada de una santa que quiero pensar que es la titular de la villa, Santa Isabel
Carmen, heredera, me había ofrecido repetidamente,  visitarla porque "merece la pena" verla personalmente y no contentarse con lo que se cuenta de boca en boca.
 Y, por fin, la ocasión se presentó ayer al terminar la Eucaristía que celebré en el Monasterio de las Madres Carmelitas de clausura, aledaño a VILLA ISABEL.
Tuve que dar rienda a la imaginación y retrotraerme a los albores del siglo pasado porque lo que aparecía ante mis ojos era todo menos lo que debió ser mientras vivió el canónigo y el tiempo en que vivieran sus herederas, las sobrinas.
El tiempo y los ladrones, al alimón, han dejado la VILLA ISABEL como si hubiera pasado la marabunta. ¡HECHA UNA PENA!
Pasee toda la casa emulando al aire que lleva de un lado a otro, depositándolo, el polvo que se desprende de techos y paredes o que se cuela del campito de las Madres Carmelitas donde crecen unos cuantos almendros y algún olivo muy bien cuidados por el padre de la Madre Superiora.
Nada más entrar me vi en medio del vestíbulo todo él pintado al fresco. Las pupilas de mis ojos dejaron entrar en mi interior todas y cada una de las pinturas de Espí y todos y cada uno de los detalles de salas, habitaciones, comedores, cocinas, despacho del canónigo con las estanterías vacías de libros, algunos esparcidos por el suelo o encima de aquella mesa que tenía uno de sus cajones que no pudo violentar un ladrón, cubiertos con una gruesa capa de polvo.
Subí hasta arriba, hasta la sala, toda acristalada, donde el tiempo pasaría suavemente sobre quienes allí platicaban, cosían, interrumpido solo por un timbre que llamaba a comer cuando la comida estaba lista.
Desde una ventana contemplé la "selva"  en que se ha convertido un jardín que tuvo que ser idílico, con su pérgola a la que imagino cubierta de preciosa enredadera. Por más que miré no vi a Pepa Pig. PEPA PIG que hasta hace poco era la reina del lugar e íntima amiga de los escolares que bajaban Paseo de la Virgen abajo hasta los colegios situados más abajo. Pero ya no está. Parece ser que los nietos de Carmen se la han llevado al campo.
Concluida la visita a la VILLA ISABEL, Carmen me enseño la torre almenada, situada al oeste y me dijo que, el Canónigo, diseño y construyó esta torre para que le sirviera de despacho en tiempo de verano.
Me hubiera gustado darte a conocer lo que yo conocí ayer, pero no puedo. Los dueños, que andan en tratos para vender la propiedad, tienen prohibido publicar las imágenes de las pinturas de Espí.

Recibe mi saludo, mis

          ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
20.8.2019. Martes. P. Alfonso Herrera, de la Orden Carmelitana.

3 comentarios:

  1. Bonitos buenos días, preciosos.
    Una belleza tuvo que ser el edificio y sus habitantes.
    Gracias,un día excelente para ti,Padre.

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  2. Muy buenos días P Alfonso, hoy nos trae en en su reportaje como fue ese palacete de Villa Isabel, si que es una lástima que joyas de nuestro se vayan deteriorando y perdiendo. Los pintores todavía van plasmándolo en sus cuadros.que termine bien el día.

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