ESTAMPA CAUDETANA.
EL GRILLO.
EL GRILLO.
Los signos gritan.
Por la mancha dejada en el duro suelo me doy cuenta de que el grillo estaba gordo, estaba lleno de vida. Qué contradicción la muerte, por aplastamiento, nos dice que el aplastado, el muerto, había gozado de buena vida.
Aquel día, el día 7, próximo pasado, en plenas fiestas del lugar, cuando me acercaba a casa durante el alto de la procesión de La Virgen y de las imágenes sagradas de San Blas y de San Roque, en la Glorieta de la Cruz, percibí subliminalmente aquella mancha en las baldosas de la acera que discurre pared acristalada de la piscina municipal adelante en la calle dedicada a la memoria del carmelita del pueblo, Padre Fray Elías Requena, al otro lado se veía, bellamente adornada, la Plaza de la Constitución. Sí se me había introducido la sombra de la imagen de un insecto planchado sobre la baldosa de la acera. Volví sobre mis pasos y me paré a contemplar la imagen, la triste imagen planchada de aquel ser que, hasta ayer, no hizo otra cosa que animar el ambiente con su canto. Aquella manchita sobre el suelo puso un velo de tristeza en mi semblante pero, a pesar de ello, le saqué una foto.
El signo gritaba desde el no ser planchado sobre la acera:
"Te estuve alegrando la tarde y mira cómo me lo has pagado.
Ya te olvidaste de mis maravillosos y entrañables conciertos durante los calurosos días del verano en el cercano Paseo cuando frotaba con ahínco mis élitros".
De aquellos conciertos solo nos queda la estampa aplastada del cantor y sus entrañas esparcidas por los suelos.
Con toda seguridad salió pitando de su escondrijo en los verdes parterres del Paseo Luis Golf atontado por los estampidos de la mascletá del día anterior. Perdió el norte y...
Había alegrado los oídos de los caudetanos en esos momentos de esparcimiento festivo en el Paseo, puesto que, no me cabe duda, de que este grillo salió huyendo de su lugar de acomodo buscando otro, los estampidos de una mascletá, elemento integrante de las fiestas del pueblo, le sacaron de sus casillas e impelido a emigrar en busca de un huequecito dónde vivir y seguir cantando, se encontró con la dura realidad de un mundo duro, inmisericorde, dañino, ¡porque sí!, que le truncó toda expectativa de mejoramiento. Y, en ese empeño, perdió la vida. Lejos de encontrar un alma caritativa, se topó con un sádico y digo sádico por el modo que se aprecia la forma en que le quitó la vida: desde atrás, con el tacón en el suelo y bajando la suela de su zapato empujando las interioridades del insecto hacia adelante. Sus élitros, abiertos de par en par, ya no volverán a encontrarse para, al friccionarse, producir su alegre y ameno canto. Ya solo quedaban, como el arpa de Gustavo Adolfo (Rima VII), solos y olvidados, a la espera de una escoba, que los retirara de la acera donde pereciera.
Tristecico te va hoy mi saludo y, también, tristecicos te van mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
24.9.2019. Martes. P. Alfonso Herrera Serrano, Carmelita
Por la mancha dejada en el duro suelo me doy cuenta de que el grillo estaba gordo, estaba lleno de vida. Qué contradicción la muerte, por aplastamiento, nos dice que el aplastado, el muerto, había gozado de buena vida.
Aquel día, el día 7, próximo pasado, en plenas fiestas del lugar, cuando me acercaba a casa durante el alto de la procesión de La Virgen y de las imágenes sagradas de San Blas y de San Roque, en la Glorieta de la Cruz, percibí subliminalmente aquella mancha en las baldosas de la acera que discurre pared acristalada de la piscina municipal adelante en la calle dedicada a la memoria del carmelita del pueblo, Padre Fray Elías Requena, al otro lado se veía, bellamente adornada, la Plaza de la Constitución. Sí se me había introducido la sombra de la imagen de un insecto planchado sobre la baldosa de la acera. Volví sobre mis pasos y me paré a contemplar la imagen, la triste imagen planchada de aquel ser que, hasta ayer, no hizo otra cosa que animar el ambiente con su canto. Aquella manchita sobre el suelo puso un velo de tristeza en mi semblante pero, a pesar de ello, le saqué una foto.
El signo gritaba desde el no ser planchado sobre la acera:
"Te estuve alegrando la tarde y mira cómo me lo has pagado.
Ya te olvidaste de mis maravillosos y entrañables conciertos durante los calurosos días del verano en el cercano Paseo cuando frotaba con ahínco mis élitros".
De aquellos conciertos solo nos queda la estampa aplastada del cantor y sus entrañas esparcidas por los suelos.
Con toda seguridad salió pitando de su escondrijo en los verdes parterres del Paseo Luis Golf atontado por los estampidos de la mascletá del día anterior. Perdió el norte y...
Había alegrado los oídos de los caudetanos en esos momentos de esparcimiento festivo en el Paseo, puesto que, no me cabe duda, de que este grillo salió huyendo de su lugar de acomodo buscando otro, los estampidos de una mascletá, elemento integrante de las fiestas del pueblo, le sacaron de sus casillas e impelido a emigrar en busca de un huequecito dónde vivir y seguir cantando, se encontró con la dura realidad de un mundo duro, inmisericorde, dañino, ¡porque sí!, que le truncó toda expectativa de mejoramiento. Y, en ese empeño, perdió la vida. Lejos de encontrar un alma caritativa, se topó con un sádico y digo sádico por el modo que se aprecia la forma en que le quitó la vida: desde atrás, con el tacón en el suelo y bajando la suela de su zapato empujando las interioridades del insecto hacia adelante. Sus élitros, abiertos de par en par, ya no volverán a encontrarse para, al friccionarse, producir su alegre y ameno canto. Ya solo quedaban, como el arpa de Gustavo Adolfo (Rima VII), solos y olvidados, a la espera de una escoba, que los retirara de la acera donde pereciera.
Tristecico te va hoy mi saludo y, también, tristecicos te van mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
24.9.2019. Martes. P. Alfonso Herrera Serrano, Carmelita
Muy buenos días P.Alfonso , como buen observador que es, se dio cuenta de lo que habían hecho con ese animalito y ha sacado todo un comentario, todo da muerte es tristeza , pero si es con violencia mucho más. Que tenga un buen día.
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