ESTAMPA CAUDETANA.
CUMPLEAÑOS CON ESTRAMBOTE
CUMPLEAÑOS CON ESTRAMBOTE
Toda fiesta tiene su octava durante la cual sigue teniendo presencia el
acontecimiento. Yo, en este caso lo he llamado ESTRAMBOTE.
Ya lo sabes y si no, te lo digo: el viernes pasado, día 14, día que para los grandes almacenes es ocasión para la celebración del día de los enamorados de un modo especial tirando un tanto los precios de regalos para engatusar a los enamorados, para el párroco del pueblo P. Luis Torres Pérez, fue el día de cumpleaños. Era viernes y lo celebramos en casa con unos pescaditos al horno y unos dulces que aparecieron por el arte de birli birloque en el convento de San José (El Carmen). Pero, ayer domingo, fue otro día en el que volvimos a celebrar la efemérides del P. Luis. De ello se había encargado Isabel. Isabel es su cuñada, mujer de su hermano Miguel y, claro no podíamos decir que no así que, concluída nuestra actividad pastoral de la mañana del domingo, enfilamos camino arriba, casi hasta la falda de la sierra Oliva, donde el matrimonio tiene una preciosa casa de campo que se levanta en medio de un olivar desde cuya terraza se contempla a la Villa de Caudete gateando cuesta arriba hasta donde se levanta la ermita de Santa Ana en todo lo alto de la colina.
El día no envidiaba para nada a uno de primavera, primavera. El azogue hacía pinitos por encima de los 20 grados, un aire que no era tal, sino una brisilla de nada, coquetona, resultaba agradable. Una mesa larga, larga, como una cuaresma, para dar cabida a muchos de familia y, toda ella sin hueco libre. Allí había mucho de lo que come el grillo, mucho de almendra, de sus almendros tostadas por ella, mucho de pistachos, mucho de patatas fritas, de mojama, de foigras, de queso, de jamón, de ensaladilla rusa metida en cuencos de piel de cerdo retorcida en aceite caliente.
Y, luego, salió la reina porque Isabel las saca como si fueran tal y de haberla puesto una corona muy bien podía haberla dado, usurpando el título a Letizia, el calificativo de alteza real. Ella era LA PAELLA en la que el arroz, ahogándose en un calducho de «aquí te espero», hacía muy buenas migas con pelo y pluma, perdón, con conejo y pollo.
No quedó grano de arroz suelto para las gallinas. Pues eso, como una reina se deshizo en atención a los comensales.
Todo ello tuvo su broche:
Una tarta hecha con carlotas (zanahorias), otra de galletas borrachas de chocolate y un brazo de gitano.
Los chicos bebían cosas de esas que no son de por aquí, pero los mayores hacíamos patria y bebíamos un caldo que había sacado Miguel de donde reposan los buenos. El que descorchó tenía nombre de noble de la Real Villa de Caudete, excelente vino. No podía ser de otra manera porque al que ofrecían el homenaje era a su hermano mayor, el párroco del lugar, por haber cumplido, dos días antes, un año más.
A esto es lo que llamo yo ESTRAMBOTE que nada tiene que ver, como comprenderás, con la figura literaria que emplearon nuestros poetas del Siglo de Oro y que consistía en añadir a los sonetos, u otras composiciones poéticas, uno o varios versos, no sometidos a la rima del poema, con intención chistosa, satírica o irónica. No, yo empleo la palabra ESTRAMBOTE para indicar que su cumpleaños trae cola celebrativa y ¡Qué cola! porque
Isabel, la cuñada del homenajeado es única, y cree que estamos famélicos y, vamos, como te he dicho antes, se pasó unos cuantos pueblos. Pues ¡como una madre!
Y la «espuela» que dicen en mi pueblo de Oropesa, café y copa.
¡Chapeau!
¡¡¡GRACIAS, ISABEL!!!
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
17.2.2020. Lunes.
Ya lo sabes y si no, te lo digo: el viernes pasado, día 14, día que para los grandes almacenes es ocasión para la celebración del día de los enamorados de un modo especial tirando un tanto los precios de regalos para engatusar a los enamorados, para el párroco del pueblo P. Luis Torres Pérez, fue el día de cumpleaños. Era viernes y lo celebramos en casa con unos pescaditos al horno y unos dulces que aparecieron por el arte de birli birloque en el convento de San José (El Carmen). Pero, ayer domingo, fue otro día en el que volvimos a celebrar la efemérides del P. Luis. De ello se había encargado Isabel. Isabel es su cuñada, mujer de su hermano Miguel y, claro no podíamos decir que no así que, concluída nuestra actividad pastoral de la mañana del domingo, enfilamos camino arriba, casi hasta la falda de la sierra Oliva, donde el matrimonio tiene una preciosa casa de campo que se levanta en medio de un olivar desde cuya terraza se contempla a la Villa de Caudete gateando cuesta arriba hasta donde se levanta la ermita de Santa Ana en todo lo alto de la colina.
El día no envidiaba para nada a uno de primavera, primavera. El azogue hacía pinitos por encima de los 20 grados, un aire que no era tal, sino una brisilla de nada, coquetona, resultaba agradable. Una mesa larga, larga, como una cuaresma, para dar cabida a muchos de familia y, toda ella sin hueco libre. Allí había mucho de lo que come el grillo, mucho de almendra, de sus almendros tostadas por ella, mucho de pistachos, mucho de patatas fritas, de mojama, de foigras, de queso, de jamón, de ensaladilla rusa metida en cuencos de piel de cerdo retorcida en aceite caliente.
Y, luego, salió la reina porque Isabel las saca como si fueran tal y de haberla puesto una corona muy bien podía haberla dado, usurpando el título a Letizia, el calificativo de alteza real. Ella era LA PAELLA en la que el arroz, ahogándose en un calducho de «aquí te espero», hacía muy buenas migas con pelo y pluma, perdón, con conejo y pollo.
No quedó grano de arroz suelto para las gallinas. Pues eso, como una reina se deshizo en atención a los comensales.
Todo ello tuvo su broche:
Una tarta hecha con carlotas (zanahorias), otra de galletas borrachas de chocolate y un brazo de gitano.
Los chicos bebían cosas de esas que no son de por aquí, pero los mayores hacíamos patria y bebíamos un caldo que había sacado Miguel de donde reposan los buenos. El que descorchó tenía nombre de noble de la Real Villa de Caudete, excelente vino. No podía ser de otra manera porque al que ofrecían el homenaje era a su hermano mayor, el párroco del lugar, por haber cumplido, dos días antes, un año más.
A esto es lo que llamo yo ESTRAMBOTE que nada tiene que ver, como comprenderás, con la figura literaria que emplearon nuestros poetas del Siglo de Oro y que consistía en añadir a los sonetos, u otras composiciones poéticas, uno o varios versos, no sometidos a la rima del poema, con intención chistosa, satírica o irónica. No, yo empleo la palabra ESTRAMBOTE para indicar que su cumpleaños trae cola celebrativa y ¡Qué cola! porque
Isabel, la cuñada del homenajeado es única, y cree que estamos famélicos y, vamos, como te he dicho antes, se pasó unos cuantos pueblos. Pues ¡como una madre!
Y la «espuela» que dicen en mi pueblo de Oropesa, café y copa.
¡Chapeau!
¡¡¡GRACIAS, ISABEL!!!
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
17.2.2020. Lunes.
P. Alfonso Herrera Serrano, Carmelita.
Con éste ritmo festero festivo hecho de manjares caseros a la brisa primaveral y al abrigo de buena familia....hasta yo hubiese participado....
ResponderEliminarBien merece el santo tener su fiesta.
Parece que hasta he comido paella y tarta y buen vino.
Con mucha energía vamos a por la semana,Padre.
Me alegro que Isabel hiciera las delicias que sabe ella,como cocinera y anfitriona.Aqui decimos ,que todos los santos tienen octava,ya fue con el tal cumpleaños.Muy bien por celebrar y compartir,el tiempo,no pudo ser mejor.Que tenga un buen lunes usted también P.Alfonso.
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