viernes, 10 de abril de 2020

Jueves Santo, Día de la Cena



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ESTAMPA CAUDETANA.
JUEVES SANTO, DÍA DE LA CENA
(Copia del cuadro de la Cena de Leonardo da Vinci)
¡”Cuánto he deseado comer esta comida con vosotros”! (Lc. 22,15)
Cuelga en uno de los paños del claustro alto del convento de San José (El Carmen) una copia de uno delos más celebrados cuadros que pintara el genial Leonardo da Vinci, Me refiero al cuadro en el que se representa a Jesús acompañado de sus discípulos  en aquel momento tan entrañable, pero, también, tan tremendo, de LA ÚLTIMA CENA de Jesús con sus discípulos en este mundo, puesto que, después de este encuentro, después de LA CENA, ya les había dicho JESÚS que no volvería a probar el fruto de la vid hasta que no estuviera sentado a la mesa en el Reino de su Padre (Mt. 14, 25), es decir, hasta haber pasado todo su avatar sobre la tierra aceptado libre y voluntariamente, para echarnos una mano y concluido todo, absolutamente todo, ¡”Todo está consumado y entregando su ESPÍRITU, expiró”! (Jn. 19, 10), lo dirá Él en el último momento de su existencia human, subido en lo alto de la cruz, hasta la Resurrección, hasta la vuelta a allí, de donde vino, al lado del Padre, a su derecha.

Ese cuadro no es que valga mucho, que no lo vale, pero en el día de hoy, adquiere una importancia grandísima porque encierra dentro de un sencillo marco el gran misterio de LA INSTIRUCIÓN DE LA Eucaristía POR PARTE DE Nuestro Señor Jesucristo antes de ausentarse de entre nosotros, queriendo decirnos que se quedaba aquí, con nosotros, bajos las especies del pan y del vino que son los elementos comunes y más sencillos, en los que encuentra el hombre la satisfacción de su necesidad bilógica, necesidad que se hace realidad, también, para alimentar la vida del espíritu.
Seguro que encontraré a lo largo del día más de un rato para introducirme, a través de su contemplación, en aquel momento, para el que no encuentro palabras con que describirle. En aquella CENA, el Señor se abre el pecho y les habla a sus amigos discípulos con el corazón. Le preocupan más ellos, que Él mismo. Y, ante lo que se le avecina, trata, por encima de todo de reafirmarles y les asegura que no será, que no es el fin, sino el principio de una nueva realidad que Él inaugura con su RESURRECCIÓN.
¡”Es verdad, ha resucitado, ya nos lo había dicho”!( Lc. 24, 23)
Y, en un acto de suma humanidad les da la última de sus lecciones: “Ciñéndose una toalla a la cintura, les fue lavando los pies uno a uno. ¿Habéis visto lo que he hecho? Pues si Yo, el Maestro, el Señor, os he lavado los pies, haced vosotros lo mismo”! (Jn. 13, 14).
Hoy, cuando la humanidad está sumida, como los discípulos del Maestro, tal día como hoy de hace más de dos mil años, en la tristeza y el dolor, en la tristeza por no saber a qué atenerse y por el dolor de tanto hermano sufriente y ¡tantos difuntos! también nos dice el Maestro que tengamos confianza, porque esta pandemia no es el final, que llegará el momento en que surja una realidad nueva más centrada en el ser humano y no tanto en  la materialidad de las cosas que pertenecen a este mundo y de las que debemos servirnos, pero, nunca, hacerlas objeto de la existencia del ser humano. Jesús les dijo a sus discípulos, saldré a mejor vida  allá, junto al Padre.
A nosotros también nos irá muy bien volver junto al Padre,  junto a Dios. A que todo el mal que nos está trayendo la pandemia provocada por el Cvid19 sea el cimiento de un bien mayor: el plegarnos a la voluntad de Dios Padre. Porque, sin duda, nos irá estupendamente y, estando en esa tesitura comprenderemos claramente por qué el JUEVES SANTO es el día del AMOR FRATERNO, ya que la persona del prójimo adquirirá una dimensión impensable, puesto que le descubriremos como hijo de Dios y por ser tal, como hermano mío, porque él y ¡yo hemos sido objeto de su AMOR en la entrega total de JESÚS, SU HIJO, por nosotros.

Recibe mi saludo, mis

      ¡¡¡¡¡¡MIS BUENOS DÍAS!!!!!!
9.4.2020. JUEVES SANTO. Día 27 del confinamiento.
P. Alfonso Herrera Serrano, Carmelita.

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