ESTAMPA CAUDETANA.
LA FORESTA DE EL REAL.
LA FORESTA DE EL REAL.
Tengo que confesar que esa foto no la he hecho yo. Yo, como todo españolito de
a pie, me encuentro enclaustrado y nunca mejor dicho eso de
"enclaustrado" dentro del claustro del convento de San José (El
Carmen), sito en esta Villa de Caudete. Así que no, no, he hecho yo esa
fotografía, la ha impresionado María Virtudes Sánchez que por vivir en barrio
de El Real, se topó con ella cuando salió de casa para que sus perricos no
perdieran la razón y las buenas costumbres. De cuando en cuando, me manda fotos
con un pie que dice: "para que las emplee como mejor crea" y,
yo, claro, alguna vez empleo esta o aquella, para que te lleve mi saludo, mis
buenos días. Pero ésta no me la ha mandado, ésta se la he secuestrado
yo del Facebook donde la ha publicado.
¿A qué es guapa?
La naturaleza siempre es guapa, siempre, siempre, es preciosa. Fíjate qué tapiz más lindo, realzado por la libertad de que goza. Su estado salvaje, aún estando cerca de la civilización y con el marco incomparable de la parroquia de Santa Catalina con su cúpula cubierta de azulejería vitrificada y su torre de finales del siglo XV, le da un tono especial y, tan es así, que lo más feo de la zona los ribazos de la calle San Sebastián, calle que te saca del pueblo con dirección a la "ciudad del silencio" donde descansan ya 16 caudetanos, junto a tantos otros que les precedieron en su traslado a esa "ciudad" y que se ausentaron de la Villa arrastrados, estos últimos días, por el mal hacer del tal coronavirus Covid 19, venido desde fuera de las fronteras patrias, no sin haber contado con cierta permisividad de aquellos que debieron apretarse los machos y que, por intereses creados, no lo hicieron, a su debido tiempo, y así nos está yendo.
Sí, la calle San Sebastián nos saca de la Villa, después de haber dejado atrás el barrio al que se conoce con el nombre de ese santo, de San Sebastián, donde hubo una ermita, dedicada al patrón del lugar, hasta después de guerra y que, hoy, como ya te dije en otra ocasión, no queda ni rastro de ella aunque sí se pudiera encontrar algún vestigio que ayudara a situarla.
No, no fui yo el que impresionó semejante estampa del predio de la Real Villa de Caudete. La persona a la que llamó la atención de modo particular el manto verde florido, compuesto por margaritas, jaramagos y, sobre todo, con malvas, que cubría la cuneta, el ribazo y el terreno baldío, en el barrio de El Real fue, María Virtudes Sánchez.
Crecen, entre otras, de modo especial, las malvas florecidas luciendo ato, el ato de la primavera que es la estación, el tiempo dónde mejor lucen las plantas de la foresta sus trapitos, sus mejores galas.
Hasta hace poco han permanecido en el fondo del arcón invernal pero con el tiempo habido durante el invierno y las aguas que han venido a empapar las resecas tierras del predio caudetano, han salido desde aquella profundidad oscurísima donde dormían su no ser.
Mira qué guapas se ven. Cualquiera diría que, sobre ellas, acuñó la sabiduría popular lo que una vez me dijo mi madre cuando me vio comer el panecico de su fruto:
"¡Chico! ¡no comas eso! y me dio la explicación echando mano de la sabiduría popular encerrada en un refrán: porque has de saber que «el que con malvas se cura, mal va»".
Pero, aún así y todo qué guapas están con sus florecicas azulonas o malvas, salpicando todo el tapiz vegetal.
¿A qué es guapa?
La naturaleza siempre es guapa, siempre, siempre, es preciosa. Fíjate qué tapiz más lindo, realzado por la libertad de que goza. Su estado salvaje, aún estando cerca de la civilización y con el marco incomparable de la parroquia de Santa Catalina con su cúpula cubierta de azulejería vitrificada y su torre de finales del siglo XV, le da un tono especial y, tan es así, que lo más feo de la zona los ribazos de la calle San Sebastián, calle que te saca del pueblo con dirección a la "ciudad del silencio" donde descansan ya 16 caudetanos, junto a tantos otros que les precedieron en su traslado a esa "ciudad" y que se ausentaron de la Villa arrastrados, estos últimos días, por el mal hacer del tal coronavirus Covid 19, venido desde fuera de las fronteras patrias, no sin haber contado con cierta permisividad de aquellos que debieron apretarse los machos y que, por intereses creados, no lo hicieron, a su debido tiempo, y así nos está yendo.
Sí, la calle San Sebastián nos saca de la Villa, después de haber dejado atrás el barrio al que se conoce con el nombre de ese santo, de San Sebastián, donde hubo una ermita, dedicada al patrón del lugar, hasta después de guerra y que, hoy, como ya te dije en otra ocasión, no queda ni rastro de ella aunque sí se pudiera encontrar algún vestigio que ayudara a situarla.
No, no fui yo el que impresionó semejante estampa del predio de la Real Villa de Caudete. La persona a la que llamó la atención de modo particular el manto verde florido, compuesto por margaritas, jaramagos y, sobre todo, con malvas, que cubría la cuneta, el ribazo y el terreno baldío, en el barrio de El Real fue, María Virtudes Sánchez.
Crecen, entre otras, de modo especial, las malvas florecidas luciendo ato, el ato de la primavera que es la estación, el tiempo dónde mejor lucen las plantas de la foresta sus trapitos, sus mejores galas.
Hasta hace poco han permanecido en el fondo del arcón invernal pero con el tiempo habido durante el invierno y las aguas que han venido a empapar las resecas tierras del predio caudetano, han salido desde aquella profundidad oscurísima donde dormían su no ser.
Mira qué guapas se ven. Cualquiera diría que, sobre ellas, acuñó la sabiduría popular lo que una vez me dijo mi madre cuando me vio comer el panecico de su fruto:
"¡Chico! ¡no comas eso! y me dio la explicación echando mano de la sabiduría popular encerrada en un refrán: porque has de saber que «el que con malvas se cura, mal va»".
Pero, aún así y todo qué guapas están con sus florecicas azulonas o malvas, salpicando todo el tapiz vegetal.
Ellas te llevan hoy mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
15.4.2020. MIÉRCOLES DE LA OCTAVA DE PASCUA. Día 31 de confinamiento.
P. Alfonso Herrera Serrano, Carmelita.
Buenos días P.Alfonso Con las lluvias caídas el campo se pone precioso con esos colores intensos . La foto con ese fondo es muy bonita . El dichoso virus solo nos afecta a las personas los animales y las plantas se libran . Seguiremos encerrados asta que esto acampe . ya llevamos un mes . Buen miércoles para todos .
ResponderEliminarBuenos días, P. Alfonso, una mañana lluviosa como ayer,pero el campo lo agradece y las flores y los llervajos como usted dice sigen con ese verdor tan bonito como se ve en la foto,,,bueno seguimos encerrados hasta que este virus valla pasando,,feliz dia,,y cuidaros,,,
ResponderEliminarCierto ,la naturaleza sige su curso a Dios gracias.Nos consuela en este confinamiento mirar las plantas caseras,o desde nuestras ventanas observar las que nos olcanza la vista.Esperemos que "esto" acabe pronto y dentro de lo posible se vuelva a la normalidad.Mi recuerdo a las personas que en estos días pierden un ser querido,mas triste en estas circunstancias si cabe,que el Señor les conforte y proteja.Que tenga un buen y lluvioso día P.Alfonso
ResponderEliminarMuy buenos días, P. Alfonso , bonita la foto con esos colores que la naturaleza les da , todo sigue su curso y la lluvia tan bien venida en estos días aún le da más exprendor, por muy silvestre que son los que hoy encabezan sus buenos no dejan de poder hacer un ramillete, me recuerda cuando mis de niños me los hacían y a mí de verdad que me encantaba.Que tenga un buen día con salud.
ResponderEliminar( mis hijos)
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