ESTAMPA CAUDETANA
VIERNES SANTO
(CRISTO CRUCIFICADO del baptisterio de Santa
Catalina.¡qué símbolo! Él nos purifica. Su muerte es nuestro bautismo).
Tal día como hoy tuvo lugar el hecho, el HECHO MÁS GRANDIOSO
Y, A LA VEZ, EL HECHO MÁS DEPLORABLE, LA CRUCIFISIÓN DE JESÚS en el monte
CALVARIO, fuera de las murallas de Jerusalén. Hasta allí arriba subió
recibiendo las burlas y los insultos de gentes de toda índole y condición
jaleada por la mala influencia de los que se creían dueños y señores de lo
divino y de lo humano “Hay que suprimirle, más vale que muera un hombre que lo
haga todo el pueblo” (Jn. 11,50) y es que entendieron que los nuevos aires que soplaban,
desde un trienio para acá, en Israel iban a barrer de un golpe todo lo
establecido y estatuido por la ley y por la costumbre, también hecha ley, y por
eso le quitaron de en medio. Pero sin darse cuenta, sin atender a lo ya
anunciado por los profetas que sustentaba esa ley que ellos invocaban, que
defendían, lo estaban proclamando ante todo el gentío que era testigo y que
pasaba por el lugar, como el verdadero salvador del pueblo.
¿Por qué?
Primero, porque, Él se ofrecía así mismo como camino, se ofrecía
para el bien de todos. Desde lo alto de la cruz, reina porque se da a sí mismo
para lograr el bien para todos. Y lo hace en un plano igual al de
cualquier ser humano, hasta en la misma muerte. No le quitan, la vida, Él la
da, la ofrece. Hasta ahí todo igual.
Y segundo, porque en él se da la identificación con Dios
Padre porque en Él, el Padre nos otorga su espíritu como se nos cuenta por el
evangelista Juan: “Todo está cumplido. E inclinando la cabeza entregó su ESPÍRITU”
(Jn. 19,30) y ese ESPÍRITU que nos entrega, como último don, será el que
le saque de las tinieblas de la muerte al iniciarse el tercero de los
días. Ese Espíritu es que nos deja, nos otorga, desde lo alto del
patíbulo, porque no todo va a concluir ahí. ¡Qué va! El ESPÍRITU DIVINO QUE LO
ENVUELVE lo sacará del `pozo oscuro de la muerte y ese ESPÍRITU es el que
nos ofrece a nosotros, sus hermanos los hombres, para que, revestidos con él
seamos salvos con Él, con el Hijo el Padre, con el que nos identificamos como
hijos del mismo Padre. Esa es la gran novedad que instaurará Jesús desde
lo alto de su trono, que es la CRUZ.
Pero hasta llegar allí, ¡cuánto dolor!, ¡cuánto
sufrimiento!, soportado y padecido por el CRUCIFICADO, y por aquellos que le
son afectos y, entre estos, ELLA, LA MADRE. “Siete espadas atravesaron su
corazón” (Lc. 2,35), ya la había puesto en antecedentes el anciano Simeón
cuando presentaron, ELLA y José, a Jesús en el templo. Y cuatro de esos dolores
tuvieron lugar en el transcurso de unas poquitas horas de nuestro tiempo que
sin duda alguna, se le harían eternas a la pobrecilla MUJER NAZARETANA.
Si te das una vuelta por el Santuario de la Virgen de
GRACIA, por la casa de LA PATRONA, y te fijas en la pared de la casa de la
cuidadora, verás, en la fachada, a unos tres metros de altura, unos manises que
nos recuerdan seis de los dolores de la Virgen (uno desapareció. Ya te he
hablado de ellos en otra ocasión). Pues, bien, los cuatro últimos dolores, los
que vivió, y no sé cómo no acabaron con ELLA, son los que hoy te muestro:
IVº DOLOR
En el camino del Calvario, bajo el peso del travesaño de la
cruz donde va a ser clavado, tuvo Jesús el consuelo del abrazo de su MADRE pero
que para ella fue la espada que le atravesaba el corazón.
Vº DOLOR
Cuando Jesús fue clavado en la CRUZ, ella estaba allí
sintiendo en su corazón cada uno de los martillazos sobre los clavos que le
sujetaban al madero.
VIº DOLOR
Cuando José de Arimatéa, Juan y algunos otros le desclavaron
y le descolgaron de la CRUZ, ELLA lo recibió en su regazo y sin aire, como los
pulmones de su Hijo, se fundió con él en un dolor supremo que no le fue
quitado ni por la esperanza firme de que se cumpliría su palabra: “al tercer
día resucitaré” (Mt. 17,23).
VIIº DOLOR
Cuando era Jesús depositado en el sepulcro nuevo
escavado en la roca, y rodada la piedra que sería sellada para que no robaran
sus restos y dieran en decir que había resucitado (Mt.27, 66) ELLA, la pobre,
no la llevaban las mujeres en volandas a Jerusalén, ni mucho menos, ELLA, se
quedó con su Hijo muy dentro del sepulcro.
¡Cuánto dolor soportó aquella mujer! ¡Qué bien supo
escogerla Dios para Madre de su Hijo! Qué premio más hermoso y maravilloso le
fue concedido por el Hijo porque, ELLA, fue la primera en recuperarle vivo en
el amanecer del primer día de la semana, luego, los demás, pero primero, ELLA,
aunque no nos digan nada los evangelios (…).
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
10.4.2020. VIERNES SANTO. PASIÓN DEL SEÑOR JESÚS.
P. Alfonso Herrera Serrano, Carmelita.
Buenos días P. Alfonso . Que bien nos relata hoy la Crucifixión del Señor y el dolor tan grande de su madre sufriendolo junto a el . Y esos azulejos de la fachada de la casa del Santuario de nuestra Virgen de Gracia reflejan el sufrimiento de esa madre hacia su hijo . Que todos pasemos un buen Viernes Santo recogidos en casa .
ResponderEliminarMuy buenos días,P.Alfonso,Viernes Santo,en casa sin salir usted nos relata toda la pasión de Jesús y el sufrimiento de su MADRE,como se refleja en Crucificado de Santa Catalina y los Manises de la casa de la Virgen. Este Viernes de la Sociedad de la Virgen nos uniremos también al dolor de todos los que están sufriendo por este coronavirus.Que pase feliz Viernes Santo.
ResponderEliminar(Perdón Soledad)
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