ESTAMPA CAUDETANA
EL LLAMADOR.
De cuando en cuando, suelo bajar, desde la parroquia de Santa Catalina, por
cualquiera de las calles que de allí parten. Un día de estos de atrás lo hice
por la calle del Deán Martínez. Al llegar a número 35 me fijé en el LLAMADOR y
me detuve delante de la puerta y me quedé un ratico contemplando esa mano de
bronce que sujeta una bola, también de bronce y, como ves, saqué el telefonillo
y la encerré dentro de la cámara oscura.
En el silencio de mi interioridad sonó el eco de aquella otra mano, gemela de
ésta, que la vi, en mi infancia, muy alta, muy alta, fija en la puerta de la
casa donde nací y en la que viví hasta que mis padres me llevaron interno al
colegio cuando cumplí los diez años, tan alta estaba que ni dando saltitos
llegaba a percutir con ella. Lo lograría con el paso del tiempo.
Aquella mano no se usó casi nunca porque en aquellos años, en mi pueblo,
las puertas siempre estaban abiertas. No había gente amiga de lo ajeno y la
vecindad tenía establecidos unos lazos de familiaridad. Solo se entornaban, que
no cerradas, aquellas puertas, cuando soplaba el viento Solano porque, el muy
indino, levantaba el polvo de la Avda. del Conde Gamazo, por entonces sin
asfaltar, y lo introducía en las casas.
Ya te he dicho que se utilizaba poco aquel LLAMADOR DE LA MANO, pero cuando
sonaba lo hacía, de tal manera, que las ondas sónicas llenaban todas las
habitaciones de la casa y salía, por la puerta del pasillo, hasta el corral.
Lucía su guapa estampa en la jamba de la puerta de mi casa, desde 1918 que fue
cuando un tío de mi padre, hermano de su madre, mi abuela, la construyó. Y así
lo hizo durante casi un siglo. Y digo casi un siglo porque, muy cerca de cumplirle, el ladrón hizo de las suyas. Con
una barra forzó la puerta y, a martillazo limpio, desprendió y se llevó
el LLAMADOR y el pomo, también de bronce, con él. Ninguna otra cosa se llevó,
solo el LLAMADOR Y EL POMO, dejando la puerta abierta de par en par.
LA MANO LLAMADOR de la casa del número 35 de la calle del Deán Martínez, me
hizo volver, en volandas del recuerdo, al pueblo donde nací y pasé mi infancia,
a Oropesa, en las antípodas de la Autonomía Castellano Manchega.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
12.11.2020. Jueves. (C. 1079)
P. Alfonso Herrera Serrano, Carmelita.
Muy buenos días, P Alfonso, éstos llamadores con los que antes se utilizaban para llamar en las casas , no hace muchos años que se veían en muchas puertas , pero últimamente los amigos de lo ajeno han hecho desaparecer , es una lástima que así ocurra , que no se respeten las propiedades. Que tenga un buen día.
ResponderEliminarMuy bonita foto.
ResponderEliminarLo de las puertas abiertas me recuerda que ,en casa de mis abuelos siempre hubo una cuerda para abrir la puerta y así mo tener que ir a abrir cada vez que llamaban a ella, que eran muchas veces.
Hoy , el piso está cerrado , pero la cuerda se mantiene.
Había total confianza en las personas.