ESTAMPA CAUDETANA.
EL VIGILANTE.
Sabemos por experiencia cercana qué el último tramo de la autovía que va de
Murcia a Valencia pasando por la Real Villa de Caudete fue adjudicada hace un
par de años y las obras se están llevando a buen ritmo. Ayer por la tarde
estaba libre de una ulterior celebración litúrgica y me dio por bajar a las
19,00 horas una bolsa de papeles al contenedor de reciclaje sito en la Plaza
del Carmen. Después de haberlo depositado enderecé mis pasos por la calle San
Antonio, antes del Arco, para enfilar, tras pasar por la plaza de San
Cristóbal, la Avda. de Madrid, no por añoranza, sino porque ella me saca de la
Villa. Quería, simplemente, estirar las piernas y ver cómo respondían mis
huesos. Al otro lado de la carretera de Valencia tiré por el camino Viñales y
me llegué hasta las obras de la autopista. Nunca había llegado tan lejos por
ese camino, solo en una ocasión, al finalizar la misa en San Francisco, acerqué
a una persona hasta su casa de campo donde la esperaba un hijo. Pero no llegué
hasta las pistas de tenis. Ayer sí, ayer, paré delante de la puerta de entrada.
Al fondo se veían las pistas y desde más acá de ellas se levantaba una alegre
conversación cooparticipada por bastante gente. Seguramente estarían celebrando
algún evento familiar y por mor de las distancias entre mesas impuesta por la
normativa sanitaria exigidas por la pandemia, les era menester alzar las voces
por lo que llegaban nítidamente hasta mí. Seguí adelante. Media docena de ñacos
que, andando el tiempo, seguirán los pasos de nuestros grandes ciclistas,
salieron dando pedales a sus bicicletas, de un camino lateral. Todos ellos iban
con sus chichoneras perfectamente encasquetadas en sus cabecicas. Ellos y sus
padres me dejaron atrás.
Llegué a las obras de la autovía justo en el punto donde se está dando
solución a la viabilidad al camino de los Viñales qué habrá de pasar por encima
de los carriles de la autovía, que se llevará a efecto mediante la
construcción de un imponente puente. En este momento un bosque de barrotes
sustentan el encofrado donde irán, no tardando mucho, los hierros y el cemento
que salvarán el vano, de mucha luz, sobre la autovía.
Los niños y sus papás se estaban aproximando al puente del Palacio y hasta mí
llegaban los grititos de se daban unos a otros desde lo alto de sus "cabalgaduras".
Me apoyé en uno de los bloques de cemento que se emplean para separar
unos carriles de otros en las medianas y leí la hora Nona en el libro de las
Horas.
Concluida la oración, me alejé unos 100 mts. con dirección a Yecla para poder
obtener una visión completa de aquel maremágnum de hierros que habrán de dejar,
luego, el lugar a un flamante puente sobre la carretera. Ya volvía con la foto
en la cámara oscura de mi telefonillo con la intención de seguir por la caja de
la futura vía hasta el puente del Palacio, cuando se puso a mi altura una
furgoneta. El conductor, un hombre, todavía joven, de raza gitana, al que
supongo con autoridad suficiente, me dijo muy educadamente: "Señor, no se
puede estar aquí, ¡Váyase!" Poder, poder, sí que se podía estar, la prueba
es que yo estaba allí, y, eso, yo no debía hacerlo. Pero, claro, al llegar al
ámbito de las obras no había ningún cartel que indicara prohibición alguna y
como el camino estaba expedito sin ninguna valla que lo impidiera, me introduje
en la caja de la carretera como lo habían hecho los ñacos y sus padres.
Tras apercibirme a mí, el celoso VIGILANTE, continuó viaje porque, en
lontananza, venía, con dirección a nosotros, una mujer haciendo footing y, como
hiciera conmigo EL VIGILANTE, hizo con ella, la echó de la caja de la futura
autovía. Cuando me alcanzó, todavía se encontraba contrariada. "Tuve
miedo", me dijo.
Otra vez estuve viendo los adelantos de las obras de la vía en construcción.
Aquella vez fue allí donde se cruza con el camino de La Encina y también era
fiesta pero el VIGILANTE no apareció.
Ahora sé que no debo meterme en la zona de obras. No lo haré.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
12.2.2021. Lunes. (C. 1.228)
P. Alfonso Herrera Serrano Carmelita.
Muy buenos días , P Alfonso, buen paseo se dió usted ayer tarde , la verdad que la tarde invitaba a ello . Pero ahora ya sabe por dónde no se puede ir. Que termine bien el día de San Vicente y último de mona .
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