ESTAMPA CAUDETANA.
SAN JOAQUÍN Y SANTA ANA.
(imagen de Santa Ana que se venera en su ermita de esta Real Villa de
Caudete ).
(Fachada de la ermita de Santa Ana en lo más alto de la Villa).
Ayer subí a la parte alta del pueblo. Una señora
cargadita de años y un tanto imposibilitada, requirió mi presencia en su casa y
allí me presente.
Cuando hube terminado de estar con ella y
atender el asunto para el que me había llamado, todavía me quedaba un poco de
tiempo antes de que el reloj nos convocara a los frailes de la comunidad de
carmelitas, para el rezo del oficio divino en el convento, así que enfilé,
cuesta arriba, hasta la plaza de Santa Ana.
Me llevé una grata sorpresa porque, al no haber
subido hasta allí después de haber finalizado las obras de acondicionamiento
llevadas a cabo por el Ilustrísimo Ayuntamiento, me encontré con un espacio muy
acogedor potenciador de un sano esparcimiento. Y, la verdad, si no
hubiera sido por el sol que, a aquella hora del medio día se encontraba revestido
con todo su ato de autoridad, hubiera dado gusto sentarse en cualquiera de los
muchos bancos que se han instalado en la explanada a la que abre su puerta la
ermita de SANTA ANA. Ésta se encontraba abierta, no podía ser de otra manera,
ya que al ser el día de la FIESTA DE LA
TITULAR no habrían de faltar fieles que subieran para estar un ratito haciendo
compañía a SANTA ANA, como hice yo.
Dentro, en la cocina de lo que fuera casa del
ermitaño o santero, había movimiento. Un par de cofrades se percataron de
mi presencia y salieron a ver quién era y qué deseaba. Al verme me ofrecieron
entrar para tomar un vino y unas guijas y habas que estaban guisando para
obsequiar al personal asistente a la misa de las 20,30 horas en honor de la
Santa y de Joaquín, su esposo. Decliné la invitación por lo ya constatado
anteriormente y, tras unos momentos, decidí volver a casa para llegar a
tiempo del rezo del oficio de las horas.
Desde muy temprano, los miembros de la Cofradía
de Santa Ana, estuvieron llamándonos la atención a toda la población con
el sonido, frecuentemente repetido, a lo largo de todo día, de la campanica que
dejaba caer sus vocecicas metálicas, que en nada molestaban el discurrir de la
vida de las gentes del lugar, sobre los tejados de la Real Villa de Caudete.
Y, en un cielo azul clarito, limpísimo de la plaza de El Carmen, pusieron
nubecillas blanquecinas unos cohetes que llamaban a la misa de la
fiesta. Y es que, en el día de ayer, celebraba la Iglesia, y por ende esta
Villa, la fiesta de los padres de la Virgen Santísima
(Grupo escultórico de San Joaquín, Santa Ana y
de su hija, la Virgen María, que se venera en la ermita) y, ella, Santa Ana, es la titular de la ermita.
Este año no subí las cuestas para llegarme hasta
Santa Ana, me quedé celebrando la fiesta en la parroquia de Santa Catalina en
cuyo ámbito se encuentra situada la ermita de la Santa madre de la Virgen María,
pero me dijo el párroco que se juntó un buen grupo de gentes que hasta allí subieron
y que, guardando las distancias exigidas, asistieron a la misa.
Unas goticas de agua, que el aire trajo de
alguna nube lejana, cayeron al iniciarse la misa hicieron pensar en lo peor, en
un diluvio de esos que están teniendo lugar ahí al lado, en la Comunidad Valenciana
(todo se quedía, a la postre, “en agua de borrajas”, en nada) por lo que, previniendo cualquier
circunstancia adversa, decidieron celebrarla dentro de la iglesica. Al
ser el aforo del templo bastante limitado, hubo gentes que se quedaron fuera
desde donde siguieron, a través de la puerta abierta de par en par, la
ceremonia litúrgica en honor de los santos padres de la Virgen María, San
Joaquín y Santa Ana. Y es que el Covid 19 ese no deja de molestar lo suyo.
Concluídos los actos litúrgicos se procedió,
como es costumbre, a ofrecer a los asistentes las tradicionales guijas y habas
cocinadas.
En otros tiempos, me dice el párroco, que es
natural del lugar, era costumbre que los vecinos de las calles por las
que sube hasta la ermita, tenían dispuesta una mesa con guijas y habas guisadas
y bebidas para obsequiar a los devotos que acudían a venerar a la Santa madre
de la Virgen en su ermita.
Así fue, como te lo cuento, la fiesta de Santa Ana en la Real
Villa de Caudete. La pandemia que nos ha endosado el Covid 19 se llevó por
delante, como hiciera el año pasado, el tradicional concierto a cargo de la
orquesta oficial de la Villa.
Quiera Santa Ana coger la escoba, como hiciera
en su casica de Nazaret y barra y eche de con nosotros a ese
"bichico" que tan molesto está siendo.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS
DÍAS!!!!!!
27.7.2021. Martes. (C. 1.312)
P. Alfonso Herrera Serrano. Carmelita.
Muy buenos días , P. Alfonso, como usted bien dice a ver sí la Abuelica Santa Ana y San Joaquín consiguen echar este bicho que tanto mal está haciendo y al año que viene se puede celebrar sus fiestas con todo el explendor que se merecen. ¡ Que bonita es la imagen de la Abuela con el Niño y también preciosa la de San Joaquín y Santa Ana con la Virgen María. Que tenga un buen día.
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