ESTAMPA CAUDETANA.
LOS TRES ÑACOS.
La manecilla larga del reloj se estaba dejando caer desde las 20,00 horas en
busca de la mitad de la esfera del reloj cuando volvía para casa una vez
finalizada la Eucaristía de víspera de domingo en la parroquia de Santa
Catalina. Me detuve un ratico. Casi siempre que paso calle Mercado adelante me
detengo un poco porque me gusta «llenarme»» del Paseo Luis Golf y del
tranquilizante surtidor de su fuente. A aquella hora los calores asfixiantes
del día estaban siendo retirados del Paseo por un airecico muy agradable.
- ¡Qué bueno hace! me dijo, por todo saludo, una señora mayor que salía
de la confitería Picó con una bandejica en las manos.
- Si, la contesté, hace mejor en la calle que dentro de casa.
Ella siguió calle adelante mientras yo seguía llenando mis pupilas con el
acontecer en el paseo Luis Golf.
- Los bancos, en su parte central, a uno y otro lado, estaban ocupados.
Contrastaban con la oferta, que era casi total, de las mesas dispuestas por los
bares que abren sus puertas al Paseo y que estaban a la espera de que la gente
se decidiera a ocuparlas para consumir algo y, por lo que vi, poco después,
también contrastaban con el aforo disponible para los dos establecimientos, La
Notaría y Morgol, en la Plaza de El Carmen que estaba totalmente ocupado.
- Pero lo que verdaderamente me tenía quieto, pegado al suelo, no era el
constante fluir del agua que salía, con alegría, por cada caño impulsada por la
fuerza que la imprimía un potente motor, sino el juego que se traían TRES
ÑACOS delante justo de la fuente monumental. No sé a qué clase de juego estaban
jugando, el caso es que uno tras otro caían al suelo y me daba la impresión de
que, uno tras otro, se dejaba caer para probar la dureza del suelo. El caso era
que cuando se levantaba el caído formaban un corro, daban vueltas riendo y
gritando, todo alborozados, y vuelta a empezar.
Los padres andaban charra que te charra en el último de los
bancos sin prestar, ni mucha ni poca, atención a las criaturicas aunque, creo
que no perderían detalle del alegre juego de sus hijicos.
Por fin conseguí despegarme del lugar y eché a andar con
dirección a casa. Los árboles del corralón del convento de San José (El Carmen)
me estaban esperando para que les diera de beber. Los padres, los ñacos y sus
juegos inocentes y las gentes, que ocupaban los bancos de la parte central del
Paseo, allí se quedaron dejándose acariciar por el airecico tan bueno, tan
bueno, que estaba limpiando el Paseo del calor que había estado reinando
durante todo el día en el lugar.
El ambiente reinante en la Plaza del Carmen, sin un lugar
libre en las mesas que ocupaban gran parte de la Plaza, me acompañó hasta
dentro de casa, pues, no en vano, son colindantes.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS
DÍAS!!!!!!
29.8.2021. Domingo. (C. 1.353)
P. Alfonso Herrera Serrano. Carmelita.
Muy buenos días , P.Alfonso , que alegría da ver a los críos o ñacos como usted los llama jugando a todos sus juegos imaginarios y no tanto ver la tele. Que tenga un buen día del Señor.
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