ESTAMPA CAUDETANA. EL
CASTILLO.
(El castillo situado en la Plaza de la Iglesia, visto desde
la calle Mayor, a través de uno de los arcos de la Lonja).
Ya quedó firmemente asentado el viernes pasado en la plaza
de la iglesia, el castillo.
El castillo es uno de los elementos claves de las fiestas de
Moros y Cristianos en esta Real Villa de Caudete.
Desde hace muchos años el castillo que, siendo obra de
artífices carpinteros, nos lleva de la mano a otros tiempos, tiempos del
Medioevo, del antiguo y, también, del otro Medioevo, del Alto. De aquel tiempo
en el que se datan unas ruinas de lo que fuera, otrora, un castillo árabe, como
tantos que jalonan estas tierras planas en las que se aprovechaba cualquier
promontorio para edificarlos. Fortalezas que todavía muestran su empaque y
señorío a pesar del deterioro de los mismos llevado a efecto por el inexorable
paso del tiempo. Pero en nuestro caso, en esta Real Villa de Caudete, al
contrario de lo que acontece en los pueblos limítrofes, el castillo no es
castillo, es un vestigio enterrado por la tierra que cubre los restos mortales
de generaciones y generaciones de caudetanos, a los que andan ahora
“molestando” con excavaciones en el indefenso vestigio, por ver si pueden
sacarle datos de aquellos tiempos en que luciera hermoso, a vista de
todos, desde la distancia.
No, no me refiero al castillo moro hundido en las tierras
caudetanas, me estoy refiriendo a esa preciosidad de miniatura que los
oficiales del Ilustrísimo Ayuntamiento ha situado en la Plaza de la Iglesia y
que con motivo de las Fiestas Patronales de Moros y Cristianos en honor de la
Virgen de Gracia, nuestra Patrona, adquirirá una importancia capital ya que, en
él y en su torno, se celebrarán los Episodios Caudetanos, una obra en la que se
rememoran situaciones deprimentes como el sometimiento de la Villa por el moro
Tarik (meses después sometería también a mi pueblo de Oropesa -Toledo -)
, gestas triunfadoras en las que el invasor asentado por espacio de siete
siglos en el predio, fue expulsado. También deleita a los asistentes con el
descubrimiento de la sagradas imágenes de la Virgen de Gracia y del Coopatrón,
San Blas, junto a elementos de culto iluminados, durante siete siglos,
por una vela inconsútil que quedaron a la vista, mientras tañía una campanica,
gracias a la intervención de Ella, de la Virgen de Gracia, que, obrando
maravillas en un vidente, Juan López, pastorcillo proveniente de Paracuellos de
la Vega, en la cercana Cuenca, señaló el lugar donde se encontraban enterradas.
Concluye la obra, puesta en escena por las entusiastas
gentes del lugar, en “las praderas del castillo” (la Plaza de la Iglesia) con
una apoteosis final en las almenas del castillo festero.
Si tú, que lees mis buenos días, no lo has visto, haz por
presenciarlo “in situ” porque merece la pena. Te lo digo yo que disfruto un
montón cada vez que asisto al avatar de la Villa en aquellos tiempos.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
24.8.2022. Jueves. (C. 1.554)
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
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