lunes, 31 de octubre de 2022

La Luz de la Virgen de Gracia.

ESTAMPA CAUDETANA.

LA LUZ DE LA VIRGEN DE GRACIA.

En la tarde de ayer, tras haber puesto el broche de oro al manifiesto del Santísimo Sacramento con la bendición a las monjas Carmelitas de clausura y a la quincena de fieles que se les habían unido en la adoración al Señor Sacramentado, dejé que mis zapatos me llevaran hasta la glorieta de la Cruz y, allí, me senté en un banco frente por frente de la Sagrada imagen de la Virgen María de GRACIA, Nuestra Madre, esculpida en piedra y situada en el templete de la Cruz. No podía faltar la Madre junto al Hijo, en este caso, junto al símbolo donde su Hijo Jesús padeció la muerte. La tarde era deliciosa, iba dejando su lugar a la noche porque los políticos han trastocado el reloj echándole para atrás una hora de modo y manera que "amanece" más temprano" pero, también, más temprano "anochece", razón por la cual, las farolas del entorno ya dejaban caer, desde su altura, una luz difusa muy cara, muy cara, no por ser cariñosa, sino por ser muy costosa y es que lo que Dios hace, a nosotros nos sale gratis, pero lo que trajinan los hombres para conseguirla, si quiera sea un leve parpadeo luminiscente, nos sale muy caro, costosísimo. A aquellahors ya estaba iluminado al ambiente por unas farolas que solo iluminaban un poco la tierra en el lugar donde estaban plantadas. Por encima de ellas, arriba, en el fondo del firmamento, allí, donde, en noches claras, se mueven las lumbreras que Dios colocó el tercer día de la creación, solo con pensar en ellas, un lucero brillaba. Le vi venir desde el horizonte, casi imperceptible en un principio, difuminado por la polución lumínica que producían las farolas, se fue acercando hasta casi situarse encima de Ella, de la Virgen de Gracia, esculpida en piedra. Ese fue el momento en el que, tirando de telefonillo impresioné la foto que ves ahí arriba.

Contemplando la luz del lucero y viendo la localización en que se encontraba, di en pensar en que otra luz también iluminó a nuestra Madre la Virgen de Gracia, no solo en el tiempo fugaz de unos minutos, sino a lo largo de cuatro centurias de años, de 400 años. Una leyenda hecha tradición asegura que, en estos pagos, aconteció que, cuando Juan López, el pastorcico manco que tuvo la suerte de ser vidente de nuestra Madre, la Virgen de Gracia, recibió de Ella la indicación de donde se encontraban soterradas su imagen y la imagen de Blas el Copatrón, con Ella, de la Real Villa de Caudete. Transmitido el mensaje a las autoridades religiosas y civiles de la Villa, y puestos manos a la obra, quedaron sorprendidos al contemplar, toda iluminada, la cavidad donde se encontraron las sagradas imágenes y otros elementos de culto, mientras se oía el sonar de una campanica.

Sí, la luz de una vela había permanecido, inconsútil, iluminando el hueco durante 400 años. Y, yo, al contemplar el lucero que venía poniendo luz en el firmamento haciendo un rasguño en la oscuridad celeste, di en pensar: 

"para iluminar a su Madre ha puesto el Señor este lucero"  

Y allí estaba el lucero cuando emprendí la vuelta, al finalizar el rezo del Santo Rosario, iluminando a la imagen de piedra de la Virgen de Gracia en el templete dedicado al signo donde se venera el símbolo de la cruz que fue el lugar del suplicio de su Hijo Jesús.

Ya se enseñoreaba la noche, una noche tranquila, serena, sin pizca de frío, no se movía una hoja de los árboles porque en esos momentos no corría de un lado para otro el aire invisible.

El parquecico infantil bullía de vida porque los niños de varios matrimonios jóvenes se lo estaban pasando pipa subiendo y bajando por los toboganes allí instalados por el Ilmo. Ayuntamiento. 

De camino a casa vi a la luna. iba despacito al encuentro con la Señora para ponerse a sus pies, como nos dice el Apocalipsis que acontece. No iba deprisa, iba despacico para llenarse de luz y tomar, luego, el testigo del lucero

(La luna, en cuarto creciente, asomándose al Paseo de laVirgen, en su caminar hacia la Glorieta de la Cruz)

 Eso acontecía cuando el día cerraba las pastas de su diario de domingo,

pero, cuando abrió su página limpia, impoluta, al comenzar a ser día, Caudete se dio cita, dentro de las actividades programadas para la VI Bienal de la acuarela, inaugurada dos días antes con asistencia de autoridades del estado autonómico venidas desde lejos, en el convento de San José porque en él, en su claustro barroco toscano, iba a tener lugar una clase de pintura al agua dictada por uno de los pintores llegados de la India de la que te doy cuenta en las fotos y en los vídeos que te adjunto. Una miembro de los organizadores me refería la admiración, con exclamación sonora, de las gentes venidas de fuera o, incluso, de la misma Villa al encontrarse con un espacio tan hermoso en el que habían encontrado un lugar inmejorable las obras de pintores de ahora mismo llegados de muy lejos, de hasta 40 países, hasta el lugar donde naciera uno de los más. Encomiables pintores en el arte de la acuarela, nuestro RAFAEL REQUENA. Y sí, a juicio de los visitantes, las obras expuestas eran bonitas de verdad, entre los que llamaban la atención los rostros surcados por arrugas que nos hablan de caminos de vida, no menos admirativa era la impresión que experimentaban al contemplar las plantas que ornan el vetusto convento y que recordaban a su verde tierra dela India, los pintores que han colgado sus obras en los paños de las paredes de un claustro que vino a ser el año 1606, en los albores del siglo XVII.

Solo pude estar al principio del evento porque trabajos ministeriales me reclamaban en la parroquia de San Francisco pero, a mi vuelta, después de haber dejado al pintor trazando líneas con un lápiz en un papel blanco impoluto, me encontré con la obra realizada, es la que contemplas en las fotos que te adjunto.

(El artista, Amit KAPOOR, su obra realizada a vista de todos)

Durante toda la mañana hasta pasadas las 14,00 horas el claustro fue un bullir de gente primero sentadas, un montón de ellos, otros, de pie, escuchando la disertación y siguiendo, por circuito cerrado de televisión, el manejo de lápices, pinceles y colores que empleaba, algunos de ellos de origen coreano con nombres de difícil retención, de los que se servía Amit KAPOOR. 

A lo largo de su quehacer iba respondiendo a las preguntas que le hacía la concurrencia. Entre ésta se encontraban miembros del Consistorio municipal que posaron junto al pintor y a su obra.

(La Corporación Municipal con el pintor y su obra)

Recibe mi saludo, mis


   ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!

31.10.2022. Lunes. (C.1.598)

P. Alfonso Herrera. Carmelita.

No hay comentarios:

Publicar un comentario