ESTAMPA CAUDETANA.
LA FIESTA CONTINUÓ.
(Programa festivo de la tarde del domingo)
El regusto de la parrillada de sardinas asadas en las
brasicas de la hoguerica de San Blas todavía no se había ausentado de las
papilas gustativas de la gente y el olor a madera noble quemada en la hoguera
de San Blas, tampoco se había diluido en el aire, allá abajo en la Puerta
de la Villa, cuando en la tarde del domingo, Manuel Ortuño, Presidente de la
cofradía de San Blas, daba el pistoletazo de salida a los juegos de
entretenimiento para los ñacos del lugar que, enfundados en sacos, emprendían
una carrera en busca de la corona de laurel que premiaría su victoria Mientras,
un nutrido número de caudetanos, animaba a todos y cada uno de los infanticos
participantes.
Todos disfrutaban del momento pero, los que más, los ñacos
que tomaron parte en la carrera que, muy bien podría incluirse entre las
pruebas de los juegos olímpicos.
Y, si éstos se lo pasaron de miedo, no se quedaron atrás
aquellos que corrían sujetando firmemente con los dedos se una de sus manos,
una cuchara sopera y, haciendo lo propio, trataban de que no se les cayera al
suelo el huevo que portaban.
La emoción y la hilaridad invadía al gentío cuando
unos pequeños, a ciegas, armados con estacas, comenzaron a dar palos al
aire buscando las vasijas de barro que, colgadas en una cuerda que iba de un
lado al otro de la calle, estaban llenas de sorpresas y chucherías.
Y no faltaron, no, no podían faltar, los premios gordos,
sendos jamones que, situados en la cúspide de un largo palo engrasado,
esperaban al hábil trepador. No, no faltaron las cucañas reservadas para los
mozalbetes.
Los gritos de ánimo lo llenaban todo, todo, hasta la
tranquila y silenciosa iglesia del monasterio de las monjas carmelitas de
clausura, llegaban, para unirse a las monjas y a algunos fieles que, a esa hora
estaban en oración profunda adorando al Santísimo Sacramento expuesto en la
custodia.
Contrastaba el jolgorio existente en la calle con la quietud
de un ramillete de narcillicos, que aquí llaman amores, que se encontraba,
juntico a la pared del Sagrario,
(Ramillete de narcisicos)
como en tantas otras ocasiones, dándose en holocausto al Señor
de los Señores y es que, en el huerto del monasterio, crecen, sin
importarles el frío reinante en estas noches y días, adelantándose a la
primavera y, claro, la monja sacristana se ocupa en que al Señor Sacramentado,
no le falte una ofrenda que ocupe el lugar del pueblo por el que ellas rezan.
Sí, el domingo, al alimón, en esta Real Villa de Caudete, se
daba culto a Dios en la calle, inundándola de alegría, por ser fiestas en honor
del copatrón San Blas, y en la quietud de un encuentro de adoración, también a
Dios, en el recoleto templo del monasterio de las monjas carmelitas de
clausura.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
7.2.2023. Martes (C.1.633)
Fotos y vídeos.
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