ESTAMPA CAUDETANA.
ORQUÍDEAS, LAS ESCOLTAS DEL SANTÍSIMO.
Son un obsequio de algún fiel devoto de la Eucaristía del
que no tengo noticia.
Ya llevan unos cuantos días esas preciosidades de ORQUIDEAS
vestidas con las mejores galas de unas ESCOLTAS dignas del Señor al que
acompañan, sirven y dan pleitesía.
Las he estado viendo durante estos días de atrás en que me
ha tocado celebrar la Eucaristía en la parroquia de Santa Catalina pues, tengo
por costumbre entrar en la sacristía no por la puerta que sería lo ordinario y
normal sino a través de la capilla de la comunión y, así, en un saludo
respetuoso al Señor sacramentado, le pido que me purifique para celebrar santa
y dignamente el misterio de su presencia entre nosotros, su Misterio Pascual,
que es el Sacrificio Eucarístico. Y, allí, jalonando el sagrario, sacrosanto
lugar donde Él permanece a la espera de encontrarse con nosotros o, mejor, a la
espera de que nosotros vayamos a encontrarnos con Él, se encuentran esas dos
ORQUÍDEAS, preciosa obra de la naturaleza, que no encuentran mejor fin a su
existencia que el de darle guardia a su Creador, a su Creador que permanece con
nosotros bajo las especie del PAN, a su creador que, en esta Real Villa de
Caudete, tiene a bien manifestar, plásticamente, su presencia y su actuación en
unas pocas Formas u Hostias consagradas por don Miguel Senén Díaz, párroco que
fuera de esta parroquia en aquellos tiempos negros, oscuros, en que se sometió,
a los creyentes españoles, a una dura persecución en la que, el mismo en Don
Miguel, fuera vilmente masacrado pensando, los escopeteros, que daban
satisfacción a la autoridad gubernativa del momento y hacían desaparecer, con
el cruel hecho y de raíz, la fe del asesinado y la de las gentes que tuvo a su
cuidado, cosa que no aconteció porque en esa capilla de la comunión de la
parroquia de Santa Catalina se encuentran en la actualidad, ochenta y siete
años después, en un sagrario-joyero las formas consagradas que salvara de la
quema Manuel Gil, el sacristán, al enterrarlas bajo una de las losas de su
habitación donde permanecieron, siempre alumbradas por una lamparilla con
aceite del lugar, por espacio de más de tres años sin que la humedad imperante
las deshiciera, cosa que sí le aconteció a los purificadores con que las
cubrió.
Ahí las tienes, ahí te mando las ORQUÍDEAS. Las tomo para
que las puedas ver al tiempo que te llevan hoy mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
28.3.2023. Madres. (C. 1.654)
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
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