ESTAMPA CAUDETANA.
MALVA SYLVESTRIS.
Esta planta herbácea tiene más nombres que los miembros de la familia real. En cada lugar no solo se la conoce con un nombre sino con otros muchos más.
Yo me voy a quedar sola y exclusivamente con el nuestro de andar por casa, con el de MALVA COMÚN.
Esta planta es tan famosa como antigua, pues ya se servían de ella los griegos, los romanos y gentes que vivieron con anterioridad, y, de ellos hemos recibido nosotros algunas indicaciones para ponerla a nuestro servicio ya que cuenta con distintas propiedades que benefician al ser humano y también a los animales que las ingieren. La farmacopea la ha empleado siempre como elemento coadyuvante o auxiliador en la lucha contra los cólicos, para la bajada de la fiebre y como emplasto para curar las enfermedades de la piel.
Aunque no siempre se ha conseguido el efecto deseado y, por ello, acompaña su historia aquel dicho o afirmación popular que indica que no son tan buenos los efectos que producen en el ser humano a la hora de afrontar una lucha contra alguna deficiencia o enfermedad. Sobre las olas del tiempo ha llegado hasta nosotros la sabiduría popular, fruto de la experiencia, acuñada en un refrán en el que se nos pone sobre aviso acerca del tema porque afirma:
"El que con MALVA se cura, mal va"
Y algo tiene que haber de eso porque todavía tengo muy vivos en el recuerdo aquel aviso que nos daba mi madre, su madre, mi abuela Patricia, tenía una mano estupenda para tratar dolencias del tracto intestinal, y de ella recibiría, sin duda alguna, el aviso que a nosotros nos daba. Recuerdo que en una ocasión, a punto de finalizar el curso escolar, el verano se estaba echando encima, al bajar de la escuela de la villa, la escuela estaba en todo lo alto, extramuros de la población, mi casa distaba de la escuela un kilómetro muy cumplido que tratábamos de acortar metiéndonos por un atajo. En aquel atajo, que otrora fuera paso de animales trashumantes, crecían, en abundancia, las MALVAS y yo, arranqué una grande y frondosa, casi seca, pero llenita de simientes, de panecillos como los llamábamos nosotros y entretenía el camino comiéndomelos.
Con la mata llegué a casa y al verla mi madre me espetó:
"hijo tira ahora mismo la MALVA, no sea que te vaya a hacer daño"
y me soltó el refrán.
Y éste es el día en que no he vuelto a comer la simiente, los panecillos, de la MALVA.
Quizá por eso recibe entre los infinitos nombres con que se la conoce aquí, allá y acullá, según te daba a conocer al principio, como "PRUEBAYERNOS". Sí, no te rías, no es broma, así se la viene llamando también en no pocos lugares desde tiempo inveterado y la razón no puede ser otra que, si el aspirante a la mano de la hija de una casa pasaba por la prueba de beber el té que se consigue cociendo las hojas de MALVA, sería un buen partido para la muchacha.
La guapa flor con la que se abren estas letras, es su flor. Esta herbácea crece en los bordes de los caminos y también en el descampado o entre los sembrados. Tiene fácil arraigo y medra en cualquier lugar.
En caso de necesidad suele autofecundarse, son, por lo tanto, hermafroditas, y la naturaleza las ha dotado de un excelente mecanismo de defensa de su ovario porque cuando el sol se ausenta dejando el lugar a la luna o a la oscuridad más espesa, ella protege sus semillas cerrando, sobre sí misma, los cinco pétalos de que está compuesta su flor. Acción que lleva a cabo, también, cuando los elementos atmosféricos no son propicios. Y yo doy en pensar que, gracias a ello, esta planta herbácea es tan abundante en todos los lugares del mundo.
La flor y la planta que te muestro podía haberla cogido en cualquier lugar de esta Real Villa de Caudete pero la vi en el descampado que existe, esperando urbanización, más allá de la última casa de la Avenida de la Libertad, cuando caminaba atraído por el sonido de las campanas de la torre de Santa Catalina donde se me esperaba para celebrar la Sagrada Eucaristía de las diecinueve treinta horas.
Situado en su corola y pegado a los estambres y a los pistilos de la linda flor de la MALVA he colocado yo mi saludo para ti, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
18.4.2024. Jueves. (1.869)
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
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