domingo, 7 de julio de 2024

La Soledad.

ESTAMPA CAUDETANA. 

LA SOLEDAD. 

Cuando volví de celebrar la Eucaristía en la Parroquia de San Francisco en la tarde de ayer, había concluido el grueso de la tormenta que tuvo lugar durante el espacio celebrativo. Solo unas chispitas caían cuando dejé el coche en el garaje del convento. 

Como suelo hacer otras veces, pasé a visitar las plantas que crecen en el corralón.

Durante el paseíco fui recogiendo las hojas  del nisperero que había tirado al suelo la tormenta y algunos higos que habían seguido el mismo camino. 

Mientras estaba ocupado en ese quehacer no dejaba de oír el piar angustioso, según mi modo de ver, de un pajarito que tuvo que haberlas pasado muy mal durante el corto espacio de tiempo que duró el ramalazo tormentoso porque, según mi parecer, salió pronto del nido y,  esa tormenta sufrida, constituyó, sin duda alguna, una experiencia muy negativa y dolorosa porque, a esa manifestación estentorea de la naturaleza, se añadía LA SOLEDAD absoluta en que se encontraba porque los padres permanecerían, con toda seguridad, cubriendo a los hermanitos del polluelo en el nidico. 

Lo busqué para, por si acaso se encontraba en el suelo, levantarle a lo alto de algún árbol con el fin de que no se convirtiera en proteína gatuna pues, el gato que pulula por el corralón desde que alguien lo lanzara, recién nacido, por encima de la tapia y que  es muy dado a tomarse, como aperitivo, los polluelos que se escapan de los nidos antes de tiempo y, al hacerlo, caen, por falta de fuerzas,  en el predio por donde el gato ejerce su reinado. 

No lo encontré en el suelo pero mirando entre las ramas de la higuera grande, allí le vi, tal y como le contemplas en la fotografía que te adjunto, solito pegado a sí mismo y al decir pegado a sí mismo te estoy diciendo que sus alitas y sus plumitas, todavía con algo del plumón de polluelo, las tenía pfetaditas contra sí. Se encontraba debajo de una hoja de la higuera que, con toda seguridad, le pribó del chaparrón caído, por lo menos de lo más fuerte. 

Contemplándole me vino a la memoria  aquella cita del libro del Eclesiastés (4,11), que le viene, como afirma, también, nuestra sabiduría popular, "como anillo al dedo" en en su caso debería decirse "como plumitas pegadas a su piel" que dice: 

"¡Áy del solo! Si dos se acuestan juntos se dan calor pero si uno está solo ¿quien lo calentará?".

Así se encontraba el pajarito que vi ayer yo posadito en una rama de la higuera debajo de una de sus hojas, como aquel del que se ocupa el libro bíblico del Eclesiastés. 

Porque no soy ornitólogo y no conozco la clase de pajarico que es, si es insectívoro o es gramíneo, no lo recogí, lo dejé allí subidito, en SU SOLEDAD, con la esperanza de que, con el apaciguamiento de los cementos atmosféricos y con la llegada del del día, sus padres escucharían su piar lastimero pidiendo auxilio y vinieran a darle compañía, protección y alimento. 

Si el pajarico salió del atolladero en el que había venido a parar su salida con premura de su casica y vive para contarlo, con toda seguridad, no olvidará el percance jamás en su volandera vida y lo transmitirá,  genéticamente, a su descendencia. 

Yo, por mi parte, te mando mi saludo, mis


¡¡¡BUENOS DÍAS!!!

7.7.2024. Primer día de la novena en honor de la Virgen del Carmen. (C. 1.947)

P. Alfonso Herrera. Carmelita.

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