Solo nos quedó Júpiter.

ESTAMPA CAUDETANA. 

SOLO NOS QUEDÓ JÚPITER 

Andaba anoche él solito por el cielo. Solito, solito, no, porque aquí y allá, luchando a brazo partido con la polución lumínica de la Real Villa de Caudete se dejaban ver puntitos luminosos, unas cuantas estrellas que hacían agujericos de luz en la densa oscuridad reinante en la bóveda celeste. Pero que comparados con Júpiter...  Yo diría que hasta este planeta les succionaba la luz a las pobres que trataban de llamarnos la atención desde allá lejotes en nuestra noche caudetana. 

Ya se apagaron las llamas que consumieron la gran luminaria encendida en honor de San Antón. 

Ya se acallaron los ronroneos de los tambores de la banda del Cristo de la juventud.

Ya no invitaban las alegres músicas puestas en el aire por otra banda a los Reyes de los Bailes y a multitud de parejas de bailadores que se habían lucido a base de bien en el ofertorio de la misa y durante las paradas que se hacían en la procesión con la Sagrada Imagen de San Antón, el Abad, el Eremita. 

Ya todo se acabó. (*)

Ya solo nos queda la noche oscura porque la luna que estaba oronda y hermosa y bien lucida, estos días de atrás, se ha retirado a descansar.

Pero allí, en lo alto del firmamento, asomándose por un agujero se encontraba Júpiter. Ese planeta que, como el nuestro, da vueltas alrededor del sol y, ahí le tienes, en tratos con él. Y el sol, que es generoso por naturaleza, así le quiso Dios para que, con su luz y su calor, levantara, de debajo de la tierra, los gérmenes de las semillas que Él sembrara para el sustento del hombre y de los animales a los que daría existencia poco después y para que dotara de luz a los días y por las noches vestir de luz a los astros que puso en todo lo alto, como anda haciendo estos día con el bueno de Júpiter. 

 Mira, así se porta el sol con los planetas a los que Dios no dió luz propia, con todos los que andan dando vueltas y más vueltas en su derredor, los ilumina, los hace antorchas que se mueven, que corretean por los altos. Sí, se  entretiene prendiéndoles fuego, es decir, llenándolos de luz para que sean vistos y, en su caso, indiquen el camino que han de seguir los barcos por el mar y los aviones por los caminos de más arriba de las nubes.

Así lo vi yo ayer por la noche al planeta Júpiter caminando por todo lo alto de nuestro cielo de Caudete.

Recibe mi saludo, mis

¡¡¡BUENOS DÍAS!!!

21.1.2025. Martes. (C. 2.125).

P. Alfonso Herrera. Carmelita.