jueves, 20 de febrero de 2025

La Villa del silencio.

ESTAMPA CAUDETANA. 

LA VILLA DEL SILENCIO. 

(Sagrada imagen de la Virgen del Carmen con su Hijo Jesucristo que preside la tumba de sus hermanos Carmelitas que vivieron en esta villa o que en ella depositaron los restos mortales de aquellos que en ella habían nacido. 

Fue esculpida por el escultor autóctono, Miguel Bañón, el año 1923). 

En el día de ayer, tercero de los miércoles de mes, me fue asignada la liturgia eucarística en la capilla  de la VILLA DEL SILENCIO, del cementerio, de esta Real Villa de Caudete. 

Esta práctica tiene ya más de medio siglo pues fue estatuida por el primero de los Carmelitas que fue nombrado párroco de la parroquia de San Francisco, el padre Rafael María López Melús, en aquel año de gracia de 1972. Por lo tanto, salvo en el tiempo de la pandemia traída a estas tierras por el Covid 19, se ha venido celebrando, ininterrumpidamente, el tercer miércoles de cada mes. Por lo tanto hubo sufragio por aquellos pobladores que emigraron desde la villa bulliciosa a la del SILENCIO,  al cementerio, donde permanecen a la espera del despertar (la palabra griega "cementerio" significa dormitorio) llamados a levantarse por la fuerza y el ímpetu que ha dado a la raza humana la resurrección de Jesucristo, el Hijo de Dios, que tomó nuestra propia realidad, afrontó la muerte, y la muerte de cruz, y resucitó de entre los muertos abriendo el portalón a todos aquellos, sus hermanos, que están, de esa guisa, a la espera de que Dios decida el momento del despertar, del resucitar. 

Hizo un día maravilloso, un día de los que nos hacen olvidar el invierno y nos meten de patitas en el verano. El sol, recién levantado desde la tersa superficie del mar frente a Alicante ya ponía luz clara y calor en toda la VILLA DEL SILENCIO. Y como prueba de lo que te digo, aquí seguido te pongo la fotografía de los fieles que habían subido a visitar a sus deudos y a orar por ellos en el momento en que salían de la capilla, cuando pasaban unos minutos de las 10 de la mañana. El sol hacía de esteticista y teñía de luz las cabelleras de las mujeres al salir del lugar santo.

Toda la Avenida de la Paz (*), flanqueada, en sus orillas, por esbeltos cipreses, aparecía, como nunca, ahíta de paz y, por serlo, llena de luz y pulcra, pulcra, como pulcras estaban todas las calles de la VILLA DEL SILENCIO resaltando, así, la excelente labor que llevan a cabo los oficiales del Ilmo. Ayuntamiento encargados de lugar.

Luego, una vez concluida la oración por los difuntos, hice lo que todos, acercarme a donde reposan los restos de los frailes carmelitas que habitaron el convento de San José (El Carmen) o que por ser naturales de la villa fueron inhumados en ella, para rezar por ellos, un responso. Como así hice también por las Hermanas de la Virgen María del Monte Carmelo que, durante su vida consagraron su tiempo a atender a los más ancianos y necesitados del lugar y que yacen que en un panteón aledaño.

Merece especial atención la obra que dejó enhiesta y firme, espaldarazo a su labor de escultor, Miguel Bayón. 

Ella, la Virgen del Monte Carmelo, mirando hacia abajo como preocupada por los hijos que tiene bajo su cuidado, como alentando la espera hasta el momento de la resurrección. Y su Hijo, el Niño, mirando fijamente al orante, como diciéndole, apercíbete, pon atención, acerca de lo transitorio de la vida en ese tu mundo. Y, que, para más vida conseguir, deberás apostarlo todo. Ejemplo para tí es el que aquí te dan tus hermanos que aquí reposan.

Recibe mi saludo, mis 


¡¡¡BUENOS DÍAS!!!

20.2.2025. Jueves. (C. 2.154).

P. Alfonso Herrera. Carmelita.

(*) No existe en el callejero urbano, que yo sepa, ninguna calle con ese nombre de Avenida de la Paz. Se la he puesto yo cuando hablé, alguna que otra vez, de ella,  de aquella que, partiendo de la puerta del cementerio, llega hasta la puerta de la capilla del mismo, por ella entran al recinto todos los que migran desde la zona baja, desde la Villa del bullicio a la VILLA DEL SILENCIO.

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