ESTAMPA CAUDETANA.
LA TAMBORADA.
Dentro de la celebración de la Semana Santa tiene lugar la TAMBORADA como uno más de los actos que encuentran su acomodo perfecto en el ámbito de esta semana en la que el mundo cristiano celebra los principales misterios sobre los que se apoya o, como quieras, se lanza la fe en torno a la entrega generosa de Jesús el Hijo de Dios que vino a vestirse con nuestra capa humana en las entrañas purísimas de una muchachita nazaretana que se llama Miriam.
No, no es Tobarra, no, no es Hellín, no, no es Calanda ni tampoco es San Sebastián es o tiene lugar en la Real Villa de Caudete y ayer fue su día , mejor, fue su noche.
Las distintas bandas de tamborileros se dieron cita en la Plaza de la Iglesia llenándola, de bote en bote, con sus tambores, mazas y palitroques para asistir al pregón, al vigésimo pregón que este año corrió a cargo de Juan REQUENA OLIVARES al que yo llamo, con todo afecto, "Maquinista" porque es un As, es un Artista de tomo y lomo, en el uso y manejo de los aparatos mediante los cuales plasma, fija para darlos a conocer y conservar para la posteridad, imágenes y sonidos de los hechos que van entrelazando las historias de las gentes de esta Villa.
La cita estaba fijada para las 21:30 horas. Diez minutos antes pasó bajo las ventanas del vetusto convento de San José (El Carmen) calle El Molino arriba, con dirección a la plaza de Nuestra Señora del Carmen, una de las bandas. Estaba compuesta por más de una veintena de replicantes que bajo las indicaciones de un tamborilero director hacían sonar a una, todos a la vez y de forma prolongada, intensiva y acompasada, sus tambores y tamboriles. Iban raudos porque sólo disponían de diez minutos para ocupar lugar en la Plaza de la Iglesia, junto a otras muchas, y asistir a la proclama del pregón de LA TAMBORADA VIGÉSIMA de las que van siendo ya.
Y, concluido que fue, el celebrado pregón, todos, como torrentera de montaña, salieron de la Plaza de la Iglesia emulando al ruido que producen los cantos rodados empujados por la fuerza de aguas bravas, de ramblas y torrenteras, ellos lo hacían con sus tambores y tamboriles, y enfilaron calle del Dean Martínez abajo para hacer notar su presencia por las distintas calles de la Villa con el imponente sonar de sus tambores y tamboriles, todos, al unísono, al mismo tiempo, siguiendo una pauta, un modo, que los daba unidad, fuerza y empuje, quizá interpretando las piezas que compusiera, para esta clase de eventos, el celebrado Raimundo SARRIEGUI, allá por el Siglo XIX
Sí, ayer por la noche la plaza de la Iglesia se llenó de tambores y tamboriles que, hábilmente manejados por tamborileros o replicantes, llenaron los aires de la Villa con el ronco quejido de pieles secas tersas fijas con los aros Batidor y Bordonero a vasos donde resonaban los firmes manporrazos.
El gran aficionado, y estupendo notario del acontecer en la Villa, Jaime Bañón, me ha hecho el favor de regalarme las instantáneas que, yo, a mí vez, te ofrezco.
Montado sobre el poderoso eco de aquellos booom, booom, booom, te envío mi saludo, mis
¡BUENOS DÍAS!!!
16.4.2025. MIÉRCOLES SANTO (C. 2.206).
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
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