ESTAMPA CAUDETANA.
EL JAZMINERO.
Caminaba yo ayer tarde por la calle Alcalde Luis Pascual para dirigirme a Santa Catalina
por la Glorieta de la Cruz, como cada día, y el aire que venía de levante me
daba en la cara y arrastraba consigo los
efluvios de un jazminero. Había dejado atrás la calle La Zofra y ya estaba yo
mirando a balcones y ventanas indagando
para ver de dónde surgía tal maravilla, tal finura, que de puro suave,
resultaba fuerte porque, la fragancia del jazmín, cuando éste está blanqueado
por cientos de flores, o miles,
abiertas, dejan caer al aire un aroma que si te da de lleno, como me ocurrió a
mí, te da la sensación de recibir una «bofetada». Por lo menos a mí me lo
parece.
En mis tiempos de Madrid tenía yo hecha, en mi bosquecillo,
una «habitación verde» sus paredes estaban tapizadas por jazmines que crecían
en parterres y tiestos de grandes dimensiones hechos con bidones de petróleo de
doscientos litros, seccionados por la mitad. El techo estaba cubierto con el
jazminero. Cuando llegaba el invierno introducía en aquella HABITACIÓN VERDE
las plantas que no hacían buenas migas con el frío y las heladas. Pero, amigo,
cuando despertaba el tiempo de primavera de su letargo invernal, se cubría de
florecicas, de miles de florecicas, que echaban de sí su fragancia y con ella
llenaban un largo trecho de calle y, cuando el aire no mecía las hojas, tampoco
aventaba el fuerte olor que desprendían mis jazmineros haciendo al ambiente muy
pesado y, como gentes había que no le gustaba tan fuerte olor se quejaban y es
que, como diría el GUERRA, el famoso torero, a Don José Ortega y Gaset:
-«Hay gente pa to».
Pero a los que les gustaba se paraban a contemplar mis
jazmieros y a darse el placer de
contemplar toda aquella explosión de florecicas blanquitas y a inspirar una esencia
fuerte, de primera, la fragancia que diseminaba por los aledaños y es que la
gente se preguntaba de dónde provenía y, descubierto el lugar, se me apostaban
en la verja para respirar profundamente. Y como era gratis y no como esas
esencias que les extraen a las florecicas para licuarlas y meterlas en
frasquicos, que no hay perras suficientes para comprarlas (el Evangelio de S.
Juan 12,1-11, se habla de un frasco de esencia de nardo con el que María ungió
los pies a JESÚS que, en aquel tiempo, costaba la friolera de TRESCIENTOS
DENARIOS, al cambio... el sueldo de un año de un trabajador), con eso se
conformaban, con darse una tupa de fragancia de jazmín, del jazmín de mi
bosquecillo.
¡Qué bonito era mi bosquecillo madrileño! ¡Cuánto le echo de
menos!
No tardé mucho en llegar a la calle Echegaray, yo iba,
constantemente, mirando al frente y el olor se hizo más vivo y fuerte. Volví a
mirar a mi alrededor y, ¡allí estaba la fuente!, el venero de donde procedía la
fragancia que daba a la zona un ambiente especial. En la esquina de la calle
del Alcalde Luis Pascual con Echegaray, en el parterre del chalé del cura
Rafael, que en tiempos pretéritos fuera secretario del Ilmo. Ayuntamiento de
Caudete, estaba el jazminero, hecho un macizo todo punteado por florecicas
blancas. La primavera había sacudido la
modorra invernal del arbusto y a los
cuatro vientos, nunca mejor dicho, propalaba, a voz en grito, que estaba
floreciendo.
¡Qué bien olía, en esa zona de Caudete, ayer por la tarde!
Al cura Rafael le ha salido un gran y estupendo competidor
pues es sabido que, el reverendo, es un fumador empedernido. Una vez me dijo:
-«Me quedé sin tabaco a media noche, así que me eché fuera
de la cama y me fui hasta el Ayuntamiento, eran las 03,00 horas de la
madrugada, porque sabía que en el cajón de la mesa de mi despacho, tenía alguna
reserva, algún paquete por incinerar, del último cartón que había comprado en
el estanco».
En estos días el jazminero de su jardín le está haciendo una
competencia muy dura al humo que desprenden los «punzones ardiendo» que, ¿como
sacrificio?, estamos en cuaresma, tiempo ascesis y sacrificio, se pone con
frecuencia.
Solo me resta hoy, Miércoles Santo, recomendarte que te
acerques por allí y te des el placer de aspirar la esencia que desprenden de sí
mismas, las florecicas del jazminero del cura Rafael.
Con mis mejores deseos de recogimiento y reflexión para EL
TRIDUO SANTO, sale a tu encuentro, todo impregnado de esencia de jazmín, mi
saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS
DÍAS!!!!!!
17.4.2019. MIÉRCOLES SANTO. P. Alfonso Herrera, O Carm.
Pasadas las 21 horas comenzaron a introducirse por los
ventanales del convento el ruido que armaban los tambores de las distintas
bandas que iban en perfecta formación, al lugar de la cita: LA PLAZA DE LA
IGLESIA donde, a las 22,00 horas, iba a tener lugar la ya tradicional
manifestación ruidosa, LA TAMBORRADA CAUDETANA, de la que ya te hablé estos
días de atrás Aquí no se perseguía
alcanzar ningún récord como sí ocurre en el Calanda baturro o en Tobarra, de
aquí al lado, y los tamborileros no le están dando a la piel disecada de un
animal, horas y horas y hasta dos días o más. Aquí terminó de oírse el
estampido de tanta maza percusionando el cuero casi con el final del partido de
fútbol del Barcelona con un equipo inglés, contienda que acabó con los
catalanes en las semifinales de la Copa de Europa.
Buenos días, P,Alfonso,que bien lo explica todo,me deja maravillada,nos resume todo el martes con sus escritos y buen hacer feliz miercoles Santo dia del traslado de Imagenes,
ResponderEliminarGracias por éste perfumado y primaveral mensaje matutino.Tanbien por la tamborada.... Sonidos y perfumes que nos trae la Semana Santa....un excelente miércoles Santo,Padre.
ResponderEliminarMuy buenos días P. Alfonso, la flor del jazmín muy bonita,y el arbusto está precioso, pero para mi olfato es muy fuerte, procuro pasar por la acera de enfrente para poder lo ver bien y el perfume se aprecia más difuminado.El vídeo del Padre Nuestro preciso.Feliz dia de Miércoles Santo.
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