viernes, 12 de julio de 2019

Quinto día de la Novena en Honor de la Señora


ESTAMPA CAUDETANA.
DÍA QUINTO DE LA NOVENA EN HONOR DE LA SEÑORA DEL LUGAR DEL CONVENTO DE SAN JOSÉ, LA VIRGEN MARÍA DEL MONTE CARMELO.
Imagen de la Virgen del Carmen que se venera en el Monasterio de las MADRES CARMELITAS de clausura de Madrid en la calle Príncipe de Vergara 23. (Gentileza de Antonio). Muchos, muchos años, me sirvió de medio para encontrarme con AQUELLA de la que es su imagen. Cuántas veces he concluído actos litúrgicos en su honor, a sus pies, con el canto de la Salve hasta que, con el billete de traslado a Caudete, celebré en aquel monasterio la novena y fiesta de NUESTRA MADRE DEL CARMEN. Era julio de 2017.

En este quinto día de la novena en honor de Ntra. Madre del Carmen se leyó el parágrafo del evangelista Juan (2,1-11), las BODAS DE CANÁ.  El predicador comenzó diciendo que el evangelista Juan no nos cuenta LA BUENA NOTICIA como los sinópticos, los otros  evangelistas y más concretamente Lucas y Mateo, que nos relatan el evangelio de la Infancia compuestos a base de la información que aportó la misma Madre de Jesús. Sin embargo Juan hace una catequesis teológica de la Buena Noticia, como si escribiera el evangelio «desde arriba» y no desde los hechos de andar por casa.
Dos veces, solo dos veces cita el evangelista Juan a la Madre del Salvador:
- en las Bodas de Caná, al principio de la vida pública de Jesús y
- al final, en el momento de la crucifixión del Hijo.
Luego pasó a realizar un comentario de la actuación de la Virgen, su Madre.
María estaba en la boda, pero no se sentaba en la mesa de los novios. María, recalcaba el predicador, se encontraba entre los sirvientes. Basaba su afirmación diciendo que ninguno de los acomodados a la mesa se da cuenta de los pequeños detalles que, a la hora de la verdad, constituyen el cimiento de los grandes acontecimientos.
¡NO QUEDABA VINO!
No se nos dice que se debiera a que aquel día hiciera mucho calor y por ello los invitados empinaran el codo más de lo que fuera normal o, en su caso,  el encargado de la logística se quedara corto en las previsiones. Lo cierto fue que ¡NO LES QUEDABA VINO! y la cosa no aventuraba nada bueno. Una tormenta inesperada iba a aguarles la fiesta de sus bodas a aquellos jóvenes.
Nadie se percataba de ello porque los vasos sobre la mesa todavía oscurecían su fondo con un resto de tinto.
Así las cosas, ELLA, decía una y otra vez el orador sagrado, que estaba como sirvienta y sólo los sirvientes tienen ojos de lince, se dio cuenta de lo que pasaba y de a dónde encaminaba sus pasos aquel compromiso ilusionante de dos muchachotes.
Pensaría María que aquella situación solo la podía sacar adelante su Hijo y a Él se dirigió y le espetó sin ningún preámbulo:
«¡NO TIENEN VINO!».
Más de una vez tuvieron que haber tomado parte, Madre e Hijo, en celebraciones matrimoniales  y habrían visto que el vino venía a ser como el elemento imprescindible para poner esa nota de alegría en el acontecimiento.
¡«Madre que todavía no ha llegado mi hora»!
Pero ella ya no le oía, se había ido volando a llamar a los sirvientes a los que dijo:
«Id y haced lo que Él os diga».

Nos informaba el predicador de que este milagro de Jesús era tenido por los exegetas como el punto de inflexión del Antiguo Testamento del que saldrá tan campante el Nuevo Testamento y nos apercibía de que las seis tinajas de cien litros de agua que servían para la higiene de los viejos judíos daban paso a la novedad de un mundo nuevo representado en los SEISCIENTOS LITROS DE VINO EXCELENTE, según el decir del entendido maestro de la sala.
Además, al final de la perícopa evangélica, constata el evangelista: «Este es el primer signo que hizo en Caná de Galilea. Mostró su gloria y creció la fe de sus discípulos en Él».
La Virgen, afirmaba el P. Luis, no tenía poder para dar un retoque al asunto pero sabía perfectamente que su Hijo sí que podía y, no obstante, no le pidió que hiciera un milagro. Simplemente le informó de lo que acontecía.
Pero también sabía que su Hijo, le conocía bien, no iba a inhibirse ante una desgracia, máxime, cuando el aviso venía de ELLA, SU MADRE, y qué hijo va a negarse a un deseo de su madre. Él, no.
Y lo hizo. Mandó llenar las seis tinajas de agua y... la fiesta no decayó.
Ya no podía decaer porque tenían a su disposición 600 litros de un vino tan excelente que, para embotellar, quisiera cualquiera de las miles de bodegas y cooperativas vitivinícolas de Caudete, de La Mancha y de más allá de la Autonomía de Castilla La Mancha porque así lo dice el salmo 104: «el vino alegra el corazón del ser humano».
«Cuando presido alguna boda en que se lee este evangelio, nos dijo, siempre recomiendo a los novios que tengan en casa algún cuadro o imagencica de la Virgen para que, cuando parezca que se les acaba el vino, echen una miradica a la MADRE de JESÚS» y lo demás les vendrá rodado, creo yo que querrá decirles.
Al terminar sus palabras el P. Predicador estableció un lazo de unión con sus palabras del día anterior: «nos es menester emular a la VIRGEN MARÍA
.- en su disposición de servicio.
.- en su fe inquebrantable
.- en su confianza plena en Jesús, su Hijo».

Te envío mi saludo, mis

          ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
12.7.2019. Viernes. P. Alfonso Herrera, Orden Carmelitana.

1 comentario:

  1. Muy buenas tardes P. Alfonso, bonita imagen con la que hoy nos saluda, y para usted será muy grato recordar lis años que convivió con ella. Un día más el P. Luis durante la novena nos da la catequesis para seguir a Jesús por mediación de su Madre.Le deseo que acabe bien el día.

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