jueves, 16 de enero de 2020

El Parto del Sol


ESTAMPA CAUDETANA.
EL PARTO DEL SOL.
Como todo lo grandioso, tuvo lugar en medio del silencio, cuando todo estaba en calma, porque el día se había envuelto en su manto para pasar la noche en descanso. Sólo faltaba que la manecilla larga del reloj, la de los minutos, llegara a tapar totalmente a la pequeñica de las horas en todo lo alto de la esfera para que, con un clic imperceptible, cerraran el día y abrieran de par en par otro nuevo que, al ponerse el gorro para dormir, hiciera posible que la Luna, esa rencorosa que siempre le busca las vueltas al Sol para presumir de lo que ni siquiera es suyo, sino de su envidiado, por lo majo, por lo amable, por lo atento con todos, porque espanta oscuridades, porque a todo hace llegar su luz y su calor, a todo lo que existe en este sistema en el que él es lo más de lo más, porque es el Sol, su Sol, y a todo lo hace repiar en torno a sí mismo. Por todo eso y por más, la Luna le envidia y se come las uñas y es que, su rabia, no le hace ser agradecida porque lo que ella es, y, si lo es, mira por dónde, se lo debe a él, pues de otra manera sólo sería un pedrusco oscuro y frío que algún bólido de aquellos que correteaban por el cielo de la Vía Láctea hace, vete a saber cuántos millones de años,  se le arrancó a nuestra tierra, en un choquetazo sideral, de esos «de aquí te espero escopeta». Y es que las bolas celestes surgidas en explosiones cósmicas dentro del espacio sideral, eso que han dado en llamar nacimiento de nuevas galaxias, eran de cancamacola y más.
Pues bien, hace unos días, se me echó la noche encima y tendió su capa oscura sobre la Real Villa de Caudete y sobre la zona de su influencia, también sobre más allá, eso sí, un poco rota a ras de tierra por las luces que acotaban el pueblo en medio de la oscuridad reinante
y, sobre todo, por el desgarro o boquete que le produjo la Luna abriéndose paso entre una bruma nebulosa, como si quisiera decir:
«Apartáos, que quiero entrar y lucirme llena, toda llena de luz». Y, oye, lo consiguió la señora luna porque, al ponerse las manecillas del reloj, una encina de la otra, en todo lo alto de la esfera, fue LUNA LLENA.
Yo, aquel día, que no está tan lejano, fui testigo de los esfuerzos, pues para contemplarla en todo su esplendor, vestida, eso sí, con la luz del envidiado Sol, tuve que esperar veinticuatro horas y entonces, sí, tuvo lugar EL PARTO DEL SOL a través del cual nació una lunica que es de luz, igualica que su padre.
Ya ves ¡Qué cosas!.
Ese fue el milagro que contemplé la otra moche cuando caminaba, calle Atleta Antonio Amorós adelante, para llegarme a la Glorieta de La Cruz: ver el esfuerzo que estaba haciendo la luna para NACER, TODA LLENA,  HIJA DEL SOL, sobre la vertical celeste de la Real Villa de Caudete.

Recibe mis saludo, mis

      ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
16.1.2020. Jueves.
P. Alfonso Herrera Serrano, Carmelita.

4 comentarios:

  1. Única metáfora narrada genialmente.Al leer éste saludo matinal da la impresión de que es un film de los magistrales.
    Un excelente día,Padre.

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  2. Fina Solera Rodriguez16 de enero de 2020, 9:02

    Precioso relato de la luna peleándose con las nubes para lucir guapa el día que le tocaba mostrarse llena . Como buen observador que es usted no se le podía escapar esa noche y así mostrarnos esa foto tan bonita y su buen comentario . Buenos días y a seguir contándonos todos los días sus experiencias en nuestro pueblo .

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  3. Muy buenos días, P. Alfonso bonito el relato que hoy nos da, sobre la luna y el sol como si jugarán al pilla pilla, con estos buenos días y con otros muchos que usted nos da, me hace que me de más cuenta de lo que acontece en la naturaleza. Que tenga un buen día.

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