ESTAMPA CAUDETANA.
SEXTO DOMINGO DE SAN JOSÉ.
- Hoy es el sexto domingo de los dedicados tradicionalmente a honrar a la gran
figura de SAN JOSÉ. Y, este domingo, nos trae, para nuestra reflexión en torno
al buenazo de SAN JOSÉ, el sexto de sus DOLORES y la sexta de sus ALEGRÍAS.
- El domingo pasado deja vamos a San José en medio de la noche emprendiendo el
viaje hacia el extranjero como un emigrante cualquiera llevando consigo a su
joven esposa y el niñito recién nacido si aquello supuso para el lunes
sufrimiento grande y ese sufrimiento se difuminó cuando cayó en la cuenta de
que aquellos a quienes llevaba no eran otros que EL HIJO DE DIOS Y SU MADRE.
- Los evangelios no nos dan noticia de las peripecias del viaje pero, lo cierto
es que no peregrinaron tanto como su pueblo (40 años). Bajarían por la orilla
del mar, por la actual Gaza, que era el camino que empleaban las caravanas que
transportaban las mercaderías de un lado a otro.
- No voy a entrar en disquisiciones históricas acerca de la fecha del
nacimiento de Jesús, eso no era importante para la catequesis evangélica. Pero
lo que sí se nos dice que muerto Herodes I, el Grande, el ángel del Señor baja
a Egipto llevándole la noticia y ordenándole, de parte de Dios, que vuelva a
casa porque con el fallecimiento del rey, que era el verdadero peligro, se
había llevado con él al sepulcro, en el Herodium, la manía persecutoria al
NIÑO.
- Cuatro años permanecieron en Egipto y, en ese tiempo, JOSÉ habría montado su
carpintería y en ella ejercería, con aceptación por la clientela egipcia, su
profesión de carpintero. Podría haber ejercido cualquier otro oficio, pero yo
prefiero seguir viéndole como estupendo carpintero.
- El NIÑO, con toda seguridad, habría aprendido, rápidamente, el idioma,
pues es sabido que ellos no encuentran mucha dificultad porque los mejores
maestros son los coleguillas en los juegos.
- No sintió SAN JOSÉ echar el cerrojo al humilde negocio y, tras haber colocado
la arpillera, en la que envolvió sus herramientas, sobre el lomo de algún
jumento, echaron a andar aquel hombre, su ESPOSA Y EL NIÑO que ya contaba
cuatro añitos. Lo que le dolió de veras fue el enterarse, al llegar a Israel de
que, en lugar de Herodes el Grande, reinaba en Judea El hijo de aquel,
Arquelao que, al parecer, era peor que su padre y en el corazón del buenazo de
San JOSÉ las tinieblas sujetaban un DOLOR LACERANTE porque el peligro, la amenaza,
seguía latente.
- Pero ese era su pensamiento y en esas estaba cuando recapacitando se hizo la
luz en su cabeza. Su camino era meramente humano y el camino por donde tenía
que ir lo marcaba DIOS PADRE y ese pensamiento espantó las tinieblas que atenazaban
su corazón llenándole de luz. Dios había querido que fuera un carpintero al que
perfeccionaban otras cualidades y capacidades y, sobre todo había puesto a su
cuidado a SU HIJO Y A LA MADRE DE SU HIJO y, por ellos, se desvivía.
- Así que, de incognito, tiró de las riendas del jumento y emprendió el camino
por el que le conducía Dios. Subió hasta su pueblo, hasta Nazaret, pueblo
ignoto, desconocido, sin importancia alguna. Se estableció en Nazaret y allí
caminó hacia el final de su viaje por esta tierra dedicado íntegramente, al
trabajo de cuidar de la MADRE Y DEL HIJO. Y, ESE, FUE SU SEXTO GOZO.
- Quiera Dios que el buenazo de San JOSÉ, en cuyo AÑO SANTO estamos incursos,
sea, para nosotros, ejemplo a emular a la hora de trabajar por los demás.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
7.3.2021 Domingo (C. 1.194)
P. Alfonso Herrera Serrano, Carmelita.
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