sábado, 22 de mayo de 2021

El Níspero.

ESTAMPA CAUDETANA.

EL NÍSPERO.
Ahí los tienes. Donde los ves, ya no están, pasaron a mejor vida.
Había visto cómo se formaba el racimo donde estaban llamados a merecer una docenica de ellas y estuve al tanto de su florecer. Y, luego, un sentimiento de tristeza recorrió todo el circuito interior de mi nervadura porque, cuando más guapicas estaban las florecillas, llegó por estos pagos de la Real Villa de Caudete una helada fría y mal encarada a la que nadie, que yo sepa, había llamado. No sé si calculadora o no, el caso es que pegó un palo, de aquí te espero, al NÍSPERO.
Recuerdo que fue objeto de una conversación, un día, mientras estábamos sentados a la mesa. Mi compañero Luis afirmaba con firmeza, como la que posee aquel que conoce el medio:
"Este año no vamos a probar los NÍSPEROS. Estas heladas van a echar abajo la floración del NÍSPERO".
El P. Ángel, optimista por naturaleza, sentenció, dando por sentado que Luis tenía razón:
"Pero luego vuelven a florecer. Se recuperan".
Mis dos compañeros acertaron de plano. Las heladas por Navidades quemaron las flores que habían tenido la osadía de abrirse en los días precedentes porque, soy del parecer, que se equivocaron al pensar, las flores de los NÍSPEROS piensan, que aquellos días previos  a los fríos que seguirían y que eran templadicos, solo templadicos, eran aptos para salir a este mundo y los racimos se pusieron a florecer. ¡Pobres!
Las flores, tan bonitas ellas, que  tomaron la delantera fueron arrasadas sin miramiento alguno y, tras el paso de las heladas, se tornaron negras, negras, como carbones de encina, antes de sembrarse en  el suelo.
Por el contrario, aquellas otras flores que se descuidaron en florecer, aquellas que se adaptaron al horario de la Villa, siempre complaciente con los retrasados, siempre dando un tiempo de cortesía, le dieron la razón, de alguna manera, al P. Ángel, germinaron tras florecer y han salpicado el árbol con sus frutillas, bien es verdad que lo han dejado muy clareado y no, como, en otras temporadas, que casi tintaban de oro claro todo el follaje del NÍSPERO.
Este año cada racimo, llamado a sostener una docena de frutas, solo lucen dos o tres y, muy poquitos, alguna más, pero no muchos.
¡Una pena!
Parece que la pandemia que trajo en su maleta de viaje el Covid 19, ha salpicado con su maldad, hasta al hermoso NÍSPERO que comparte, con otras muchas plantas, el corralón del convento de San José (El Carmen) de esta Real Villa.
- Las dos frutas que estos días de atrás fueron objeto de un trato de privilegio por la naturaleza y que ves al inicio de estas letricas, pasaron ayer por la tarde a mejor vida. Se convirtieron en proteínas humanas porque se me ofrecieron y yo, débil de mí, tras dejar la manga de riego, volví sobre mis pasos y, navajica en mano, los pelé y me los comí. Tenían toda la tersura de la juventud y no la flacidez de la madurez.
- ¡Estaban maduros!
- Sí, ¡me los comí!

- Recibe mi saludo, mis

       ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
22.5.2021. Sábado.  (C.  1.262)

P. Alfonso Herrera Serrano. Carmelita.

2 comentarios:

  1. Muy buenos días, P. Alfonso, muy buena explicación sobre el todo el proceso de esos nísperos que tan agusto usted solo ha podido saborear , ya que no había suficientes para poder compartir. Que tenga un buen fin de semana.

    ResponderEliminar
  2. En éste momento estoy oyendo las campanas de Santa Catalina repicando a vísperas de Pentecostés. Y es un gozo y alegría que da el disfrutar de esté momento , gracias a los campaneros.

    ResponderEliminar