viernes, 18 de junio de 2021

Floreció el Gauchito.

ESTAMPA CAUDETANA.

FLORECIÓ EL GAUCHO.
No he sido capaz de identificar al GAUCHO que gateando,  gateando, subió desde el hemisferio Austral, donde nació, hasta el Septentrión donde se estableció.
Había venido camuflado en la maleta de uno de los frailes, natural de aquellos pagos, que tuvo destino, por espacio de un trienio, en este vetusto convento de San José (El Carmen) para luego, volver a sus tierras argentinas. Por eso le he llamado El GAUCHO, porque procede de allá, de la  amplia sabana, llana como la palma de la mano.
Fray Juan Manuel, que así se llama el fraile que habito en este convento durante 3 años, plantó aquí el esqueje de cactus de su tierra tucumana. Lo puso a buen recaudo en el alféizar de una de las ventanas que da luz a una habitación en el claustro bajo del convento, con el fin de que el sol de justicia caudetano no le evaporara el agua del qué está compuesto. Allí, en el alféizar de esa ventana, permaneció a lo largo de todo un año enraizando y sacándose un par de ramas liliputienses, como liliputiense es él.
Con la llegada de la primavera le he sacado de su escondite, le he quitado la protección que le otorgaban unas maderas que cuentan su edad por centurias y le he situado encima del brocal de un pozo  sito en el claustro barroco-toscano, que no es tal pozo, y digo que no es tal, el pozo, porque no es otra cosa que un respiradero por el que, al ventilarse la cueva, desaparecen las humedades que se pudieran generar en ella, dónde yacen, reposando en los brazos del tiempo, unas tinajas que, alguna vez contuvieron cereales, aceites, vinos... del entorno con los que satisfacían, su necesidad, los habitantes del convento y la de aquellos habitantes de la Villa que se acercaban al mismo pidiendo árnica para atender las suyas.
Pues, bien, el GAUCHITO se ha puesto tan contento, tan contento, por encontrarse con el sol manchego que hasta ha florecido sin esperar a hacerse mayor. Sí, ha florecido siendo tan chiquitín y, de tal manera lo ha hecho, que la flor viene a ser incluso mayor que él, con más volumen y empaque, tanto,  que llama poderosamente la atención por la pequeñez de aquel esqueje que se coló, de extranjis, en España, dentro de la maleta de Juan Manuel, para venir  a enraizar aquí, al convento de San José en las tierras de La Mancha.

El GAUCHO florecido te lleva hoy mi saludo, mis


      ¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
18.6.2021.  Viernes.  (C. 1.284)

P. Alfonso Herrera Serrano. Carmelita.

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