ESTAMPA CAUDETANA.
SALIÓ SAN ANTÓN EN PROCESIÓN.
Sí, procesionó San Antón. Tal y como viene haciéndose desde hace tiempo a esta
parte, el domingo siguiente a su fiesta litúrgica.
Muchas, muchas, ganas tenían los villanos de esta Real de Caudete y fue San
Antón el que alentó esos deseos que pugnaban por salir de los adentros de las
gentes y adquirieron vida en la procesión por las calles de la Villa,
manifestación de fe de un pueblo que tiene sus orígenes muy atrás en el tiempo.
Este año la Cofradía del Santo ha obsequiado con un tarjetón, reproducción del
que se ofreciera hace 30 años (1992) con distintas instantáneas alusivas a la
fiesta, en el haz, y, en el envés, con una noticia recogida en los archivos
parroquiales que se salvaron de la quema, va a hacer pronto un siglo, por el
sacristán de entonces, que gloria tenga, Manuel Gil, en la que se nos da cuenta
de que la procesión y la bendición del pan ya eran costumbre en el año 1597.
La parroquia de San Francisco acogió a todos los fieles que
le era posible dadas las exigencias que tiene implantadas la lucha o, en
su caso, la prevención contra la faena que nos está haciendo la pandemia traída
por esa cosa que llaman Covid-19. Muchísimos devotos más se encontraban fuera,
en las calles cercanas esperando que terminara la liturgia eucarística en honor
del Santo eremita, padre, por ser el iniciador, de la vida monacal en Oriente y
en Occidente.
Desde fuera llegaban hasta el interior de la iglesia, llenándola totalmente,
los crudos sonidos que las mazas sacaban a las tersas pieles de sus tambores.
Ella, toda la banda de tambores, habían abierto el paso, todos los años lo
hacen, acompañándole desde su ermita hasta la parroquia en cuyo ámbito se
encuentra radicada, a la imagen del Santo. Esperaban como lo hacían las gentes
que no pudieron entrar en el recinto sacro a que terminara la función religiosa
para seguir con su encomienda de abrir el paso a la procesión.
Dentro de la Iglesia el grupo musical que anima las eucaristías dominicales y
los días de fiesta, dirigido por Mariló y por José, se sumaban también a la
fiesta en honor de San Antón. El Ilmo. Ayuntamiento, organizador de las
fiestas, según se especifica en el cartel anunciador, se encontraba
representado muy dignamente con la presencia de tres señoras concejales que
ocupaban lugar reservado junto a la señora Presidente de la cofradía de San
Antón.
El celebrante hizo hincapié, en su homilía, sobre el camino por el que el Santo
Antón Abad llegó a escalar las más altas cumbres de la santidad que y que
no fue otro que el de la oración, pues orar es entrar en relación cercana con
Dios y, a través de él, llegó a conocerle y a llenarse de ÉL, de la santidad de
Dios, del todo, del solo Santo. Y el que trató de encontrarse a solas con Dios
en la soledad del desierto, le dejó allí mismo, donde se había encontrado
con ÉL, para salir en defensa de sus hermanos de la ciudad, del obispo Atanasio
y de los martirizados por el emperador de Roma. Porque quien de verdad se
encuentra con Dios en la oración contemplativa, inexcusablemente debe trasladar
a sus hermanos los beneficios obtenidos en ese encuentro.
En el ofertorio no bailaron los Reyes de los bailes del Niño porque este año,
como el pasado, no fueron elegidos a causa de la pandemia reinante. Pero no
faltó la música de los bailes y, como hizo notar el celebrante, no por eso
dejarían de bailarlos interiormente todos los asistentes, convertidos en REYES
POR UN RATICO, cuando, Cati, la madre de la Presidente de la Cofradía, pulsó
los botones del aparato de música.
Kira, la burra de José María Marco Conejero, conocido por el Cojico, animal
noble donde los haya gran colaboradora en la obra teatral que se representa
todas las Navidades en el Aula de Cultura de la Villa, «Ángeles y
demonios», (Kira es la que se beneficia del fruto de dos algarrobos que crecen
al amparo de las paredes del corralón del convento de San José, El Carmen, y
que se lo recoge el P. Ángel a medida que los va tirando el aire), esperaba en
la calle Santa Inés a que le fuera cargada la imagen del Santo Antón en el
carrico del que tiraba. Una vez sujetadas las andas emprendió la marcha
acompañada por Manuel, el hijo de José María.
No hacía falta que Manuel le ordenara nada, ni de las riendas tirara, ella iba
a su ritmo, ritmo que seguíamos los que acompañábamos al Santo en su pasear por
el pueblo. Yo di en pensar que ella, Kira, la burra, el noble animal, tenía más
que sabido que transportaba, como en tantas otras ocasiones, a su patrón San
Antón y, amigo, eso más que imponerla, le era motivo de orgullo. Ella llevando
a su patrón por las calles de la Real Villa caudetana ¡Qué honor!.
Abría la procesión la banda de tambores seguida de mucha gente que en gran
número llevaba sus mascotas. Detrás, Kira, la burra, con su preciada carga, la
imagen de San Antón, luego el sacerdote al que acompañaba José Antonio que no
dejaba de echar fotos con su telefonillo.
Cerraba la comitiva una banda de música que amenizaba la
marcha e interpretaba, en cada parada, los sones de los bailes del Niño.
Mientras tanto la banda de tambores anunciaba la llegada de la procesión
mientras se abría paso por las calles de la Villa.
La estampa más linda, aparte de aquellos que se arrancaban a bailar los a los
sones de la música de los bailes del Niño,
la protagonizó una abuela con su nietecica, que,
como ángeles más que como reyes bailadores, en el inicio de la calle Santa
Bárbara, mientras la imagen del Santo permanecía parada frente al azulejo de él
mismo pegado en la fachada de una casa en la calle a él dedicada, antigua de El
Arco, bailaban y bailaban con mucho salero a los sones de la banda.
A su paso por la plaza de El Carmen no se oyó el voltear de las campanas de la
torre de la iglesia conventual que da nombre a la plaza, que hubiera sido lo
suyo. Un fallo.
Una hora después de que se iniciara la procesión, finalizaba junto al templete
de Cristo Crucificado de la Avda. San Jaime donde ya estaba todo dispuesto por
Paco «Bajoca» para que el sacerdote procediera a hacer la oración de bendición
de los animales tras la cual procedió a asperjar con un hisopo confeccionado
por Paco «Bajoca» con romero de los alrededores de la ermita de San Antón, uno
a uno a todos los animales que fueron pasando delante de la imagen del Santo
Patrón. Cerraba la presentación de animales un par de hermosos y nobles
equinos montados por sendas amazonas.
No faltó la nota pintoresca que llevaron a cabo,
durante la procesión, algunos miembros de la Cofradía del Santo ofreciendo,
para allegar fondos, los panecillos del Santo bendecidos por el Sr. Párroco el
día de la víspera y que eran llevados en grandes banastas.
El Santo no consintió que las nubes estropearan los fastos en su honor, incluso
abrió un hueco entre unas nubes negras para que el sol iluminara y pusiera
color a actos tan populares como son la procesión y la bendición de los
animales a él encomendados.
Un año más todo resultó estupendamente, a pesar de la pandemia. Hasta los
conductores de los vehículos, muy cívicos ellos, respetaron, en todo momento,
el desarrollo de la procesión a pesar de que no hubo ningún agente municipal
regulando el tráfico. Otro fallo.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
25.1.2022. Martes. (C. 1.443)
P. Alfonso Herrera Serrano. Carmelita.
Muy buenas tardes, P. Alfonso, que gran alegría que este año se pudiera celebrar los actos en honor de San Antón , sobretodo la procesión y bendición de los animales , que con tanto mimo las personas llevan a sus mascotas a ser bendecidas. Aunque sí se echó en falta las parejas de los Reyes bailando al Santo , pero en fin esperemos que el año que viene se pueda realizar todo como siempre. Que termine bien el día.
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