ESTAMPA CAUDETANA.
SE NOS FUE FELIPE, EL ESPARTERO.
Sí, se nos fue Felipe. Lo hizo, callandico, antes de ayer a las 9 de la mañana
y, lejos de abrirse a un día de sol que apuntaba a bueno, lo hizo a otro lugar
donde ya no se alternarán el día y la noche porque todo será luminosidad todo
luz plena, luz envolvente que hace posible quien es solamente LUZ, Dios nuestro
Padre.
Sí, Felipe se nos fue y ayer le despedimos solemnemente en la parroquia de
Santa Catalina. Su hijo Antonio, sacerdote Carmelita, presidió el funeral y le
acompañamos en la oración de VIDA, que es lo que es un funeral, nueve
compañeros venidos de Madrid, Salamanca, Zaragoza, de los que siete éramos
sacerdotes y dos hermanos de religión, además se unieron Pedro Ortuño, "el
Misionero", Ramón Gisbert y Jesús Bausá, sacerdotes seculares.
Se dirigió a los presente, con sentidas palabras, el párroco
del lugar, P. Luis Torres Pérez, en ellas nos llamó la atención acerca de que
nos habíamos reunidos desde la fe para acompañar a Margarita, la viuda, a sus
hijos Antonio y Miguel y a sus familiares y, desde esa fe, nos apercibía acerca
de la esperanza, arraigada en Cristo, de que el bueno de Felipe ya sería
ciudadano del cielo, según el decir de San Pablo a los Filipenses en la
perícopa de aquella carta del Apóstol que se lee en la liturgia de la palabra
de este domingo segundo de cuaresma donde, con toda seguridad habrá disfrutado
de unas buenas gachamigas, plato típico de esta Real Villa de Caudete (*),
aludiendo así al apodo con el que se le conocía a este lado de la vida y que
les deja en legado a sus descendientes, cosa que provocó un cuchicheo en los
asistentes.
Felipe había andado entre los nosotros 88 años que había cumplido, no hace
mucho tiempo y que, por cierto, le felicité por la efemérides aquel mismo día
porque coincidí con él en la calle 2 de mayo de esta Villa sentadico en su
silla de ruedas a la que empujaba Margarita, su mujer.
Fue un hombre trabajador, nos decía su hijo Antonio cuando,
al finalizar el funeral, nos dirigía entre ahogo y ahogo, unas palabras de
agradecimiento por nuestra compañía en esos momentos duros como son los que se
pasan cuando a uno se le muere un ser querido, todo el mundo así me lo
decía:
«Tu padre fue un gran trabajador»
Con su tractor se iba hasta la vecina región de Valencia para la siembra y
recolección del arroz.
Yo le conocí hace 4 días poco después de llegar por obediencia con destino en
este Real Sitio de Caudete. Yo no le vi trajinando sus campos de olivas
ni almendros y tampoco en las viñas. Un buen día que pasé por su casa le vi
sentadico en una silla, posiblemente hecha por él, en el garaje de su casa,
allí en la puerta de la villa, en sus manos el esparto que había ido a recoger
el mismo a las faldas de la Sierra Alácera. Todavía, en ese tiempo, se acercaba
hasta la sierra para traer su esparto con el que darle ocupación a sus manos y
llenar así el tiempo que iba marcando las manecillas del reloj. Estaba haciendo
capazos o esportillas, como los llamamos en mi pueblo. Pero yo creo que, más
que hacer esos elementos para labranza lo que perseguía él no era otra cosa que
entretener sus ganas de trabajar. Pero que el cuerpo, duramente sometido a un
esfuerzo constante en las labores del campo se estaba cobrando sus intereses
porque, la naturaleza es una gran empresa que pone a disposición de uno los
elementos pertinentes para llevar a cabo una vocación pero, a la larga, se
cobra los intereses por lo invertido a lo largo de la vida y, eso, era lo
que le acontecía al bueno de Felipe aquella tarde en que me acerqué hasta su
casa. Cuando yo le conocí el tractor y el coche ya estaban de sobra y otro
tanto le estaba ocurriendo a su propio cuerpo, porque, salvo raras excepciones
en que subía a sus campos o a la falda de la Sierra Alácera, también le estaba
pidiendo reposo y tranquilidad. Yo creo que el bueno de Felipe se nos marchó de
este mundo con un lamento que no era otro que el de continuar trabajando por
mejorar la naturaleza que, a la postre, le ha recibido a él como semilla para
florecer ya al otro lado de la vida cargadico con excelentes cosechas.
Pido al Buen Dios y Padre que te conceda un buen viaje de vuelta
a casa y un descanso plácido y feliz cave Él y nuestra Madre, la Virgen de
Gracia, donde habrás dejado de lado la silla de ruedas como, en su tiempo,
dejaste el tractor y el coche.
DESCANSA EN PAZ, FELIPE, EL ESPARTERO.
recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
13.3.2022. Domingo. (C. 1.472)
P. Alfonso Herrera Serrano. Carmelita.
Muy buenos días . P. Alfonso, muy buena descripción a hecho usted de Felipe , ( El Gachamiga ) como siempre lo hemos conocido , trabajador y muy buena persona . Mi más sentido pésame , para Margarita , P. Antonio y otro hijo Miguel y el resto de familia D. E . P. Y usted tenga un buen día.
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