ESTAMPA CAUDETANA.
SEGUNDO DÍA DE LA NOVENA EN HONOR DE LA VIRGEN MARÍA DEL MONTE CARMELO.
(Imagen sedente de la Virgen María del Monte Carmelo que
preside la iglesia del convento de San José (El Carmen) sito en esta Real Villa
de Caudete)
Ya nos lo dijo el P. Ramón Maneu San José, carmelita, nada
más comenzar la Eucaristía con la invocación de Dios Uno y Trino, ayer,
en el segundo día de la novena en honor de Nuestra Madre la Virgen María del
Monte Carmelo:
"Hoy vamos a reflexionar sobre la vocación de la
Virgen”.
Y así ocurrió. Después de la proclamación del Evangelio en
el que se nos daba noticia de la Anunciación ( Lc 1,26-38), el evangelista
Lucas fue el único de los cuatro evangelistas que mantuvo algún coloquio
con La agraciada, con Ella, con la Madre del Señor, según se desprende de lo
que él mismo afirma que llevó a efecto antes de poner por escrito,
inspirado por el Espíritu Santo, la Buena Noticia de Jesús. Y, de hecho,
él es el evangelista que nos transmite la Buena Noticia de la Infancia del
Señor.
El orador sagrado una vez concluida la lectura del parágrafo
evangélico en que se nos da noticia de la visita que del Arcángel Gabriel y de
la encomienda que traía de parte de Dios Padre para dársela a conocer a una
jovencita nazaretana, de nombre María, comenzó su disertación haciendo alusión
a sus palabras del día anterior centradas en la genealogía de Jesús y vino a
decir que, con esa visita del arcángel Gabriel a la joven María, llegaba a
plenitud todo ese correr de la historia en sus distintas generaciones hasta
llegar a ese momento en el que la Segunda Persona de la Santísima Trinidad se
introducía en nuestro ámbito humano a través de Ella, la privilegiada muchacha
nazaretana, María. Se detuvo poco el predicador en adornar, con su verbo
fluido, el hecho del requerimiento divino a la mujer adornada por el torrente
divino de sus dones, pues pasó rápidamente a la consecuencia que traía
consigo esa llamada y, que no era otra, que la íntima relación que se da,
desde ese momento, entre la divinidad y la humanidad en María de Nazaret y, ese
hecho, ese acontecimiento, nos vino a decir el P. Ramón, generó en la Doncella
María una alegría sin límites de la que no se vería privada nunca, nunca
desaparecería de Ella, nunca. Es más, vino a colegir, que esa alegría es la que
se nos otorga también a todos y cada uno de nosotros por especial gracia y don
de Dios nuestro Padre y, añado yo al pasar por el bautismo, de modo y manera
que, cuando esta alegría de la presencia vivificante de Dios se apaga o
se adormece es prueba, más que suficiente, para caer en la cuenta de que las
cosas no van bien entre uno y Dios, entre el ser humano y Dios, cosa que no le
aconteció a Ella, a la especialmente bendecida por Dios, María Virgen, la que
fue pura desde el mismo momento de su Concepción, según le reveló, Ella misma,
a Bernadette Soubirous, la vidente de Lourdes, cuando, con insistencia,
impelida por el cura del pueblo, le preguntaba:
"¿Dígame, Señora, cómo se llama? ¿Cuál es su
nombre?"
Y Ella le contestó:
"Soy La Purísima Concepción".
A lo largo de los casi diez minutos de homilía
insistió el predicador en la necesidad que tenemos de vivir inmersos en esa
oferta de gozo y alegría que dimana de su presencia en nuestras vidas.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡¡¡¡BUENOS DÍAS!!!!!!
9.7.2022. Sábado. (C. 1.533)
P: Alfonso Herrera. Carmelita.
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