lunes, 23 de diciembre de 2024

Alegoría de la Navidad del Señor.

ESTAMPA CAUDETANA 

ALEGORÍA DE LA NAVIDAD DEL SEÑOR. 

Así la vi ayer. Toda una alegoría del nacimiento en nuestra carne del Hijo de Dios.

Después de cerrar el manifiesto en la iglesia del monasterio de las Madres Carmelitas de clausura donde ellas y un puñadico de fieles adoraron al Santísimo Sacramento del Altar, a Jesús sacramentado durante un par de horas, dado que no se movía el aire que, en estos tiempos viene con ínfulas muy frías, decidí dar un paseo. Para lo que baje un poco Avenida de la Virgen de Gracia hacia abajo, para tomar por la calle Concha Espina y llegar a la Avenida de las Jornetas y, por ella, tirar hacia la Avenida de la Libertad y Glorieta de la Cruz. 

Iba por la mitad de la calle Concha Espina cuando me fijé en el tronco de lo que había sido una hermosa palmera y que ayer se encontraba totalmente podada pienso yo que debido a los malos haceres del picudo rojo que, cuando cae sobre un espécimen de estas plantas se come su alma y la mata.

No sé si habrá sido éste el caso o que los moradores del chalet, en cuyo jardín se encuentra como una columna que no tiene como fin el servir de apoyo a algo, han decidido podarla al ras porque las palmas del árbol les molestaran de alguna manera. 

Cuál fue la razón por la cual ha llegado a ser lo que estás viendo en la fotografía, un mero tronco, un bello muñón de palmera, en definitiva, no lo sé. Pero, eso sí, para mí, resultó ser una METÁFORA GRANDIOSA del acontecimiento que vamos a celebrar litúrgico-festivamente a partir de mañana por la noche, NOCHE BUENA, la Navidad de Dios entre nosotros, la llegada del Emmanuel. 

Me dirás por qué un mero tronco desprovisto de toda vistosidad, de toda su hermosura, venido a menos puede sugerirte a ti algo tan grandioso. 

Y te contestaré diciendo que no me salgo, para nada, de toda la corriente profética que anunciaba la llegada de un enviado divino para hablarnos del amor que Dios Padre nos tiene y lo comparaba a un germen, a un retoño que surgía del viejo pueblo de Israel. Hecho y acontecimiento que celebraremos a partir de mañana por la noche a la que llamamos Buena, precisamente por eso, porque en mitad de aquella noche el Hijo de Dios, Palabra creadora y eterna, se viste con nuestra capa en las entrañas purísimas de una muchacha nazaretana conocida allí, en aquella su aldea ignota de Galilea, con el nombre de Miriam, de María. 

Y puede que sigas preguntándome y por qué es para ti ese tronco seco testigo de tiempos mejores

METÁFORA DE TAN GRANDIOSO ACONTECIMIENTO?

Y, yo, no te contestaré, te sugeriré que mires detenidamente, y con cuidado, ese tronco recién podado y observes que desde entre lo que fueron antaño hermosas Palmas ahora surgen incipientes retoños. 

Eso mismo decían de los profetas del viejo Israel para conducir al pueblo hacia ese momento tan impensado por el ser humano y tan querido, planeado, proyectado y realizado por Dios:

Del viejo tronco, que era el pueblo de Israel, surge un brote, un renuevo, un venero que hará realidad un nuevo reino, una nueva sociedad, una gran familia, la familia de los hijos de Dios. 

Sí en las reflexiones que iba haciendo yo mientras caminaba. se encendió una luz al contemplar el tronco seco, pero enhiesto de una palmera que, habiendo sido guapa, muy guapa, vino a menos y a punto ha estado de desaparecer, si no hubiera sido por los brotes nuevos que pondrán vida en lo que ya era muerte.

Como u brote nuevo, como un renuevo LA METÁFORA DEL TRONCO DE LA PALMERA te lleva hoy mi saludo, mis


¡¡¡BUENOS DÍAS!!!

23.12.2024. Lunes. (C. 2.097)

P. Alfonso Herrera. Carmelita.

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