ESTAMPA CAUDETADA.
NUESTRO HOY.
Al entrar en la iglesia del monasterio de las Madres Carmelitas de clausura me llamó la atención, de modo particular, el signo o símbolo que yacía a los pies del altar: Sobre un jarrón, cubierto por una palia, un libro y a su derecha un centro floral.
Rápidamente vino a mi memoria la efemérides celebrada el domingo pasado, tercero de los que van corriendo en este tiempo ordinario del ciclo litúrgico "C", pues se encuentra dedicado a LA PALABRA, así con mayúsculas, porque LA PALABRA de la que se trata, no es otra, que la de Dios.
Largamente había venido anunciándose de distintas maneras pero, últimamente, lo ha hecho de modo grandioso, pues se ha revestido de nuestra naturaleza, haciéndose uno de nosotros y, LA PALABRA, Dios, nos ha hablado desde nuestra mismidad, directamente, a través de Ella, de su Hijo hecho hombre. Y si en un principio todo fue creado por Ella y sin Ella no se hizo nada de lo que existe, que nos dice el Evangelio de San Juan en sus primeros versículos, HOY, EN NUESTRO HOY, ESA PALABRA sigue estando vigente.
Aconteció que, Jesús, en uno de los primeros días de su vida pública, al volver a su pueblo, al pueblo donde había estado durante su infancia y juventud, a Nazaret, y de haber compartido con sus paisanos la oración del sabat en la que le es entregado a él un rollo de la palabra profética del profeta Isaías en la que se decía:
"el Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor ".
Para recalcar seguidamente que, en en ese fía, en SU HOY, se estaba cumpliendo esa profecía de Isaías (lc 4,14-21).
Eso, y no otra cosa, era lo que significaba el símbolo a los pies del altar de la iglesia del monasterio: Que para nosotros sigue siendo NUESTRO HOY.
Y, así, puntualizando de una manera plástica la Iglesia nos llama la atención de que tenemos que estar abiertos totalmente a escuchar la Palabra del Señor que es una Palabra cercana, amable y cariñosa que nos indica el camino por lo debemos ir para no errarle y llegar a buen fin.
Sí, el domingo, se celebraba en todo el orbe católico EL DÍA DE LA PALABRA, DE LA PALABRA DE DIOS y en ella y con Ella, nuestro HOY.
Juan Doménech, sacristán de la parroquia de Santa Catalina, también dispuso el signo y símbolo al que yo impresioné con la figura del egregio Copatrono de la Villa, San Blas, en perfecta sintonía y relación porque, la vida del Copatrón de Caudete, San Blas, estuvo consagrada a vivir esa PALABRA de Dios y transmitirla no solo en los sermones, sino en los escritos y, sobre todo, en los hechos y acontecimientos que le acercaban a sus hermanos, a los que se consagró por exigencia del carisma con que había sido investido Obispo por el Espíritu Santo.
Muchos fueron los beneficios que obtuvieron y que se siguen obteniendo al invocar la intercesión de este santo, Blas, para bien de aquellos que son devotos.
Recibe mi saludo, mis
¡¡¡BUENOS DÍAS!!!
28.1.2025. Martes. (C. 2.132).
P. Alfonso Herrera. Carmelita.
Himno al glorioso San Blas,
Patrono de Caudete
Obispo glorioso,
Patrón de Caudete,
el cual te promete
honrarte piadoso,
da tu bendición
a su devoción.
Vuestras efigies sagradas,
San Blas y Virgen de Gracia,
en tiempos de gran desgracia
aquí fueron enterradas.
Tras su hallazgo portentoso
después bajo la retama,
por Patronos os aclama
este pueblo religioso.
Obispo glorioso, etc.
Estudiaste medicina,
fuiste obispo de Sebaste;
hombres y fieras curaste
con la asistencia divina.
Milagroso sanador
de los males de garganta,
de este pueblo que hoy te canta
sé siempre su protector.
Obispo glorioso, etc.
Buscabas la soledad
para orar sin distracciones,
y en las muchas curaciones
brillaba tu santidad.
Tu vida fue con la palma
del martirio coronada;
con tu ejemplo confortada
sea en las penas nuestra alma.
Obispo glorioso, etc.
Te alabamos con cantares,
patrón nuestro y abogado,
porque Dios te ha dispensado
el honor de los altares.
Que nos sirva tu memoria
para por guía tenerte,
y en la hora de la muerte
seamos dignos de la Gloria.
Obispo glorioso, etc.
Miguel Requena Marco
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